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viernes, 12 de julio de 2013

- FRANCO VIVE TODAVÍA.

Un artista es sentado en el banquillo por faltar a Franco.

La fiscalía pide la absolución del escultor Eugenio Merino.

La fiscalía no considera que una escultura irónica sobre Franco dañe el honor del dictador. Tras poco más de media hora de juicio en la sala 26 del juzgado de Primera Instancia de Plaza de Castilla, la fiscal ha pedido a la magistrada Rocío Nieto que desestime la demanda por daños contra el honor interpuesta por la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) contra Eugenio Merino por la escultura Always Franco. Dicha obra muestra una estatua del dictador dentro de una nevera de Coca-Cola y fue presentada en la feria Arco en febrero de 2012. Según el ministerio fiscal, “atendiendo a los usos sociales actuales”, no se ha vulnerado el honor de Franco y su fundación, primando así el derecho a la libertad de expresión del escultor. La acusación particular pide una indemnización de 18.000 euros y que el artista asuma la difusión de la sentencia, caso de que le sea favorable.

"Esto es solo una primera batalla", declaró en los pasillos frente a la sala antes de arrancar el juicio Jaime Alonso, vicepresidente de la Fundación Franco que preside la hija del dictador, Carmen Franco Polo. "Si es necesario, llegaremos hasta el Tribunal Supremo, porque esto no se puede llamar libertad de expresión. El insulto no puede ser gratuito para nadie". Alonso afirmó también que continúa investigando a la Plataforma Artistas Antifascistas y que no descarta nuevas demandas “cuando llegue el momento”. Dicha plataforma organizó una muestra artística en defensa del escultor demandado en la que se exhibieron obras que transformaban a Franco en unos genitales masculinos o que bañaban su retrato con la sangre de un autor perfomance extraída en directo. El propio Merino presentó una nueva obra dedicada al dictador, Punching,que transforma la cabeza de Franco en una bola para entrenar los puños, usando el mismo molde de Always Franco.

'Always Franco', la escultura de Eugenio Merino que desató la polémica tras su exposición en ARCO en febrero de 2012.

“Cuanto más grande quieran hacer esto, más gente me apoyará”, ha declarado Eugenio Merino, satisfecho por la petición de la fiscalía que da la razón a su defensa. “Pero a mí ya me han jodido y ellos ya han conseguido lo que querían, hacerse publicidad”, remató el escultor. El artista considera que su ausencia en la Feria de Arco de 2013, tras diez años asistiendo, se debe a la polémica que ha despertado el juicio. El artista volvió a subrayar la actitud a su juicio "lamentable" de José María Álvarez del Manzano, presidente del Ifema, recordando la carta que envió a la Fundación Franco y que esta presentó para reforzar su demanda.

El ambiente arrancó caldeado. Antes de empezar con los testimonios, la juez Nieto advirtió que si alguno de los asistentes abría la boca, sería inmediatamente expulsado, un mensaje para los quince artistas y simpatizantes de Merino que asistieron al juicio y que se mantuvieron en silencio durante el breve proceso. Antes de los testimonios, el abogado de la Fundación Franco, Martín Sánchez Ferrero, pidió modificar la demanda incluyendo la nueva obra dedicada al dictador, Punching. La magistrada lo desestimó por dos veces porque se trataba de una obra distinta que exigiría una nueva demanda. El letrado dejó constancia de su "doloso rechazo" a esta decisión.

El caso ha quedado visto para sentencia. Pero ambas partes están dispuestas a recurrirla si no les favorece.

domingo, 28 de junio de 2009

- LOS MENÚS DE FRANCO.

Este artículo ha sido extraído del publicado hoy en el diario digital El público.es

Los menús de Franco.

La familia del guardia civil que fue taquígrafo del dictador entrega al Ministerio de Cultura los documentos que detallan qué comía el generalísimo el primer "año de la victoria".

L. DÍEZ / Ó. LÓPEZ-FONSECA - MADRID - 28/06/2009 08:00

Francisco Franco prefería el pescado a la carne y, pese a las penurias que los españoles pasaron tras el fin de la Guerra Civil, en su menú diario de aquellas jornadas nunca faltaron un primer plato, un segundo, varios postres e, incluso, un entrante. El Ministerio de Cultura acaba de recuperar documentos inéditos que desvelan qué comía el dictador los días que siguieron al final de la contienda. Y todo ello, gracias a los familiares de Carlos Palacios Miguel, un guardia civil que en el otoño de 1936, cuando el general sublevado fue nombrado "generalísimo de los Ejércitos" en Salamanca y él tenía sólo 23 años de edad, se convirtió en el taquígrafo personal del militar. Carlos Palacios siguió los pasos de Franco en su peregrinar bélico y, cuando fijó su residencia en El Pardo, a las afueras de Madrid, el guardia civil también lo hizo, ya a las órdenes del general José Moscardó, jefe de la Casa Militar del dictador.

Nadie sabe por qué, pero el joven taquígrafo adoptó la costumbre de guardar las inocentes notas que detallaban lo que comía "su excelencia" el jefe del Estado y su esposa "Carmina" (Carmen Polo) en palacio. Durante años, aquellas hojas mecanografiadas encabezadas por el águila de San Juan permanecieron en el olvido hasta que los descendientes del guardia civil las encontraron. Ahora, estos han hecho acto de entrega de las mismas a Cultura para que engrosen los fondos del Centro Documental de la Memoria.

El 29 de mayo de 1939, "día sin carne", el dictador almorzó "fabada asturiana".

Público ha tenido acceso a varios de estos menús, en los que se dibuja a un Francisco Franco que en el "primer año de la Victoria", mientras España aprendía a usar las cartillas de racionamiento y muchos se veían abocados a la ingesta de peladuras de patatas, disfrutaba de lujos gastronómicos como la carne. Unos documentos que también muestran aspectos curiosos, cuando no contradictorios, del dictador.

El mejor ejemplo es el menú que "Su Excelencia" degustó el 29 de mayo de 1939, menos de dos meses después del fin de la Guerra Civil y sólo 15 días después de que el Ministerio de Industria y Comercio franquista estableciese el sistema de racionamiento. Aquel día, a pesar de que el documento contenía la indicación "día sin carne", en la mesa de Franco se sirvió como primer plato"fabada asturiana", que se elabora con chorizo y morcilla. De segundo, al dictador le sirvieronfiletes de merluza, mientras que el postre era poco definido "queso y fruta".

En el "almuerzo" del viernes 2 de junio, el encabezamiento del menú incluía la palabra "abstinencia". Ese día no hubo carne, pero el menú, lejos de la frugalidad que parece asociada a dicho término, incluyó tres servicios "entreplatos variados, huevos rellenos y merluza frita" y la posibilidad de elegir postre entre "crema de limón" y, de nuevo, "queso y fruta". Sólo un día antes, el menú anunciaba "plato único", compuesto de una "sopa al cuarto de hora" y un patriótico "cocido a la española". De postre, "monte nevado" y los habituales "queso y fruta".

En los documentos ahora en poder de Cultura, no se hace referencia a la bebida que se servía a Franco durante las comidas. De hecho, estaba extendida la idea de que Franco no tomaba alcohol Luis de Vilallonga señalaba en su biografía autorizada del rey Juan Carlos que este le había asegurado que "Franco era un hombre hecho para vivir 100 años. No fumaba, no bebía y no era precisamente un gastrónomo".

Un mito que, si nos atenemos al testimonio del político vasco Juan María Bandrés, era falso. El que después sería dirigente de Euskadiko Eskerra trabajó de camarero un verano en La Perla, un exclusivo establecimiento situado en San Sebastián, donde tuvo oportunidad de servir el aperitivo al dictador y a numerosos militares. Bandrés aseguraba en una larga entrevista con el periodista Raimundo Castro para un libro biográfico que Franco le pidió en cierta ocasión que bautizara con "un poco de ginebra" el refresco de naranja que se disponía a servirle.