viernes, 28 de abril de 2017

- UN FISCAL ANTISISTEMA.

La sacudida provocada por la Operación Lezo ha puesto en evidencia las profundas fallas de un sistema capaz de consentir durante al menos diez años un latrocinio de recursos públicos para engordar los bolsillos de unos cuantos políticos y para que el PP pudiera continuar financiando sus campañas en condiciones tan privilegiadas como ilegales frente a los demás partidos. Pero además estamos conociendo cada día nuevos datos que señalan un problema incluso más grave que el propio latrocinio: esas camarillas corruptas han contaminado instituciones clave para el funcionamiento democrático, desde influyentes medios de comunicación hasta los órganos encargados de impartir justicia.

La cosa viene de lejos (¡si algún día confesara sus pecados Federico Trillo!), pero baste como ejemplo la acumulación de motivos para exigir la destitución inmediata del Fiscal Jefe Anticorrupción, Manuel Moix, aun sabiendo que su caída debería consecuentemente arrastrar la del propio Fiscal General que lo nombró y la del ministro de Justicia Rafael Catalá, algo que cuesta mucho imaginar por una cuestión muy simple: sus mensajes de apoyo y cariño a un imputado son del estilo de los que el propio Mariano Rajoy envió a Bárcenas. Si entre los citados y el partido que los sustenta quedaran restos de dignidad democrática y de visión de futuro, tendrían que apartarse todos y abordar una verdadera refundación del PP.

Mientras se lo piensan (pocos), volvamos al caso de ese fiscal reconvertido en abogado defensor y alérgico a todo aquello que signifique tocar los avisperos de la corrupción. ¿Por qué no debería continuar ni un minuto en su puesto?

1.- Porque gracias a la Operación Lezo se confirma que nunca debió ser nombrado. Hemos conocido que en verano de 2016 Ignacio González ya le contó a Eduardo Zaplana que creía que Moix, entonces fiscal superior de Madrid, sería el elegido nuevo Fiscal Jefe Anticorrupción, plaza vacante por jubilación del titular aunque pendiente de concurso. “Si sale es cojonudo”, dijo González con esa seguridad que siempre le ha caracterizado. Y lo dijo por tanto incluso antes de que se supiera que Consuelo Madrigal no continuaría como Fiscal General, precisamente porque se negaba a nombrar a Moix en Anticorrupción o a desituir al fiscal de Murcia que dirigía la investigación contra el todopoderoso entonces presidente autonómico Pedro Antonio Sánchez.
En noviembre se le da el finiquito a Madrigal por no aceptar las presiones políticas en esos y otros nombramientos y se designa Fiscal General al magistrado del Supremo José Manuel Maza, que reconoce públicamente ser “muy amigo” del ministro Catalá y también del titular de Interior, Juan Ignacio Zoido. Dos meses después, exactamente el 22 de enero, Manuel Moix se presenta para el puesto de Fiscal Jefe Anticorrupción junto a otros seis aspirantes, todos ellos con amplia experiencia en grandes casos de corrupción, desde Bankia, fondos reservados o las tarjetas black (Alejandro Luzón), a los papeles de Bárcenas (Antonio Romeral), el saqueo de Marbella (Belén Suárez) o el caso Púnica (María Teresa Gálvez)… Todos, excepto Moix, que era el único totalmente ajeno a esa Fiscalía Anticorrupción. Por cierto, la gran preocupación de Moix en sus 17 páginas de su Plan de Actuación no era la falta de recursos para indagar las tramas de corrupción sino más bien las intolerables “filtraciones” que a su juicio se producen sobre los asuntos investigados. Siempre en referencia a filtraciones a la prensa, por supuesto. De filtraciones a los propios investigados no hay mención.

El 21 de febrero de 2016, representantes de la Unión Progresista de Fiscales advirtieron en persona al propio Maza de la existencia de esa grabación a Ignacio González en la que se mencionaba a Moix. El Fiscal General respondió que tomaba nota y, al día siguiente, nombró a Manuel Moix para el puesto sin argumentar los motivos.

2.- Porque, tras dos años de investigación por parte de la UCO (Guardia Civil) y de meses de grabaciones y seguimientos, justo en vísperas de las detenciones ordenadas por el juez, Moix intentó evitar que los registros incluyeran la documentación que guarda el Canal de Isabel II sobre su filial latinoamericana Inassa. Los dos fiscales responsables del caso, Carlos Iáñez y Carmen García, se vieron obligados a invocar el artículo 27 del Estatuto Fiscal para reunir a la Junta de Fiscales, de cuyos 22 integrantes sólo uno se alineó con Moix, que tuvo que aceptar el registro señalado, aunque después consiguió imponer que no se acusara a Ignacio González de uno de los delitos que se le imputan: organización criminal. El juez Eloy Velasco, pese a ello, lo ha mantenido.
3.- Porque el señor Moix recibió en el año 2009 todos los datos de la trama de Ignacio González, familia y socios (presunta organización criminal) para lucrarse con la adjudicación del campo de golf en lo que iba a ser un parque público en el centro de Madrid. Como ha desvelado infoLibre este pasado martes, el entonces fiscal superior de Madrid no sólo rechazó la denuncia presentada por la asociación vecinal Parque Sí en Chamberí, que acusaba a González de prevaricación, malversación y tráfico de influencias, sino que en su escrito de archivo se permitía afirmar que no existía “la más leve sospecha” contra el entonces vicepresidente y mano derecha de Aguirre en el Gobierno de la Comunidad de Madrid. En el auto de prisión dictado por el juez Velasco se mencionan todas las empresas y nombres propios que ya aparecían en la documentación que Moix consideró irrelevante.
Si el fiscal Moix simplemente hubiera reclamado a Hacienda en 2009 el modelo 347 de dos empresas, como solicitaban los denunciantes, hubiera conocido que la sociedad creada por la familia González había tenido ingresos de más de tres millones de euros. Con esa sencilla diligencia, Moix habría podido frenar entonces el latrocinio y nos habría ahorrado mucho dinero a los contribuyentes.

4.- Porque esa evidente obstaculización del trabajo de los investigadores se está viendo reproducida en otros casos, como el que afecta al ya expresidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez. El señor Moix tiene previsto apartar al fiscal delegado Juan Pablo Lozano, que ha seguido desde el principio la pieza de la trama Púnica en Murcia, y que ha sufrido además algún extraño robo sin aclarar en su domicilio. Esa medida contradice además el argumento del propio Moix cuando decide apartar también a los fiscales que investigan la corrupción del 3% en Cataluña, con el argumento de que lo procedente es que los asuntos de un territorio los lleven los delegados en ese territorio. Murcia será una excepción, y los nuevos encargados de investigar el 3% van a tener que empezar de cero (como el propio Moix en sus conocimientos sobre Anticorrupción).
5.- Porque en el historial de Moix como fiscal superior de Madrid figuran otras decisiones tan incomprensibles para cualquier ciudadano como controvertidas entre sus propios compañeros de toga. Fue Moix quien durante meses prohibió la utilización de los más de ochocientos correos electrónicos de Miguel Blesa con el argumento de que se violaría su intimidad. Gracias a la constancia periodística de algunos medios y a las iniciativas judiciales posteriores, se ha confirmado que los correos han sido pruebas imprescindibles en el caso ya juzgado de las tarjetas black o en los del caso Bankia o las preferentes, aún pendientes de juzgar. Moix era más partidario de perseguir a los medios que publicábamos unos correos que para nada afectaban a la intimidad de Blesa, sino más bien al bolsillo de los contribuyentes. Reaccionó Moix con prisa desde su fiscalía madrileña para pedir la puesta en libertad de Rodrigo Rato el día que fue detenido para registrar su casa y su oficina, como también fue diligente a la hora de solicitar el archivo del caso del espionaje que implicaba a responsables de la Comunidad de Madrid pilotada por el trío formado entonces por Aguirre, González y Granados.
Este mismo jueves, el ministro Catalá calificó de “anécdotas puntuales” todas las polémicas que envuelven a la Fiscalía General y al Fiscal Anticorrupción. Para él, se trata de “barbaridades que hacen un daño tremendo al conjunto de la sociedad y de nuestro sistema democrático, porque no hay nada peor que minar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones…” Es decir, que todo lo relatado es cosa de gente “antisistema” empeñada en ensuciar la imagen del Gobierno. Ya le ha dicho Rajoy a Catalá: “Estas cosas pasan”.

Uno por uno, de forma aislada, cualquiera de los motivos citados debería bastar para que Manuel Moix no continuara un minuto al frente de la Fiscalía Anticorrupción. Y de ahí para arriba, convendría empezar a identificar con nombres y apellidos quiénes son los verdaderos “antisistema”, los que destrozan la confianza de la ciudadanía en la democracia y sus órganos de control. De momento, sabemos que decenas de miles de lectores de infoLibre discrepan del presidente y del ministro, y exigen con sus firmas que el señor Moix sea destituido con urgencia. Por el bien del sistema.
Jesús Maraña. Infolibre.es

lunes, 17 de abril de 2017

- T.V.E. COMO SIGNO DE LOS TIEMPOS.




Televisión Española como signo de los tiempos.

Sábado 15 de abril. Alrededor de las diez de la noche. Prime time televisivo en fin de semana de vacaciones. En la 1 de Televisión Española aparecen unos niños con atuendo militar. A bote pronto, asustan: ¿un documental sobre los niños de la guerra?; pero enseguida se ve que son fakes: demasiado planchados y repeinados. Se trata -nuevo susto- de un programa que cumple "sueños infantiles"; en esta ocasión, ser "¡militares por un día!" (así, con signos de exclamación). Una mosca en la pantalla, cuya forma recuerda al humo espeso de una gran explosión, nos informa de que estamos en la Unidad Militar de Emergencias de las Fuerzas Armadas. Y una voz en off, que “nuestros pequeños soldados están a punto de licenciarse”. “Llegaron aquí como niños y se han convertido en auténticos soldados”, proclama después uno que aparece rotulado como comandante San José. Pero antes de dar paso a la ceremonia “de este sueño”, el presentador llama a “las mamás” de las criaturas, quienes entran en plano con una excitada carrerita y plantan besos de bebé sobre sus casi firmes soldaditos de plomo. Soldaditos de carne y hueso. 
En estos tiempos en que gasean niños en Siria y la guerra nuclear ha dejado de ser un innombrable tabú, todo ello resulta tan triste y perturbador que le das al mando de cambiar de realidad. Pero, ¡ay!, pasas a La 2 y te encuentras con el ‘Santo Oficio’. Teniendo en cuenta que estás en plena Semana Santa y que ya vienes curada de espanto porque en algún momento has caído por Telemadrid, te propones no dejarte llevar por el mosqueo y seguir con el zapping. Pero entonces lo ves. O quizá solo lo oyes: reconoces su voz meliflua, sucia. Y sí, es él: el obispo Reig Pla. Y sí, ya no te mosqueas lo justo sino que te indignas todo lo que, en justa medida, merece el hecho de que se dé espacio a ese individuo en la televisión pública. El homófobo Reig Pla. El fanático Reig Pla. El ultracatólico Reig Pla. El exaltado, el extremista Reig Pla. El poseso, el endemoniado, el imbuido de tanto mal que no escatima azufre para señalar nuestros pecados (dejo espacio para coger aire): 
"Injusticia social (con la síntesis del marxismo y el liberalismo), ecología idolátrica y fragmentada, anticoncepción, esterilización, aborto, 'amor romántico', divorcio, 'amor libre', técnicas de reproducción asistida, ‘pornificación' de las relaciones personales y de la cultura, sexualidad sin verdad, usurpación deliberada de la filiación natural de los niños, manipulación arbitraria de la anatomía, de la fisiología y de la identidad personal, eutanasia y suicidio asistido, 'poliamor', realidad virtual sustitutiva, manipulación y mejoramiento genético de embriones, bio-neuro-ingeniería posthumanista, etc. son sólo una parte de los escalones, programados, científica y sistemáticamente, en orden a la deconstrucción de la 'identidad-misión', querida por Dios para el ser humano". 
Si alguien fuera por la calle con un faldón soltando semejante filípica, podría ser detenido por alteración del orden o ingresado por brote psicótico. Pero este señor se calza la falda, se sube al púlpito de la Santa Madre y no solo acaba subvencionado por el aconfesional Estado español, sino que la televisión pública lo convierte en telepredicador de sábado prime time. ¿Cómo es posible tal disparate? Votando al Partido Popular. Votando a un Partido Popular que pone de presidente de la Corporación RTVE a otro que dice que la misión de España en la América colonizada era “evangelizar y civilizar”. Que compara a los aztecas con los nazis. Que se vanagloria de haber llevado la imprenta y haber editado "catecismos" en aquellas tierras infestadas de salvajes. Y que niega que los españoles cometieran genocidio con los pueblos indígenas. 
Este individuo se llama José Antonio Sánchez y se crió a los pechos mediáticos de Ansón, el ABC, la Razón, la COPE, Isabel San Sebastián, Antena 3… Entre 2002 y 2004 Sánchez ya fue presidente de la tele esta que programa niños y obispos de la guerra. Con Aznar el fotogénico. Gana 197.125,44 euros, un 30% más que en 2016, mientras que los trabajadores tienen el sueldo congelado. A excepción del Partido Popular, a Sánchez no lo quieren ni dentro ni fuera del ente público: tanto los trabajadores como la oposición parlamentaria le acusan de purgar a quienes no son de la cuerda ideológica del Gobierno, y denuncian contrataciones externas, redacciones paralelas, propaganda, manipulación de los informativos, censura. 
Es decir, tenemos a Trump midiéndosela con el mundo (y no es ninguna broma) y ¿qué se le ocurre a este Gobierno? Pues mandar a Morenés el de las armas de embajador en Washington, decir a los mexicanos del muro que para holocausto el azteca y hacer en la tele una fantasía de niños soldados. Todo ello previa visita de la Legión a cantar a los niños de oncología ‘Soy el novio de la muerte’. Y simultaneando con el Santo Oficio del fascista Reig Pla. Parece una broma. Pero no lo es, maldita la gracia. Es el signo de los tiempos.

miércoles, 12 de abril de 2017

- LA REGLA DE LA GUARDIA CIVIL.

La Guardia Civil tiene sus reglas.

La Guardia Civil es un Cuerpo y tiene sus reglas, aunque haya mandos que olviden que algunas de ellas se presentan sin avisar y con evidente riesgo de ponerlo todo perdido. Es un tema que afecta singularmente a las agentes del Instituto, que a los tradicionales valores de sacrificio, lealtad, austeridad, disciplina, abnegación y espíritu benemérito, han de añadir el de la menstruación en acto de servicio, un todo por la patria un tanto sangriento para el que suelen llegar preparadas de casa salvo imponderables del ciclo.
Por uno de esos imprevistos, una guardia civil que había abandonado durante diez minutos la vigilancia de una rotonda del puerto de Barcelona para acudir a un baño y ponerse una compresa ha sido expedientada y suspendida dos días de empleo y sueldo. Dice ahora la oficialidad que la sanción está justificada por haberse ausentado sin avisar, estando como estamos en el nivel 4 de alerta antiterrorista. Dicho nivel se ha mantenido invariable desde junio de 2015, por lo que hay que suponer que la superioridad ha tenido conocimiento de cada micción de los hombres de verde y dispone de un grandioso trabajo de campo sobre el funcionamiento del riñón y hasta de la próstata de los uniformados.
El caso Evax fina y segura puede parecer una anécdota desafortunada pero es la constatación de que estamos ante un Cuerpo con demasiada testosterona, que sigue sin asumir la incorporación femenina pese a la tradicional costumbre benemérita de patrullar en pareja. La presencia de la mujer es un imperativo legal que se sobrelleva. De los cerca de 77.000 agentes, apenas 5.000 son mujeres, alrededor de un 6,5%, un porcentaje muy inferior al de otras fuerzas de seguridad (13% en la Policía Nacional, un 22% entre los Mossos y un 11% en la Ertzaintza).
La Guardia Civil es más de números que de género, la conciliación es un arcano y son frecuentes las situaciones de acoso laboral y sexual. De ahí que el absentismo laboral de las mujeres llegue a triplicar en ocasiones al de los varones. En este reino de machos, todo está pensado para que bajo el tricornio haya un hombre con o sin bigote. Ello explica situaciones surrealistas como el de la agente expedientada por insubordinación tras haber adquirido y utilizado un chaleco antibalas adecuado a su anatomía y no el estándar, que no contempla que su portador tenga unos pectorales sobresalientes, coloquialmente conocidos como tetas.
Sometida al Código Penal Militar, en la Guardia Civil la discriminación de género no existe como tal, y el protocolo de acoso resulta una burla. Las denuncias se eternizan o se entierran. No es infrecuente que el denunciado por acoso sea el instructor del protocolo o que el caso se archive sin tomar declaración a la denunciante. A las guardias civiles se les sigue mandando a casa a fregar, y sólo pueden esperar que, tras un tortuoso proceso, las vejaciones y los insultos sean castigados como abuso de autoridad.
La Benemérita es un Cuerpo, sí, pero bastante extraño. Lo razonable y lo deseable sería que se unificara con la Policía Nacional en una única fuerza de seguridad civil, una especie de policía federal complementada con las autonómicas y locales, lo que solventaría la descoordinación y las duplicidades Pero su desmilitarización, una más de las promesas incumplidas del PSOE cuando llegó al poder en 1982, se ha pospuesto indefinidamente. Todos los Gobiernos han encontrado ventajas en mantener ese carácter que les obliga a la sumisión y a la obediencia, les priva de derechos básicos como la sindicación, la huelga o la negociación colectiva y les maltrata salarialmente. Alberto Moya, secretario general de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, lo explica gráficamente: “Somos como la paella o los toros”, una tradición, un segundo ejército muy folclórico.
Sin desmilitarización es imposible que la democracia y la modernidad penetre en este entramado tan masculino, un colectivo, por cierto, con una de las tasas de suicidio más altas del país. Casi 30 años después de que un decreto ley permitiera su acceso a la institución, el papel de la mujeres es residual. De las distintas escalas y empleos representan el 2,77% de los oficiales y el 2% de los suboficiales. Siguen siendo una curiosidad estadística y, periódicamente, un estorbo menstrual.