El Arzobispo de Burgos llama a la "rebeldía" contra la Ley del Aborto.
"Esta ley no es ley, no obliga".
ELPLURAL.COM
Definitivamente, ciertos miembros de la jerarquía eclesiástica tienen serios problemas para entender la democracia. La oposición a la Ley del Aborto (llamada, en realidad Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo) ha alcanzado un límite peligroso en el caso del arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, que una carta pastoral reclama a sus fieles "una enérgica rebeldía contra su cumplimiento". Su falta de respeto al funcionamiento democrático le lleva a asegurar que "es una falacia afirmar que esta ley ha sido aprobada por la mayoría del Parlamento y que este representa a la mayoría de los ciudadanos".
El pésimo ejemplo de gobiernos del Partido Popular como el de Ramón Luis Valcárcel en Murcia, que llegó a afirmar que “no hay razones para acatar la Ley del Aborto”, puede haber abierto la veda a la rebeldía y a llamamientos como el del arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín.
“Enérgica rebeldía”.
Según recoge El País, el prelado ha escrito una carta pastoral en la que llama a sus fieles a “una enérgica rebeldía” contra la Ley del Aborto. "Impidamos la tiranía. Tratemos de parar esta lacra del aborto que, solo en España, ha destruido ya más personas que las que hay en las ciudades de Zaragoza, Córdoba y Burgos", asegura Gil, quien parece haberse dado cuenta ahora de que el aborto está despenalizado en España desde hace 25 años y que no éste no es el primer país en aprobar una ley similar a la nueva.
Fecha para borrar.
"En la vida de las personas, instituciones y pueblos existen fechas que se borrarían del calendario, si la historia pudiese rebobinar sus páginas. El 5 de julio de 2010 es una de ellas para los españoles. Ese día se ha promulgado una ley inicua, que se opone frontalmente a la recta razón y a la justicia más elemental", afirma en su pastoral este arzobispo, miembro del Opus Dei y del Consejo Pontificio de la Familia en el Vaticano.
La “falacia” de la democracia.
"Digámoslo con total claridad: esta ley no es ley, aunque se presente así por algunas instancias políticas y legislativas. Nadie tiene derecho a eliminar a un inocente. Por eso, no obliga. Más aún, exige una oposición frontal y sin distingos", explica Gil, que entiende así la democracia: "Es una falacia afirmar que esta ley ha sido aprobada por la mayoría del Parlamento y que este representa a la mayoría de los ciudadanos; o decir que si el Tribunal Constitucional lo dictamina conforme, sería una desobediencia oponerse, y merecería una sanción. La falacia consiste en atribuir a políticos, jueces o ciudadanos un derecho que no tienen. Nadie tiene derecho a legislar que se puede matar a un inocente".
El sentido común.
El arzobispo no sólo apela a la religión, sino, como Mariano Rajoy, al “sentido común”: "La recta razón no puede admitir como derecho matar a una persona que no tiene ninguna culpa. He dicho razón, no religión. El derecho a existir de una persona ya concebida, aunque todavía no haya nacido, no es una creencia de esta o aquella religión. No se requiere ser creyente para afirmar que un inocente tiene derecho a ser defendido y respetado en su integridad. La recta razón comprende que una persona humana no puede ser destruida por una responsabilidad ajena. Menos todavía si es por ganar dinero o votos. El sentido común se rebela".
Este “tío” tiene la mente y el pensamiento en los comienzos del siglo XX y/o en tiempos del tito Paco. Como este “tipejo” piensan muchos de los católicos españoles y peperianos.
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