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sábado, 17 de diciembre de 2011

- EL CONDESITO ANDALUZ

La incultura del conde.

Circula en Internet una petición para declarar a Cayetano Martínez de Irujo persona non grata en Andalucía. Creo que, sin embargo, su mejor castigo sería cursar estudios en un centro, preferentemente público, que le proporcione algunos conocimientos y combata la aguda incultura que, como siempre, se disfraza de desprecio y arrogancia. Ni el dinero ni la estirpe pueden comprar los conocimientos y la conexión con el mundo. Ni siquiera una impresionante colección de arte, producida por artistas a los que no han comprendido en absoluto, puede tapar las miserias de una educación lamentable.

En la entrevista que el genial Évole le hizo a Martínez de Irujo hubo un momento de ruptura en el que el deseo de agradar y de presentar una imagen popular de la nobleza se quebró bruscamente. Y no me refiero al fragmento en que se despacha contra los jóvenes andaluces ni contra nuestra tierra, sino cuando confiesa, con la mirada vuelta hacia otro ángulo de la cámara, que no, que él no ha visto ni leído el libro Los santos inocentes. La simple mención de este título literario provocó un movimiento interior en el conde y nos desveló las trampas para negar el pasado; la paciente labor del olvido y la justificación de sus orígenes con infantiles falsificaciones históricas.

A los niños nos tapaban los ojos cuando salían en la televisión escenas de violencia o de sexo; al pobre conde le cerraban los ojos cuando aparecía en escena un señorito, un jornalero o una injusticia. Las personas como él no han podido leer a Delibes, ni a Machado, ni a García Lorca. Es más, yo creo que desde los cantares de gesta y el teatro de Calderón de la Barca no han podido disfrutar con tranquilidad de ninguna obra literaria, porque hasta el convenenciero Lope de Vega hizo estallar al pueblo contra las tropelías del noble comendador. Por supuesto, el conde no habrá leído a Víctor Hugo, ni disfrutado de Los Miserables, ni acompañado a Anna Karenina en sus desventuras contra su desalmado y noble marido, ni siquiera disfrutar del teatro de Shakespeare y el naufragio de las casas nobiliarias.

Inconscientemente, pronuncié un ¡viva! encendido por Delibes y por todo el poder desvelador de la literatura. Los pobres nobles no hallan siquiera consuelo en las nuevas aventuras de la novela histórica donde la nobleza tampoco escapa a la perfidia. Su último refugio cultural son los programas y las revistas del corazón. Los únicos subproductos culturales que echan de menos al subproducto de una casta nobiliaria a la que venerar.

Pero, su incultura no queda reducida al ámbito literario. En esta misma entrevista, nos demostró que sus conocimientos históricos eran cercanos al cero patatero. ¿De dónde viene el poder sobre la tierra? Se encoge de hombros... No lo sabe. Es posible que fuese repartida en batallas o por dádivas reales. Tampoco le interesa. Hasta que al final estalla con una auténtica revelación freudiana: "Me hubiera encantado vivir en el medievo", dirimir los conflictos con la espada, definir la sociedad con estamentos cerrados.

Por mucho que se esfuercen, no es posible ocultar la oscura historia de la nobleza en España: su origen bélico y a veces genocida, su defensa a ultranza de los privilegios, su aversión al trabajo y a la industria, su oposición a toda idea de progreso, su apoyo reciente a la dictadura franquista... Y así hasta los tiempos actuales. Una clase que hundió a España durante siglos bajo la bandera de la tradición y contra el progreso, enarbolando el lema "que inventen ellos". El pliego de acusación contra sus desmanes, sus abusos y su papel en la historia ocuparía -de hecho ocupa- bibliotecas completas. Según Cayetano, lo que ocurre en Andalucía no pasa en ninguna otra parte. Es verdad: lo que ocurre en España y en Andalucía no sucede en ningún otro lugar de Europa. Allí los bajaron del poder a través de revoluciones populares; aquí, tres siglos más tarde, todavía les siguen ofreciendo premios, distinciones y pagándoles el diezmo de sus cosechas, como buenos vasallos.

CONCHA CABALLERO 17/12/2011

martes, 13 de diciembre de 2011

- CABALLERO SEÑORITINGO ANDALUZ.

Cuánta razón tiene don Cayetano Luis Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, conde de Salvatierra, al indignarse con los jóvenes andaluces a los que tal vez no haya tratado demasiado en persona, pero a quienes conoce bien por referencias, por lo que le han contado tantas veces desde niño los propios capataces de sus fincas, por cosas que siempre se acaban oyendo aunque no se quiera en cócteles, reuniones y almuerzos con otros latifundistas, por declaraciones que han hecho sobre el tema políticos como Duran i Lleida que conocen bien el paño…

A preguntas de Jordi Évole en su programa de La Sexta Salvados, don Cayetano fue muy claro, como se debe ser cuando se habla nada más y nada menos que del futuro de una tierra a la que, después de dejar la equitación, uno ha entregado prácticamente toda su vida intentando sacar adelante unas modestas y ruinosas fincas que en realidad la Casa de Alba sigue conservando más que nada por dar trabajo a las pobres familias que llevan años viviendo de ellas, aunque luego no se lo agradezcan a uno, por cierto.

A propósito de la juventud del sur sostiene don Cayetano: “Cuando ves que la gente joven no tiene el menor ánimo de progresar, eso es grave; eso pasa sólo en Andalucía, sinceramente, en el norte de España no pasa, en el centro tampoco, ni siquiera en Extremadura”. Debe ser muy duro llegar a una conclusión tan amarga. Hay que tener mucho arrojo personal para admitir que la gente por la que uno viene desvelándose desde hace no se sabe cuántos años le paga a uno con la falsa moneda de la abulia, la desidia, el abandono y la absoluta falta de “disponiblidad y mentalidad para el trabajo”.

Sólo un auténtico aristócrata es capaz de mirar de frente la verdad sin arredrarse, y no sólo de mirarla, sino de contarla en televisión y someterse así al vil escrutinio de la plebeya opinión. ¡Ay, de qué poco ha servido a todos esos jóvenes jornaleros el ejemplo preclaro de don Cayetano, particularmente cuando hacía ondear el nombre de España en los hipódromos de medio mundo merced a sus triunfos a caballo! Da ejemplo para esto. Déjate la vida sobre una silla de montar para que luego los hijos de los aparceros de tus fincas se nieguen a imitar tu entrega, tu sacrificio, tu sudor a pie y a caballo, tu inquebrantable compromiso con el progreso de Andalucía al conservar fincas por cuyo cultivo la Unión Europea apenas se digna darte un mísero millón de euros que hoy en día, y después de pagar jornales a tanto vago, no da ni para una yegua como Dios manda.

Antonio Avendaño . Publico.es