domingo, 25 de mayo de 2014

- RESULTADOS ELECCIONES EUROPEAS EN BONARES.

La izquierda arrasa en Bonares en las elecciones europeas 2014.

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jueves, 22 de mayo de 2014

- LAS COSAS DEL PP Y DE SEVILLA.

Sevilla, capital del salmorejo cordobés.

Montaje sobre la broma de Zoido y las calaberas.//

Montaje sobre la broma de Zoido y las calaberas.//

“La sensación de libertad me embriagaba. Estaba harto de mi ciudad nativa, y aún hoy, pasados treinta años, no siento deseo de volver a ella [...] Una constante de mi vida ha sido actuar por reacción contra el medio donde me hallaba. Eso me ayudó a escapar del peligro de lo provinciano, habiendo pasado la niñez y juventud primera en Sevilla, donde la gente pretendía vivir no en una capital de provincia más o menos agradable, sino en el ombligo del mundo, con la falta consiguiente de curiosidad hacia el resto de él”. Así resumía Luis Cernuda el concepto de provincianismo, en este caso el de Sevilla, su ciudad natal, urbe atestada actualmente de esculturas de toreros y duquesas, pero que ha sido incapaz de levantar una al genial poeta de la Generación del 27.

Y guerra entre provincias es lo que han levantado las declaraciones del alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, en referencia al puerto de salida de Cristóbal Colón y las tres carabelas: “Querido Mariano (Rajoy), en la Edad Moderna Sevilla fue el kilómetro cero. De aquí salieron las naves para descubrir América y aquí se empezó a construir la Europa del futuro. Aunque os digan que las naves salieron de Palos, es mentira, las naves salieron de aquí”. La broma se hubiera quedado en un chascarrillo de mitin del PP si el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, no le hubiera afeado a Zoido sus palabras. Rodríguez, en su perfil de Facebook, aseguró que tenía que mandarle “una copia del Diario de Colón” a su “amigo el alcalde de Sevilla” que se pudo dejar llevar por el “inmenso amor” a su ciudad.

La pasión de Zoido por Sevilla no es nueva. El regidor sevillano ya reconoció, tras tener que capitanear al PP andaluz durante un año y medio, tras la marcha de Javier Arenas, que lo suyo era Sevilla, y no Andalucía. “Sabéis que accedí (a la presidencia del PP-A) por lo que accedí. Mi ilusión es Sevilla”, explicó Zoido en un acto del PP en la capital hispalense, en el que reconoció que le pidió a su número dos, José Luis Sanz, que le echara una mano para estar presente en las ocho provincias.

Las bromas de Zoido pueden hacer gracias en su ciudad, pero no en el resto de provincias de Andalucía, en las que defienden con uñas y dientes su historia y su patrimonio de la amenaza del centralismo de la capital de Andalucía. Y el orgullo provincial no entiende de partidos, como ha demostrado la última polémica, surgida entre alcaldes del mismo partido y que no es la primera que acaba con una disculpa hispalense.

El pasado mes de diciembre, tras conocerse que el Puerto de Málaga se convertía en la primera sede del Centro Pompidou fuera de Francia, Zoido declaró: “Aunque se construya en otras ciudades, jamás tendrán lo que tiene Sevilla”. Mientras el alcalde malacitano, Francisco de la Torre, intentó quitar hierro al asunto, el presidente provincial del PP, y de la Diputación de Málaga, Elias Bendodo, optó por guardar silencio y así seguir alimentando la polémica, una más entre la histórica rivalidad provinciana Sevilla-Málaga, Málaga-Sevilla.

EL SOLMOREJO SEVILLANO

Otra de las polémicas originadas desde el ombliguismo sevillano tuvo como protagonista al salmorejo cordobés. En esta ocasión Zoido no fue el actor protagonista, pero sí el Ayuntamiento de Sevilla, que indignó a Córdoba con un concurso de tapas, Patrimonio Gastronómico de Sevilla. Desde la delegación de Turismo, dirigida por Gregorio Serrano, incluyeron entre los platos a concurso el salmorejo, el salmorejo cordobés. También la cola de toro, aunque el rifirrafe por este plato, también de origen cordobés, quedó en un segundo plano.

El intento de Sevilla de ‘apropiarse’ del salmorejo provocó que el concejal cordobés de Turismo, Ricardo Rojas, enviara una queja formal a su homólogo hispalense. Una semana después Serrano pidió disculpas por “la indebida” inclusión del salmorejo que achacó a un “lamentable malentendido”. El diario Córdoba, el más leído de la provincia califal, puso fin a la polémica como si de una guerra se tratara: Sevilla se rinde y retira el salmorejo de su concurso de tapas.

FRANCISCO ARTACHO / Sevilla / 22 May 2014

domingo, 11 de mayo de 2014

- EL PP Y ANDALUCÍA.

El PP y el mantra de Andalucía.

El Partido Popular habla de Andalucía como los amantes despechados ponen a parir a la niña de sus ojos porque su oscuro objeto de deseo no siente lo mismo y no hace más que devolverles las sortijas de compromiso electoral y las cajitas de bombones envenenados.

Del amor al odio, como bien saben los boleros, no hay distancia y los conservadores españoles ensayan desde antiguo el mantra de Andalucía con el requiebro inverso de quien pretende arrojar flores a su amada pero con macetas para que lleguen con rapidez. Quizá el primero en abrir la veda fuera en su día Fernando Sánchez Dragó, cuando la ruta de Gargoris y Habidis le llevó sorprendentemente hacia el camino zen de José María Aznar: hablaba el heterodoxo comunicador del pesebre andaluz con esa cierta soberbia de quien entiende que al PSOE de Andalucía le votan a cambio de un bocadillo de mortadela. Desde entonces, han sido numerosas voces las que se han alzado contra esa supuesta Andalucía esclavizada a un régimen que sorprendentemente renueva sus votos electorales con similar periodicidad y garantías a la del resto de territorios del Estado.

Se puede aceptar que Esperanza Aguirre se confunda y diga que Andalucía tiene nueve provincias pero no que compare a los andaluces con las gallinas, que a su juicio se dejan engatusar por los socialistas cuando les dicen “pitas, pitas, pitas” con dinero público. En ese retablillo de agravios andaluces, lo mismo hay que sumar a la diputada conservadora Montserrat Nebrera que se burlaba en Cataluña del habla vertiginosa de Magdalena Alvárez o aquella vez en que Ana Mato caricaturizaba a los escolares andaluces arrellanados en el suelo del aula y sin pupitre que les valiese. Buena parte de ese via crucis andaluz del Partido Popular y similares lo ha compilado Antonio Ramos Espejo en un excelente ensayo titulado “Andalucía, de vuelta y media”. Un lugar común que en cierta manera reproduce el de algunos iconos culturales al uso como el del anti-flamenquismo, desde Eugenio D´Ors a Vicente Molina Foix y que se trasladan con cierta frecuencia a la escena política como cuando Alberto Ruiz Gallardón proclamó, no hace mucho, que lo que define a Andalucía es el paro y los Eres falsos. Esa teoría de Andalucía, que guarda cierta relación con la de José Ortega y Gassett, se remonta al regeneracionismo español pero, mucho más reciente, a la propia transición y al referéndum del 28-F. También en aquel caso, la UCD –que entonces representaba fundamentalmente a la derecha moderada de este país—jugó a garabatear un boceto andaluz que no se parecía a su realidad sino a la que dicha coalición pretendía domesticar como un mimoso gatito que no se enfurruñara por quedar relegado a un segundo plano respecto a Cataluña, País Vasco, Navarra y Galicia. Entonces nos mandaron a Lauren Postigo, pero ignoro si sería justo decir que en los años siguientes han ido subiendo el nivel intelectual.

Si no puedes conquistar el corazón democrático del sur de Despeñaperros, parecen entender los populares de hoy, olvídate de mimar a esa tierra y ponla a parir de un burro, con la altanería melancólica de los despechados. Ahora, Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, ha dado en decir que no quieren que Europa se parezca a Andalucía, como si fueran comparables el Rhin y el Guadalquivir, Gustav Mahler o Manuel Torre, el gótico flamígero y Pablo Ruiz Picasso. Mal asunto que arremeta contra Andalucía el presidente de una autonomía, la de Madrid, que sería tan inexplicable sin los andaluces como las listas de su partido en las elecciones europeas sin la presencia de su primer candidato, Miguel Arias, que también es andaluz. Si no quiere el señor González que Europa se parezca a Andalucía; ¿porque no traslada su controvertido apartamento de la Costa del Sol al valle de las landas, a la humedad del Támesis o a las brumas de Rotterdam?

Doy por seguro que los primeros en enojarse con esas chanzas andaluzas de Génova, Moncloa y gobiernos regionales, son los propios electores y simpatizantes del Partido Popular, que aplauden desde luego las críticas hacia el bipartito que gobierna la Junta de Andalucía, pero que no entienden como la torpeza puede generalizar semejantes invectivas a toda una realidad nacional cuyos votos pretenden captar a toda costa. ¿De qué lado se ponen los dirigentes del PP andaluz? El protocolo habitual en estos casos ya tan habituales pasa porque estos, en vez de desautorizar a quienes usan en vano el nombre de esta tierra, pretenden justificarles con el conocido estribillo de que se sacan las frases de contexto y de que no se trata de una crítica a toda Andalucía sino a su gobierno. Una vez, de acuerdo. Dos, puede ser. En tres, en treinta o en trescientas ocasiones, ya no cabe descontextualización alguna.

En el caso de ese tal González se refería, al parecer, a que Andalucía estaba plagada de hordas de bandoleros que asaltaban supermercados, ocupaban viviendas vacías o estas se repartían al socaire del amiguismo. ¿Algún andaluz se atrevería a confundir a la capital de la gloria y de la movida con su gobierno autonómico cuando este saquea el sistema de salud y la enseñanza pública, o con la sede madrileña del Gobierno central que ha dado una patada en la puerta de los presupuestos públicos para refinanciar los beneficios privados de algunos bancos y cajas, con la complicidad de los bandoleros del Banco Central Europeo a los que tanto parece admirar Ignacio González?

Dan ganas de que alguna vez lleguen a gobernar Andalucía para que dejen, al menos, de soltar estupideces sobre esta tierra.

Juan José Téllez.