lunes, 9 de julio de 2018
- ANDALUCÍA 1918: PAÍS DE HAMBRE Y DE INCULTURA.
martes, 10 de marzo de 2015
- ANDALUCÍA SÓLO HAY UNA, Y MENOS MAL.
Andalucía sólo hay una, y menos mal.
¿Qué fue antes: la andaluzfobia o la vergüenza de ser andaluz? ¿El no-andaluz corrigiendo al andaluz o el andaluz impostando su acento? ¿Qué fue primero: el andaluz que aceptó que hablaba “mal” o el no-andaluz condescendiente porque ignoraba que parte de su vocabulario es herencia de Al-Andalus?
¿Qué fue antes: el agachar la cabeza de unos o el levantar la barbilla de otros?
No sé cuántas veces he oído desde que vivo fuera de Andalucía frases como “tienes un acento bonito para ser andaluza”, “no eres nada bruta para ser andaluza”, “no eres la típica andaluza…” y en el aire queda flotando un “la típica andaluza… cateta”. Sé que no hay ánimo de ofender y que, es más, me lo dicen como un halago, sin darse cuenta de que hay implícito un claro sentimiento de superioridad.
Todo esto empieza en el lenguaje pero se extrapola a muchos otros aspectos y cualquiera que viva fuera de Andalucía convive con ellos de forma más o menos consciente. Me consta que no es algo puntual, que pasa igual con muchas regiones a lo ancho del mundo, así que una lo lleva con resignación y sin muchos aspavientos. Pero luego llegan las elecciones andaluzas y, con ellas, los mítines de partidos políticos cuyo ADN ideológico trae por defecto el clasismo y el convencimiento de que no hay por qué disimular siquiera ese sentimiento de superioridad. Es entonces cuando el asunto de la andaluzfobia empieza a levantar ampollas que, en realidad, nunca sanaron.
En cuanto Susana Díaz dio una patada al pacto con IU y adelantó las elecciones, todos los candidatos de extremocentro miraron al sur, chasqueando la lengua y meneando la cabeza. “A ver qué hacemos con esta pobre gente, tierra ingobernable donde nunca un neoliberal como Dios manda ha puesto un pie en el Gobierno”, dirán ellos. Y, en sólo un mes, los tres partidos con programas de derechas pero autodenominados “de centro”, han tenido tiempo de turnarse e insultar a una región entera y hacer alarde de su convencimiento de estar mirándonos desde arriba.
Albert Rivera, de Ciudadanos, lleva literalmente el enseñarnos a pescar en su programa. Que todavía si lo hubiera metido en el apartado “Jara y Sedal”, mira, pero no, esto forma parte del apartado "Servicios Sociales".
Es gracioso porque Ciudadanos, en su soberbia, plasma en su programa el símil de la pesca y la caña, a pesar de la polémica que ha generado y la queja de los andaluces. Pero bueno, ¿qué credibilidad hay que darle a lo que diga un pueblo que, en toda la historia de la democracia, lo más parecido a la derecha que han consentido que les gobierne es... el PSOE? Somos unos cafres. Todos. Los nueve millones. Es más, demos mejor las gracias por que no hayan retirado su oferta después de nuestra pataleta y sigan en pie las clases de pesca.
Lo que no especifica Ciudadanos en su programa es si, además de pagarle las clases de pesca, vamos a tener que afrontar el copago de la caña, la privatización de la playa y la externalización de la mitad de lo pescado.
Hay más. Está también Santi Abascal, de VOX, que como ningún medio lo saca nunca porque nadie los vota, nos da clases de Historia (de la suya) a los andaluces desde su cuenta de Twitter.
Se entiende que, debido al apremio del adelanto de las elecciones, Santi debió de abrir la Wikipedia y pensar: “¿Qué es eso de que Blas Infante es el padre de Andalucía? Pero si hablaba árabe y era un rojo republicano, ¡por el amor de Dios! ¿Estamos todos locos? Traedme el Twitter”.
Pero todo bien, todos los andaluces tomamos buena nota de que Blas Infante ya no es padre de nada, porque ahora son estos tres reyes católicos, apostólicos y romanos, personas que heredaban el poder sin que el pueblo tuviera ni voz ni voto. Pues nada, a mandar. Si con nosotros, ya ves, será por señoritos herederos del franquismo dándonos órdenes…
Y luego, cubriéndose de gloria, Monago (Partido Popular de Extremadura) directamente insulta a todos los andaluces con un vídeo lleno de tópicos (a unos nos insulta más que a otros, hay que reconocerle el esfuerzo).
Lo primero que pensé al verlo fue “pero, ¿no se dan cuenta de que en Andalucía hay también un Partido Popular al que están perjudicando?”. Luego me acordé de que las tragaderas del votante del PP están hechas a prueba de Bárcenas y todo encajó, claro. Todo menos las neuronas que nunca volverán después de ver el vídeo.
Pero, andaluces, quedémonos con lo bueno: los tópicos sobre Andalucía ya están superados y, como bien nos han repetido hasta la saciedad, si Ocho apellidos vascos ha sido un éxito es porque toda España tiene ya interiorizado que el personaje de Dani Rovira es una mera parodia. A la vista está.
Barbijaputa.
domingo, 1 de marzo de 2015
- LA BATALLA DE ANDALUCÍA.
La batalla de Andalucía.
Hace justo treinta y cinco años, un 28 de febrero de 1980, Andalucía marcó la pauta de lo que luego constituyó el estado de las autonomías en este país. Hasta ese momento, el proyecto de construcción de la España democrática incorporaba dos velocidades diferentes, las que contemplaban respectivamente los artículos 151 y 144 de la Constitución de 1978. En el primero de los casos, se encontrarían las nacionalidades históricas que entonces se enunciaban: Cataluña, País Vasco y Galicia, las que habían alcanzado su estatuto durante la II República antes del golpe de Estado de julio de 1936. Andaucía, a partir de aquella consulta, no sólo logró incorporarse de pleno derecho a tan selecto club sino que instauró el café para todos en cuanto a competencias de autogobierno para todas las regiones del Estado, sin exclusiones.
Las elecciones autonómicas convocadas para el 22 de marzo en Andalucía también pueden jugar un papel esclarecedor del futuro que aguarda en otros comicios españoles de este año, desde las municipales a otras autonómicas y, desde luego, las generales. Conforme pasan las semanas, todos los indicios apuntan a que el adelanto electoral al sur de Despeñaperros puede beneficiar a las expectativas de voto del PSOE, pero también a las de Izquierda Unida: Podemos todavía no se ha consolidado como referente político con el mismo alcance que en el resto del Estado y su candidata, Teresa Rodríguez, aún no es suficientemente conocida por el electorado, máxime en el ámbito rural que resulta tan determinante en las urnas andaluzas y en donde los círculos de la formación de Pablo Iglesias no han prendido con la misma fuerza que en las ciudades.
En todo caso, habrá que valorar también, en estos tiempos de arenas movedizas, el hecho de que tan carismático y novedoso líder aparezca como paracaidista en el calendario electoral, lo que resulta bastante presumible porque esta nueva organización probablemente sea la que más se juegue después de su éxito en las europeas de mayo de 2014. Aunque las encuestas le sitúen como la tercera fuerza en Andalucía, la Izquierda Unida de Antonio Maíllo cuenta, hoy por hoy, con mayor fuerza e infraestructura local que esa nueva competencia política. ¿Qué efecto tendrá el abandono de IU por parte de la Candidatura Unitaria de Trabajadores, de Sánchez Gordillo y de Diego Cañamero? Sus votos eran apreciables para IU,, sobre todo en la campiña de Sevilla, Cádiz y Huelva. Sin embargo, quizá el hecho de que hayan abandonado la coalición izquierdista atraiga a votantes socialdemócratas, hastiados del PSOE, pero a quienes no apetecía reforzar con su voto las ocupaciones de fincas o las acciones testimoniales en los supermercados.
El PP andaluz, en obras.-
A pocos días del inicio de la campaña, el PP parece resignarse a perder en Andalucía, a pesar de que el propio Mariano Rajoy ha entrado en combate cuerpo a cuerpo tanto como presidente del partido y como presidente del Gobierno.
Debe sopesar los riesgos el inquilino de La Moncloa si ha decidido investirse de primo de Zumosol de Juanma Moreno Bonilla, el sustituto de Javier Arenas tras el breve interregno de Juan Ignacio Zoido al frente de los liberal-conservadores de Andalucía. Si gana, será la victoria de su patrocinado. Si pierde, tendrá que asumirlo como un revés para con sus brotes verdes, sus buenas noticias macroeconómicas y la suficiencia narcisista que ha demostrado durante el último debate de la nación.
El PP está en obras e incluso antes de que sufra un batacazo electoral, ya hay maniobras para mover luego la silla del candidato: el hecho de que la delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, haya sido sustituida por Antonio Sanz, tras incorporarse como candidata por Almería en una papeleta en la que también figura Javier Arenas, no pasa desapercibido para quienes estiman que quizá ella se convierta en la futura presidenta del PP andaluz.
Si esas siglas fueron las más votadas en los comicios verdiblancos de 2012, nada permite sospechar que vuelvan a serlo, aunque tampoco sea imaginable que Susana Díaz arañe la mayoría absoluta que le permita gobernar holgadamente. Tendrá que hacerlo mediante mayoría simple, en solitario, negociando su investidura o sus presupuestos, año tras año, casa por casa. E incluso, más allá de la investidura, cabe deducir que cualquier suerte de pacto se supeditará a los resultados de las elecciones municipales.
¿Con quién podría alcanzar el PSOE de Andalucía un acuerdo de gobierno estable? La hipótesis de la grossen coalition con el PP ha sido descartada en varias ocasiones por la presidenta andaluza. Tampoco se muestra predispuesta a asociarse con Podemos, por lo que podría repetir el pacto con Izquierda Unida, siempre y cuando Izquierda Unida le sirviera para sus intereses estratégicos. Tampoco parece viable que consiga demasiados escaños UpyD y el Partido Andalucista de la cineasta Pilar Távora, si nadie lo remedia, volverá a quedar fuera del nuevo Parlamento.
En las últimas encuestas, ha irrumpido rotundamente “Ciudadanos”, que de confirmar su empuje podría ser una buena elección, a pesar de que Albert Rivera pronunció una desdichada intención, la de venir a enseñar a pescar a los andaluces, un albur que ha provocado tanto estupor y enojo entre la afición. Como cuando Ana Mato se pasó tres pueblos a la hora de equiparar prácticamente a los escolares del sur con los de la Inglaterra victoriana de Charles Dickens. A menos que alguien demuestre por una vez lo contrario, no parece buena estrategia meter el dedo en el ojo para seducir a un votante, sobre todo si tampoco prácticamente nadie le pone cara a su candidato andaluz Juan Marín.
El efecto Alaya.-
Las intenciones de voto parecen, esta vez, más volátiles que nunca. Habrá que ver como influye en todos estos presagios de los sondeos electorales las contingencias del día a día, desde los autos de la jueza Mercedes Alaya, que ya se han convertido en auténticos clásicos de la campaña, hasta un cara a cara como el propuesto por la RTVE de Andalucía o el debate a tres o a cinco por el que parece inclinarse Canal Sur, en función de los partidos que han estado presentes en el Parlamento durante la última legislatura o aquellos que es posible que estén en la próxima. Otro de los campos de batalla lo constituyen, desde luego, las redes sociales, donde los populares están dispuestos a darlo todo, aunque aparentemente sea un terreno minado por Podemos.
En Andalucía, la gente está harta de paro y de corrupción, de maletas jóvenes rumbo a medio mundo y de una crónica falta de expectativas que no sólo conciernen a la acción de Gobierno sino al tejido empresarial y a la sociedad civil del sur de Despeñaperros. Algo ha empezado a cambiar, como en tantos otros aspectos, a partir del 15-M y desde las últimas europeas. La ciudadanía necesita esperanza, aunque sea un tigre de papel, un castillo en el aire o con los pies de barro. El resultado de los escrutinios dependerá de las siglas que más utopía despierte y que más estabilidad presuponga. Sin embargo, también pudiera ser que el partido más votado fuera de nuevo el de la abstención.
El futuro, de todas todas, empieza a escribirse hoy. Susana Díaz, por encima de todo, tiene que legitimar en las urnas su popularidad indiscutible. De no ser así, difícilmente y de ser su propósito podría ganarle unas futuras primarias a Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, que aparece claramente reforzado tras su papel en el debate de la nación y la arriesgada solución que ha brindado al polvorín madrileño de su partido, situando a Ángel Gabilondo como cabeza de lista.
Juan José Téllez.
sábado, 28 de febrero de 2015
- ANDALUCES, LEVANTAOS.
Andaluces, levantaos.
Tras escuchar a Mariano Rajoy con arrobamiento (que no viene de robar, como pudiera parecer) y cierto estupor, sentí envidia cochina por no ser ciudadano de ese país multicolor que tan magníficamente describió desde la tribuna del Congreso. Tras oírle, tentado estoy de renunciar al grandísimo privilegio de ser español, español, español y pedirme la nacionalidad yupiana, ese país de las maravillas en el que todo es felicidad y además atan los perros con longaniza. Y con chorizos, que de eso en los mundos de Yupi de Rajoy van más que sobrados, palabra que como su propio nombre indica, viene de sobre.
Pero como no puede haber felicidad completa en la casa del pobre Rajoy (es un decir), hay una parte del país, una irreductible tribu de pertinaces aborígenes que abominan del progreso y deslucen el brillante desfile de las mesnadas patrias hacia la Arcadia feliz, también llamada Jauja. Y somos precisamente nosotros, los paupérrimos e indolentes andaluces los que afeamos tan esplendoroso futuro y ponemos palos en las ruedas para que fracase la brillante gestión realizada por el PP, la Iglesia, la banca y los grandes empresarios. Y perdonen la reiterada redundancia.
Y lo que nos pase nos lo tenemos más que merecido, por no saber elegir a nuestros representantes, por nuestro empecinamiento en negar el progreso general, por emponzoñarnos a nosotros mismos con recortes sin fin en Sanidad y Educación y por el gusto sadomasoquista que tenemos de engrosar las listas del paro, según nos ilustró el propio profeta del apocalipsis andaluz desde la tribuna del Congreso.
Aunque se olvidó el Gran Registrador de un pequeño detalle sin importancia: que todos los recortes realizados aquí por el Gobierno de coalición PSOE-IU son los menores de toda España y se han hecho por mandato legal emanado de las mismísimas criadillas del susodicho Rajoy, bajo pena de excomunión, cobrando además los intereses, al contrario que a otras comunidades autónomas, a las que se perdonó el incumplimiento del déficit y hasta los intereses de la deuda cuando no parte de la misma deuda. Claro que no eran comunidades traidoras como nosotros y están gobernada por honestos líderes del PP o de CiU.
Con su palabras, no hacía el futuro ex presidente del Gobierno otra cosa que dar pábulo a la creencia de la derecha española de que los andaluces somos unos vagos y maleantes tontos que estamos al “pitas, pitas, pitas” como señaló Esperanza Aguirre; que nos pasamos el día en el bar derrochando el dinero del subsidio o que hay que quitarnos el pez y enseñarnos a pescar, como aseguró Albert Rivera, líder de Ciudatans (Floriano dixit), cuando tuvo a bien honrarnos con su presencia hace unos días. Y está bien el consejo, sobre todo para los vecinos de Isla Cristina, Zahara de los Atunes o Motril, que sólo llevan unos 3.000 años practicando las artes pesqueras y claro, son unos neófitos.
En este punto, aunque contradiga a estos apóstoles de la Verdad Absoluta, quisiera yo defender la postura de que más vale pez o pájaro en mano, sobre todo si el pájaro es la gaviota del PP, la rata de los mares. Y ya puesta en la mano, apretarle un poco el gaznate hasta que se ponga colorada.
Por todo ello y aprovechando que estos días recordamos el himno de Andalucía, sería bueno que los andaluces nos levantáramos de una reputada vez. Y ya que nos levantamos, deberíamos hacerlo con el pie izquierdo y un poquito de mala leche, la suficiente para poner a estos badulaques en su sitio. O como cantarían los ya citados Rajoy, Aguirre, Duran y Rivera: ‘andaluces, levantaos, que son los once de la mañana y ya están abiertos los bares’.
Luis Muñoz
jueves, 4 de julio de 2013
- LA HISTORIA SE REPITE.
La derecha española o, si se prefiere, el centro-derecha español no ha sabido qué hacer con el derecho a la autonomía de Andalucía. No lo supo cuando UCD era el partido a través del cual se expresaba políticamente y ha seguido sin saberlo, cuando UCD fue sustituido por AP primero y PP después. A lo largo de más de treinta años el centro-derecha español no ha sido capaz de tener una posición coherente respecto del lugar de la comunidad autónoma de Andalucía en el Estado.
http://www.andalucesdiario.es/corredor_fondo/la-historia-se-repite/
Sin duda alguna en el origen de esa ausencia de coherencia está el referéndum del 28 F de 1980. La estrategia diseñada por UCD condujo a un fracaso de tal naturaleza, que hizo que dicho partido pasara del Gobierno a su desaparición, trasladando la representación del centro-derecha español en Andalucía a AP, que había tenido aproximadamente el 6 % de los sufragios en las elecciones constituyentes de 1977 y en las primeras elecciones constitucionales y municipales de 1979. El centro-derecha español, como consecuencia de su posicionamiento respecto del proceso estatuyente originario en Andalucía, quedó atrapado en una posición muy próxima a la de extrema derecha y condenado, como consecuencia de ello, a una travesía del desierto, que todavía no ha terminado.
AP no participó prácticamente en la elaboración del primer Estatuto de Autonomía y, en consecuencia, no lo consideró como una norma propia. Tuvo que aceptarlo porque no tuvo más remedio tras los sucesivos catastróficos resultados de las elecciones celebradas en los años ochenta, autonómicas y generales de 1982, municipales de 1983, autonómicas y generales de 1986, municipales de 1987 y generales de 1989, en las que la distancia entre el PSOE y AP estuvo, salvo en las generales de 1989, claramente por encima de los veinte puntos. Pero nunca se encontró cómodo dentro del sistema político que tenía a dicho Estatuto como norma de cabecera.
A partir de la conversión de AP en PP en el Congreso de Sevilla de 1989, el centro-derecha renunció a la reforma de la Constitución para poner fin al Estado Autonómico, que había figurado en sus programas electorales de los ochenta, y aceptó el bloque de constitucionalidad integrado por la Constitución y los Estatutos de Autonomía como marco para la acción política. Dicho giro estratégico, esto es, la aceptación de la titularidad y el ejercicio del derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que integran España, posibilitó que el centro-derecha español empezara a competir eficazmente y a ser un a alternativa de poder.
También en Andalucía se notó el giro estratégico del PP, pero con menos intensidad que en el resto del Estado. La desorientación del momento estatuyente originario no ha sido superada por completo. Y de ahí las oscilaciones, por no decir, los bandazos del PP en nuestra comunidad autónoma, como tendríamos ocasión de comprobar de forma señalada en el proceso de reforma del Estatuto de Autonomía.
El centro-derecha español rechazó el nuevo Estatuto de Autonomía durante las primeras fases de su tramitación parlamentaria tanto en el Parlamento de Andalucía como en el Congreso de los Diputados. Únicamente en la fase final votó a favor de la aprobación de la Reforma, no por convicción, sino por necesidad. La no aprobación de la Reforma lo habría dejado en una posición marginal dentro del sistema político andaluz. Pero tampoco se ha encontrado cómodo en el nuevo Estatuto.
Lo estamos viendo de manera recurrente. Cuando del ejercicio del derecho a la autonomía de Andalucía se refiere, los parlamentarios del PP en el Parlamento de Andalucía hacen una cosa y los diputados andaluces del PP en el Congreso de los Diputados hacen otra distinta. En el Parlamento de Andalucía votan a favor de la gestión del Guadalquivir por la Comunidad Autónoma. En el Congreso votan a favor de la gestión por parte del Estado. No se plantean siquiera hacer que el Gobierno del PP respete el ejercicio del derecho a la autonomía tal como está definido en el Estatuto de Autonomía que ellos mismos aprobaron. ¿Cómo pueden esperar que los andaluces con fíen en ellos?
El último botón de muestra es la posición del PP respecto del Decreto-ley de la Junta de Andalucía sobre la expropiación del uso de la vivienda de titularidad de los bancos previa indemnización con la finalidad de evitar desahucios. El Decreto-ley fue aprobado con el voto de los parlamentarios del PP y, sin embargo, el Gobierno ha acordado en el último Consejo de Ministros interponer un recurso de inconstitucionalidad y hacer uso del privilegio de solicitar la suspensión del mismo, que es automática en este supuesto, si bien el Tribunal Constitucional tiene que confirmarla o levantarla en el plazo de cinco meses.
Tirar la piedra y esconder la mano no suele ser buena estrategia, especialmente cuando se hace uso de ella de manera reiterada. Acaba generando una desconfianza, que suele pesar mucho en el momento en que los ciudadanos acuden a las urnas.
jueves, 10 de enero de 2013
- ¿PACTO POR ANDALUCÍA?
GRIÑÁN SE PONE ECUMÉNICO.
El presidente andaluz Pepe Griñán ha comenzado el año poniéndose estupendo. O para ser más precisos, poniéndose ecuménico, que es una de las muchas maneras que existen en política de ponerse estupendo. Tras el primer Consejo de Gobierno de 2013, el presidente anunció con solemnidad su intención de alcanzar un gran pacto por Andalucía del que sean partícipes todas las grandes fuerzas políticas, económicas y sociales de la comunidad. No dio Griñán muchas pistas de por dónde irán los dulces tiros de tan bella hermandad, pero sí puntualizó, por ejemplo, que el pacto debería incluir aspectos relativos a “cómo organizar la sanidad y la educación” o cómo conseguir que “el poder financiero aporte recursos al sistema económico, ya que se ha llevado recursos públicos”. Descartando que hubiera bebido antes de comparecer ante los medios, cuesta adivinar cuáles son exactamente las cuentas que se ha hecho el presidente para suponer que tal cosa es posible en Andalucía. O como diría el propio himno de Andalucía, que tal cosa es posible en “Andalucía, España y la Humanidad”.
El lunes próximo Griñán se reúne con el presidente del PP andaluz, Juan Ignacio Zoido, para iniciar la ronda de contactos políticos. Bueno, para iniciar y para terminar, puesto que los contactos políticos empiezan y acaban en el PP dado que Izquierda Unida ya está virtualmente en ese gran pacto, pues para eso gobierna en coalición con los socialistas. El portavoz parlamentario del PP, Carlos Rojas, ya ha dado alguna indicación sobre las posibilidades de alcanzar un acuerdo: su partido lo intentará, ha dicho Rojas, pero no será fácil llegar a acuerdos con “el bipartido radical” que gobierna en Andalucía. Empezamos bien. Es como si Griñán hubiera dicho que haría lo posible integrar en el pacto “a los fachorros del PP”, a los cuales, podría haber añadido por otra parte, les tiene un gran respeto.
Pero, aun sin dudar de la buena voluntad de las partes, el liderazgo de Zoido está demasiado poco asentado dentro del PP como para disponer de margen nada menos que para sellar un acuerdo del calado político y el alcance estratégico del propuesto por Griñán. Es dudoso que Zoido quiera ese pacto, pero es que aunque lo quisiera el líder regional del PP no manda lo suficiente en el partido como para imponerlo a sus compañeros, muchos de los cuales no lo quieren (el pacto, no a Zoido, aunque también). Y, como Griñán no puede dejar de saber, un gran pacto por Andalucía donde no esté el PP ni puede ser pacto ni, por supuesto, puede ser grande.
Y otra cosa: para alcanzar un acuerdo así todas las partes tendrían que ceder. De hecho, la manera de evaluar si un pacto es o no de verdad consiste en comprobar si las partes firmantes ceden mucho, bastante, poco o nada. Si todas ceden mucho es un gran pacto; si bastante es un buen pacto; si ceden poco no es casi nada; y si no ceden nada entonces es que el pacto no es nada. Zoido no está en disposición de ceder ni mucho ni poco ni nada, pero es que Griñán tampoco lo está en realidad: primero, porque gobierna con Izquierda Unida y eso reduce drásticamente su margen de cesión; y segundo, porque el PP se ha ido tan a la derecha en educación, sanidad o políticas económicas y laborales que es poco menos que imposible que la izquierda pueda consensuar con esa derecha una posición con un mínimo de contenido.
Difícil, pues, que los buenos propósitos del presidente andaluz para 2013 no se estrellen con la dura realidad antes de la primavera. Y eso como muy tarde. De hecho, fijar un plazo tan largo es una manera de ponerse estupendo, que para eso el año acaba de empezar. El gran Rubén de Luces de bohemia le aconsejaba a Max Estrella: “Max, no te pongas estupendo”. El humilde Avendaño de Al sur a la izquierda le aconseja al presidente Griñán: “Pepe, no te pongas ecuménico”.
Antonio Avendaño.
http://blogs.publico.es/antonio-avendano/2013/01/10/grinan-se-pone-ecumenico/
martes, 1 de mayo de 2012
- COSAS QUE NO CUESTA DINERO.
El talante del nuevo Gobierno debería caracterizarse por una escucha activa de la sociedad.
Sin Andalucía, serían felices. ¿Para qué emplear más palabras? Sin Andalucía las afirmaciones del ministro de Economía sonarían como las de Moisés al enunciar los 10 mandamientos en el monte Sinaí, en vez de cómo el sonsonete afilado del señor Burns, propietario de la central nuclear en la serie Los Simpson. Sin Andalucía, el bronceado intenso de Ana Mato no contrastaría de forma tan clara con el intento de expulsar del sistema sanitario a los morenos naturales de allende los mares.
Andalucía era imprescindible para cerrar el círculo, asentar el pensamiento único de que la crisis económica no puede ser superada sino con la liquidación de una parte importante del Estado de bienestar y con una modificación del actual Estado de las autonomías. El pastel estaba cocinado y la mesa puesta. La única pluralidad, con mando en plaza, sería la del Gobierno de Artur Mas, con quien el PP mantiene un 99% de coincidencias en materia económica y social. En cuanto a las divergencias, serían altamente rentables. O bien se produciría un acuerdo bilateral con Cataluña o una confrontación de bajo nivel en el que los contendientes se envolverían en las banderas españolas y catalanas, respectivamente, para alborozo de sus respectivos nacionalistas.
Pero Andalucía siempre llega cuando no se la espera. Ya pasó cuando decidió, contra todo pronóstico, conquistar la autonomía plena y romper un mapa desigual. Ahora ha vuelto a ocurrir, a la manera de este contradictorio siglo XXI, con menos épica y más contradicciones; sin las grandes pasiones y enormes esperanzas de hace tantos años. Pero lo ha vuelto a hacer y, pese a quien pese, se ha situado en el centro del debate político, con las banderas algo ajadas, pero con el mismo latido de igualdad.
El nuevo Gobierno debe ser consciente de que recibe un legado delicado que debe implicarlos más allá de sus propias fuerzas. El pueblo andaluz sabe las dificultades de la situación actual: la escasez de fondos públicos, los límites de la gestión política, la dificultad de invertir la rueda que nos empuja hacia el precipicio. No esperan milagros asombrosos pero serán absolutamente exigentes en las formas de ejercer el poder político, en la sensibilidad de las medidas que se adopten y en el ejemplo que ofrezcan a la sociedad andaluza.
En política, como en la vida, hay muchas cosas que no cuestan dinero pero que nos devuelven la confianza. No cuesta dinero, sino todo lo contrario, la honradez ni la sensibilidad social. No cuesta dinero poner en marcha de forma inmediata un código ético que no solo prevenga contra los casos de corrupción, sino que nos proteja de cualquier uso clientelar del poder político. Tampoco sería mala idea recuperar la educación y la elegancia como valores de la izquierda, fundamentalmente ahora que la derecha se ha vuelto lenguaraz e insultante.
No cuesta dinero la participación y el diálogo social, pero el de verdad, no el que se reduce a una consulta institucionalizada a las organizaciones sociales. Miles y miles de andaluces y andaluzas estarían deseando aportar sus conocimientos e ideas para mejorar nuestros servicios públicos, fomentar el empleo, proteger el medio ambiente o avanzar en igualdad de oportunidades. El talante del nuevo Gobierno debería caracterizarse por una escucha activa de la sociedad, lejos del autoritarismo o del paternalismo desmovilizador que nos ha privado de tantos talentos y soluciones.
Andalucía no va a buscar confrontaciones, se las va a encontrar en el camino. Sin dar siquiera tiempo a que se constituya el Parlamento, el Gobierno central ya ha planteado tres recursos contra decisiones andaluzas (subasta medicamentos, ley de incompatibilidades y oposiciones de docentes) y ha pronunciado las palabras temibles que suenan a golpe anti-andaluz: si no obedecen, serán intervenidos. Una amenaza inaceptable que nos recuerda a la frase favorita del personaje citado de Los Simpson, el dueño de la central nuclear, cada vez que los trabajadores desoyen sus órdenes: “¡Suelte a los perros!”.
Concha Caballero Elpais.com