martes, 24 de junio de 2014

- MAESTROS.

Ahora que estoy a punto de jubilarme como maestro de pedagogía terapéutica tras más de 35 años de docencia por colegios pueblos de la provincia de Huelva (Aroche, Tharsis, Bollullos par del Condado, Santa Bárbara de Casa, Hinojos, Lucena del Puerto, Isla Cristina, Niebla, Valverde del Camino y Bonares), acabo de leer un artículo de Jordi Évole sobre nuestra profesión, que transcribo a continuación.

 

Maestros.

Será porque han llegado las vacaciones escolares, pero no me quito de la cabeza a los maestros. Qué importantes son. Los buenos, claro. Como en toda profesión, supongo que hay de todo. Ahí está el caso de Urdangarín, que no fue invitado a la coronación por estar expulsado de la clase real. ¿Por qué? No te extrañe que por culpa de la influencia de uno de sus profesores. ¿Sabes quién fue uno de sus profes en la escuela de negocios ESADE? Ni más ni menos que Diego Torres, su famoso socio, también imputado por el caso Nóos. Yo, en cambio, tuve suerte con los maestros. Aprendí poco, aunque ellos me enseñaron mucho. Por tanto, fue culpa mía. Por eso no acabo de entender por qué los maestros tienen mala fama. Entre otras cosas, se les critica por hacer tantas vacaciones. Pues he leído que en Finlandia el parón veraniego dura dos meses. En el 2010, por ejemplo, las vacaciones empezaron el 4 de junio y acabaron el 2 de agosto. Y, ojo, que Finlandia tiene uno de los mejores sistemas educativos del mundo, y no como España, donde es posible que el PP indulte a Bárcenas para que dé clases de contabilidad.

Son muy visibles las vacaciones de un maestro pero, en cambio, es invisible su horario de trabajo. «El director de un colegio puede saber cuántas horas está el profesor en el aula, pero no cuántas horas dedica en su casa a preparar las clases», afirma Julio Carabaña, catedrático de Sociología de la Educación. Pero eso no lo tenemos en cuenta cuando criticamos a los maestros. Hemos llegado a la conclusión de que no pegan golpe. Y ellos lo saben. Se sienten poco valorados. No lo digo yo, lo dice una encuesta del sindicato ANPE a 10.000 docentes.

Huelga de diálogo

Pues, para mí, tienen mucho valor. Entre otros, Jaume Sastre, profesor mallorquín que se ha tirado 40 días en huelga de hambre. Quería que el Gobierno balear negociara con la comunidad educativa para poner fin al conflicto del sector. No le han hecho ni caso. El Gobierno hizo huelga de diálogo. Con los maestros, y no con los políticos, empieza el cambio de una sociedad. Con esos maestros capaces de inculcarnos valores y actitudes como el diálogo, el interés por saber, la capacidad crítica y autocrítica... Lo malo es cuando los políticos se disfrazan de profesores, o los profesores de políticos, y plantean a los estudiantes interrogantes como este: «¿Cómo convencerías a un amigo de que no vote a Podemos?». Sí, lo has leído bien. Esta es una pregunta del examen a alumnos que optaban a los premios extraordinarios de Bachillerato en Extremadura. Un sindicato ha considerado la pregunta «improcedente, tendenciosa y reflejo de una sociedad enferma». Es que los autores de la preguntita se han coronado, una prueba más de que, con el nuevo Rey, empieza un tiempo nuevo. Muchas gracias, moltes gràcies, eskerrik asko y moitas grazas.

@jordievole

Lunes, 23 de junio del 2014

miércoles, 18 de junio de 2014

- MONARQUÍA Y CRISIS ECONÓMICA.

Los partidos mayoritarios que constituyen el soporte del actual régimen político español defienden a la monarquía afirmando que es un factor de estabilidad política y social y que por ello su papel está fuera de discusión, como lo está la propia Constitución o la democracia en nuestro país. Pero a mi juicio los hechos demuestran claramente lo contrario.

La Constitución, en lugar de convertirse en la pieza que asegure el ejercicio de los derechos, la igualdad y el bienestar de los españoles –y, por tanto, la estabilidad económica y social- se ha convertido en un simple papel mojado. Los partidos mayoritarios la vienen incumpliendo reiteradamente e incluso la han modificado sin contar con la opinión del pueblo para dar satisfacción a potencias extranjeras, dinamitando así uno de sus principios fundamentales: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.

Los partidos mayoritarios han convertido instituciones esenciales para la convivencia democrática, como el Tribunal Constitucional, el de Cuentas, el Consejo Superior del Poder Judicial, el Tribunal Supremo o la Fiscalía, en meros instrumentos de partido. El artículo 117 establece que la justicia emana del pueblo y se administra por jueces y magistrados “sometidos únicamente al imperio de la ley” pero los partidos mayoritarios se aseguran en todas esas instituciones mayorías inamovibles a su servicio. Controlan a su antojo los medios de comunicación públicos cuya pluralidad es esencial para que exista democracia. Se reparten con opacidad cientos de millones de ayudas del Estado, basan su predominio en una ley electoral injusta y conforman un oligopolio político que resuelve con pleno acuerdo las grandes cuestiones sin consultar a los ciudadanos, y en particular las que han tenido que ver con la crisis económica en la que estamos.

No hay norma más incumplida en España que la Constitución. Su artículo 9 establece que “corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas” y “remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud”. Pero la realidad es que las políticas que se vienen aplicando han convertido a España en el país más desigual de la Unión Europea. El artículo 47 afirma que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada” pero cientos de miles han sido desahuciados para salvaguardar los derechos y los privilegios de la banca. El artículo 14 dice que “Los españoles son iguales ante la ley”, pero lo cierto es que, a diferencia de la gente normal y corriente, los banqueros gozan de todo tipo de ayudas, que los grandes patrimonios apenas tributan, que los delincuentes políticos y financieros apenas si son perseguidos o que cuando raramente son condenados resultan finalmente indultados. Y prácticamente no hay ni un solo precepto del capítulo tercero de la Constitución sobre los principios rectores de la política social y económica que se haya cumplido en los últimos años, como prueban de manera evidente todos los indicadores económicos y sociales.

La realidad es que la Constitución no es salvaguarda de derechos para todos los españoles porque no se cumple y que precisamente por eso vivimos en una democracia muy imperfecta o limitada, y que incluso últimamente patina en aspectos básicos que tienen que ver con el ejercicio de derechos y libertades personales, como prueba la criminalización de la protesta y la persecución a la que se encuentran sometidas miles de personas por el simple hecho de haberse manifestado pacíficamente contra los recortes de derechos que se vienen produciendo.

La crisis económica que estamos viviendo tiene mucho que ver con todo eso. Tal y como expliqué junto a Vicenç Navarro y Alberto Garzón en el libro Hay alternativas, la crisis española está en gran parte producida por la gran desigualdad y por los privilegios que tienen los grandes grupos oligárquicos que ya desde el franquismo dominan todos los resortes del poder en España. Un poder que se consolidó en la transición y que se mantiene todavía gracias a las políticas que han aplicado los partidos mayoritarios y al entramado institucional muy poco democrático que sostienen.

La monarquía no solo es ajena a eso, ni es un poder arbitral, como se quiere hacer ver, sino que ha desempeñado un papel central en el mantenimiento de todo este lamentable estado de cosas. Su estrecha y permanente vinculación con los grandes grupos económicos y financieros es tan evidente que hasta se muestra en la financiación del ocio del monarca o en sus actividades como comisionista de sus grandes negocios. Incluso los llamados “periodistas del corazón” se han hecho eco de ello. Jaime Peñafiel, por ejemplo, escribió hace poco en su blog refiriéndose al rey Juan Carlos: “Desde el año 1973, gracias a las gestiones que hizo, a petición de Franco, ante el rey de Arabia Saudí para que a España no le faltara petróleo en aquella crisis, el gobierno autorizó a que, el entonces príncipe, recibiera un céntimo por cada barril de crudo que entraba en el país. Este acuerdo comisionista lo respetaron Adolfo Suárez y Felipe González. Ignoro quien acabó con tal práctica, ¿Fue José María Aznar? Aquello permitió que don Juan Carlos adquiriera una pequeña fortuna, incrementada, posteriormente, por otros, digamos, negocios”.

Lejos de haber actuado como garante de la Constitución en beneficio de la igualdad y del ejercicio efectivo de sus derechos por todos los españoles, la monarquía que ha encabezado don Juan Carlos de Borbón ha sido una pieza fundamental del entramado que viene permitiendo que en España detenten el poder prácticamente los mismos grupos que hace 70 u 80 años.

Como escribimos en Hay alternativas, cuando a finales de 2006 empezaba a estallar la crisis sólo una veintena de grandes familias eran propietarias del 20,14 por ciento del capital de las empresas del Ibex-35 y una pequeña élite de 1.400 personas, que representaba el 0,0035 por ciento de la población española, controlaba recursos equivalentes al 80,5 por ciento del PIB.

Don Juan Carlos de Borbón ha estado siempre con esas familias y grupos de poder, confundiendo sus intereses con los del resto de los españoles y provocando así no ya la crisis en la que estamos de un modo abstracto sino el sufrimiento y la frustración concreta de los millones de españoles que han perdido sus empleos, sus patrimonios, sus empresas y hasta su esperanza o incluso sus vidas en beneficio exclusivo de los mismos de siempre.

Por eso, lo que se plantea con el fin de su reinado no es una simple sucesión en el trono sino si vamos a continuar en la deriva hacia el desmantelamiento de la democracia y al pisoteo de la Constitución, que son necesarios para poder seguir aplicando las políticas que benefician a los de arriba, o si los españoles vamos a ser de verdad los dueños de nuestras vidas y de nuestro futuro. Una disyuntiva que equivale a preguntarse si se nos van a seguir imponiendo las cosas o si los españoles vamos a poder pronunciarnos directamente, mediante el voto y los referenda, sobre las políticas económicas y sociales y sobre quién queremos que nos represente a la hora de llevarlas a cabo.

http://blogs.publico.es/juantorres/

martes, 17 de junio de 2014

-UNA SENTENCIA EJEMPLARIZANTE.

Tras la reforma laboral, la nueva arquitectura de la absoluta desigualdad exige el sometimiento absoluto de los que prestan su fuerza de trabajo.

El día en que el Gobierno aprobó la reforma laboral empezó una nueva época. El trabajo dejó de ser un derecho y se convirtió en un privilegio. No era el despido lo que había que abaratar sino el salario. No era una medida coyuntural motivada por la crisis económica sino el inicio de una nueva era. No era la época de la abundancia la que se terminaba sino la de los derechos. La nueva arquitectura de la absoluta desigualdad exigía el sometimiento absoluto de los que prestan su fuerza de trabajo.

Esa nueva época se empezó escribiendo con las palabras desesperanza y miedo. Millones de personas accedieron a renegociar sus contratos, a trabajar por la mitad, a hacer horas extraordinarias que se han vuelto invisibles y forzosas, al incumplimiento de los horarios. El miedo a ser el siguiente despedido nos hizo agachar la cabeza, lamentar nuestra mucha o poca edad (siempre inconveniente), sustituir nuestros convenios por un cheque en blanco que el mercado rellena progresivamente a la baja.

Pero si esto no fuese suficiente, el Gobierno prepara fuertes sanciones para castigar la movilización popular, para frenar las huelgas, para obstaculizar los derechos de una Constitución que tanto incumplen. “Sus deseos son órdenes para mí” parece ser su lema y se anticipan a sus demandas preparando el terreno para el futuro, redactando proyectos de ley infumables, y rescatando del baúl de los recuerdos viejas disposiciones que nunca se han aplicado con tan inusitada dureza.

El fiscal que acusaba a Carmen y Carlos exigió “una condena ejemplarizante”. Tomen nota de la palabra, por favor. Aparte de que las sentencias no deben ser “ejemplarizantes” sino justas, ¿a qué clase de ejemplaridad se refiere el ministerio fiscal? ¿Qué enseñanza debe extraer la sociedad de esta sentencia? Carmen y Carlos habían participado junto a otras 40 personas, en un piquete en la huelga de 2012 que hicieron algunas pintadas en un establecimiento y causaron unos daños estimados pericialmente en 600 euros. Sus nombres fueron tomados al azar por la policía. Ni siquiera fueron los protagonistas de los hechos, aunque se aprestaron a pagar los daños estimados. Nunca han entendido su procesamiento ni la dureza con que han sido penalmente tratados. El juez, Manuel Piñar, sin embargo, entendió perfectamente el mensaje de la ejemplaridad, el viento de los nuevos tiempos represivos, y triplicó la apuesta del fiscal: tres años de cárcel por “un delito contra el derecho de los trabajadores”. Sería cómico si no fuese tan dramático.

Carlos ha terminado esta semana la carrera de Medicina. Esperaba hacer el MIR pero el juez ha metido en la cárcel sus sueños. Carmen, por su parte, es una trabajadora en paro que ha agotado sus prestaciones y que tiene a su cargo, en solitario, a un adolescente. Su única preocupación es qué ocurrirá con su hijo. Quienes se han entrevistado con ellos, dicen que su historia “hace a las piedras llorar”. Si la ejemplaridad que nos preparan es enviar tres años a la cárcel a dos ciudadanos decentes, pobre democracia la nuestra.

@conchacaballer

domingo, 8 de junio de 2014

- NO MÁS AZÚCAR, POR FAVOR.

El Rey que viene tiene hasta carrera universitaria, una titulación desconocida en la estirpe real española.

Va a ser difícil sobrevivir a esta avalancha de adulaciones, a este oleaje de alabanzas, a este vendaval de loas que compiten por ensalzar las bondades del que se marcha y las cualidades del que llega. ¡Y no ha pasado siquiera una semana! Me temo lo peor porque quedan por recorrer unas semanas de paseo triunfal, sin contar los editoriales, los informativos, las imágenes y las alabanzas guardadas para los días posteriores a la entronización.

El Rey que se va es “el que trajo la democracia”, sin “el cual no habría libertad en este país” y al que le debemos incluso nuestro derecho a escribir estas modestas líneas. “Sin ti no soy nada” proclaman editoriales, declaraciones humedecidas que consideran la palabra “gracias” escasa y torpe y se ven obligados a reforzarla, amplificarla, repetirla. El Rey que viene está “muy preparado”, “muy preparado”, “muy preparado”. Tiene hasta carrera universitaria, una titulación desconocida en la estirpe real española, aunque tampoco es para ponerse así. A fin de cuentas, el 29% de los españoles entre los 25 y los 60 años la tiene. Pero está “muy preparado”, una frase que suena a antigua, a alabanza pronunciada por las viejas de un pueblo ante un yerno interesante. La princesa Letizia también “está muy preparada”, “renunció a una brillante carrera por amor” y es “tan sencilla que luce a veces alguna prenda o complemento de Zara”. La ola cortesana ha llegado a los pies incluso de la infanta Leonor, una niña de tan solo ocho años, de la que ya se destacan sus cualidades y se anuncia que, a partir del próximo mes, jugará un papel público importante. ¡Por Dios, que hablamos de una niña y no de un artefacto político!

Casi todo el espacio informativo se ha convertido en una revista Hola gigantesca, cargado de fotos de encuentros, guiños, saludos y primeras ocasiones, en un marco muy de “España cañí”, (que yo que ellos me lo hacía revisar, sobre todo por el valor simbólico de la institución, ¿no?) entre uniformes militares y corridas de toros. Mientras, los republicanos (e incluso los tibios o los indiferentes a la seducción monárquica) son arrojados informativamente al infierno o al purgatorio donde se pagan los errores conceptuales. Es posible que el domingo pasado se acostaran siendo personas normales, pero el lunes se levantaron siendo unos “izquierdistas radicales” contrarios al “orden constitucional” y “profundamente equivocados”. Según Torres Dulce, ni siquiera existen, porque lo que no está escrito, negro sobre blanco en la Constitución, “no puede ser y es imposible”.

Es lo que tiene el bipartidismo, que aparte de sus consideraciones políticas, es tremendamente aburrido y pelotillero. El republicanismo no se está combatiendo con argumentos sino con una ola de plurales mayestáticos, de aplausos atronadores y de alabanzas corales. Columnistas de afilada lengua y acerbas palabras, se dulcifican como corderos ante la sacrosanta institución, redescubren las ventajas de “un pacto constitucional” que todo lo cura y todo lo espanta e incluso reparten carnés de lealtad a sus acérrimos enemigos que hoy los acompañan.

Como todo guiso, la coronación del nuevo Rey tiene que tener su punto justo de cocción, pero están tan felices con el redescubrimiento de esta gran mayoría, y pasaron tan mal trago la noche electoral del 25 de mayo, que se les está yendo la mano en el azúcar y en el tiempo de cocción. Las viejas formas de la política que consisten en despreciar las opiniones diferentes y crucificar a quien las mantienen, vuelven al escenario, con Mariano Rajoy de maestro de ceremonias, presunto jefe de la Casa Real, y director in pectore de todo el proceso sucesorio. Gravísimo error.

Están ufanos de haber encontrado una razón de ser al bipartidismo (más UPyD) y pasar de un escuálido 50% en las elecciones a un 90% de la votación parlamentaria. No vamos a saber cuántos republicanos existen en nuestro país pero, sin duda, son muchos más de los que reflejará la votación parlamentaria. Sería bueno que tomen nota de ello y que muestren más sensibilidad ante la situación de descrédito de todas las instituciones. No va a ser con dogmatismos y con halagos como se prestigie esta nueva etapa. La corte de pelotilleros y las colas de aduladores tienen sus propios intereses. No le vaya a suceder al nuevo monarca como al atleta griego que murió asfixiado por la infinidad de pétalos de rosa que le lanzaron en su recibimiento. Un poco más de inteligencia, de espíritu democrático y crítico, de respeto a la pluralidad de la sociedad. Una breve tregua, al menos, para poder respirar.

@conchacaballer

domingo, 1 de junio de 2014

- PODEMOS.

Podemos y la conjura de los necios.

La irrupción de este partido es una piedra lanzada a un agua estancada contra la que se conjuran todos los radicalmente prosistema.

El éxito de Podemos no ha dejado a nadie indiferente, lo que quiere decir que afecta a todo el actual sistema político. La derecha ha arremetido contra ellos de una forma inusitada, con acusaciones de radicalismo y comparaciones odiosas. Felipe González, el guardián entre el centeno, ha advertido de los peligros de una propuesta bolivariana para nuestro país. Por su parte, la izquierda que tradicionalmente administraba este espacio, no sale de su asombro y se ha precipitado a hacer una simple aritmética de sumas ante las próximas elecciones.

No he encontrado, sin embargo, más que efectos positivos en este nuevo fenómeno, que excede la lógica partidaria y la política tradicional. Para empezar, son un serio contrapeso a las lógicas antisociales que se habían adueñado del espacio político. La comparecencia del FMI y sus “consejos” de abaratar salarios y empobrecer aún más a las clases populares, sonaban todavía más ofensivas e inaceptables tras el resultado de las elecciones en nuestro país. Venían a recordarnos que mandan ellos, independientemente de la voluntad popular, y es hora de mandarlos a “freír espárragos” si es que la política conserva todavía cierta dignidad. Afortunadamente, en nuestro país, son millones de personas las que reclaman una salida diferente a la crisis y el éxito de Podemos no hace más que subrayar esta corriente social. Mientras otros países han canalizado su descontento hacia opciones racistas y antieuropeas, en España la respuesta ha sido aumentar el voto de una opción de izquierdas, con principios de solidaridad y de justicia social.

En segundo lugar, Podemos ha rescatado para la política a miles y miles de abstencionistas y ha vuelto a ilusionar, fundamentalmente, a un electorado joven que estábamos deseando escuchar. ¿No pedíamos rostros y propuestas concretas al 15M? Pues aquí tenemos algunas de sus expresiones.

En tercer lugar, ha venido a señalar, con su ilusión y con una campaña hecha con unos cuantos euros, carteles a mano, redes en funcionamiento y mucho voluntariado social, que es posible hacer política mucho más cercana y participativa. Esta forma de hacer política está interpelando a las viejas estructuras partidarias, especialmente las de la izquierda. Su voto no sólo es un grito contra el bipartidismo, sino también una advertencia al “tripartidismo” que supone la existencia de dos grandes partidos pero también de una izquierda tradicional que canaliza ritualmente a los descontentos del sistema pero que tiene escasa incidencia en la realidad.

En cuarto lugar, ha situado el debate nacionalista en un segundo término. Si no existiera Podemos hoy estaríamos discutiendo sobre Cataluña. Frente al debate identitario y soberanista, el éxito de Podemos ha situado como centro de reflexión la igualdad de las personas y la renovación del sistema político.

Pero, donde el efecto de Podemos será seguramente más visible, es en el órdago lanzado hacia toda la izquierda, desde la socialdemócrata a la comunista. El PSOE deberá hoy definir su espacio, desechar las tentaciones de gran coalición y conjugar el verbo desobedecer a los poderes económicos si quiere volver al mapa político. Por lo que respecta a IU, tras haber perdido la mejor oportunidad de su historia, están obligados a emprender un camino de renovación de sus estructuras, de sus formas de hacer política y de su estructura piramidal y burocrática.

Seguramente si hoy fueran las elecciones, tras la lluvia de descalificaciones, Podemos conseguiría todavía mejores resultados. Nadie sabe qué pasará mañana, cómo afrontarán las expectativas que han generado o si sabrán sortear las miles de dificultades que se avecinan pero, de momento, son una piedra lanzada a un agua estancada contra la que se conjuran todos los radicalmente prosistema.

Concha Caballero 31 MAY 2014