sábado, 3 de julio de 2010

- DE LAICOS NADA.

La aconfesionalidad del Estado es imposible mientras subsista el Concordato.
La Iglesia católica mantiene todos sus privilegios en los planes del Gobierno.

Lo viejo no acaba de morir, lo nuevo no acaba de nacer. Este es el estado de ánimo de los movimientos laicistas ante la anunciada reforma de la legislación sobre libertad religiosa, cuyo contenido adelantó EL PAÍS el domingo día 13. El Gobierno ha presentado los cambios de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa de 1980 como un desarrollo de la "laicidad del Estado". Entre otras medidas, prohibirá la presencia de símbolos religiosos -como el crucifijo cristiano- en edificios públicos y buscará una fórmula para que los llamados funerales de Estado sean civiles, sin ceremonias religiosas. También se propone extender a otras religiones de "notorio arraigo" privilegios que disfruta la mayoritaria confesión católica, a la que el Estado financia con unos 6.000 millones de euros anuales

Los prelados ven un ataque en la ley que prepara el Ejecutivo.

El Estado financia con unos 6.000 millones a la Iglesia romana.

Perdida la batalla de la teocracia, los obispos apelan a la razón histórica.

La Iglesia lleva 30 años incumpliendo el compromiso de autofinanciarse.

De esta cifra, 3.000 millones se destinan, según cifras oficiales, a sostener los colegios religiosos concertados, pero también se paga con dinero público el sueldo de obispos y sacerdotes; a los profesores de catolicismo en la escuela pública (unos 15.000); el salario de más de un millar de capellanes castrenses, hospitalarios y carcelarios, e incluso gran parte de la restauración o sostenimiento del ingente patrimonio histórico artístico de esa religión, la segunda propietaria inmobiliaria después del Estado.

"Es iluso creer que se avanza hacia la laicidad mientras persistan los privilegios de la Iglesia católica, acordados en Roma en la Navidad de 1979 por el ministro de Asuntos Exteriores español y el secretario de Estado de la Santa Sede". "La tentación de extender los privilegios del catolicismo a otras religiones agravaría la confesionalidad encubierta del Estado". "España es ahora un Estado aconfesional con querida. Mañana podemos ser un Estado aconfesional con cuatro o cinco mantenidas más, es decir, habremos retrocedido en laicidad y neutralidad religiosa". Con esta contundencia se expresan los eclesiasticistas partidarios del laicismo y gran parte de los líderes de las religiones llamadas minoritarias, con tres o más millones de fieles.

Lo mismo opinan católicos de base que no viven "la laicidad como una amenaza contra la Iglesia, sino como una oportunidad positiva". El Foro de Curas de Madrid incluso vislumbra en la laicidad el sueño de que su Iglesia acepte "mirar la modernidad sin ingenuidad o frivolidad pero con esperanza, descubriendo que la laicidad puede ser evangélica y teológicamente positiva".

Enfrente, la jerarquía del catolicismo alza la voz con severidad contra las intenciones del Ejecutivo socialista. Los obispos consideran el laicismo un ataque a su Iglesia e, incluso, "un retroceso de la civilización y una aberración del ser humano", y ven en las intenciones de los socialistas irreligiosidad, ateísmo o anticlericalismo. Aún confían en que el presidente Rodríguez Zapatero desista de la reforma anunciada tras entrevistarse en Roma con Benedicto XVI hace dos semanas.

Juan José Tamayo, director de la cátedra de Teología en la Universidad Carlos III, en Madrid, y secretario general de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, concluye que el Gobierno se ha quedado "sin política propia" en cuestiones de laicidad. "La agenda se la marca otro Estado, el de la Ciudad de Vaticano, cuyas orientaciones sigue discipularmente". Como ejemplo, señala el retraso en la presentación de la nueva ley hasta después de la visita de Benedicto XVI a España, el próximo noviembre, para no tener problemas".

JUAN G. BEDOYA 03/07/2010 (Extracto del reportaje publicado en El País)

Con lo que le da cada año y con lo que no le cobra tendría para reducir el déficit en un tanto por ciento muy elevado sin tener que tocar tanto a los bolsillos de los contribuyentes, pero este gobierno “socialista y de izquierda” (para mí ni socialista y menos de izquierda) tiene más miedo que once viejas a enfrentarse y ponerse en su sitio ante la jerarquía de la iglesia católica.

Hay países donde las Iglesias se autofinancian -Reino Unido y Eslovenia- o donde se prohíbe la financiación de las confesiones, como Irlanda (si bien la Iglesia católica recibe allí ayudas en el sistema educativo) pero nosotros, los españoles, somos más papistas que el Papa y nos apoyamos en un Concordato, que en opinión de muchos juristas es ilegal y anticonstitucional, (ver artículo de Dionisio Llamazares http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Laicidad/imposible/elpepusoc/20100703elpepisoc_2/Tes ) y que nos hace recordar tiempos pasados donde el dictador iba bajo palio arropado por toda la “caterva” de gerifaltes católicos, que tenía acojonado y amedrantado al pueblo llano bajo el castigo de dar con sus huesos en la cárcel.

Ya es hora de decir basta y de una vez por todas se apruebe una ley de libertad religiosa donde se defina la laicidad y aconfesionalidad del estado y donde las religiones se muevan en la esfera de lo privado de las personas y no en la pública, es decir, cada uno en su casa; pero me temo que eso no lo veré, por ahora o mucho tiene que cambiar las cosas.

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