¡Qué triste es estar sólo y no poder decírselo a nadie!
Cuan verdad es y cuantas veces nos ha pasado que estamos “solos” y no podemos o no somos capaces de decírselo a alguien que nos pueda escuchar. Esta situación es por la que creo que pasan aquellas personas que se quitan la vida, en principio, sin motivos aparentes. Son personas que cuando las ve y hablas con ellas parecen que no tiene ningún problema, que están alegres, sin preocupaciones, pero por dentro de su ser, en su mente, están maquinando algo por encontrarse “solos” y no es porque no tenga gente a su alrededor, familiares, amigos o compañeros, que sí los tiene, sino porque no tiene a nadie con quien hablar, con quien confesar sus problemas, con quien abrirle su corazón y decirle lo que siente, son, en definitiva, unos cobardes de la vida que no son capaces de afrontarla con lo que se le viene encima, que se encierran en su caparazón, cual erizo e intenta repeler las agresiones exteriores (verdaderas o no) agachando la cabeza, tapándose los ojos y los oídos y esperar que caiga el rayo, pero como no cae, él o ella, en un gesto sublime de cobardía da el paso adelante, encontrándose al borde del abismo, y pereciendo en él.
Él/la que se quiere “ir” nunca lo dice ni lo da a entender, sino que, cual persona cabal, hace una vida aparentemente normal para no levantar sospechas (hemos de recordar que es un cobarde y los cobardes no quieren que se sepa lo que son) y el día menos esperado se “va” sin decir nada y dejando la incógnita del por qué lo hizo y que después cada uno haga sus conjeturas sobre su “final”, cual detective de serie televisiva, que lo único que va buscando es el morbo de los sucedido.
Estas situaciones de soledad-cobardía no es sólo privilegio de esos “enfermos psiquiátricos”, sino que casi todos o tal vez todos hemos pasado alguna vez por los primeros síntomas de soledad, pero hemos reaccionado a tiempo, nos hemos relacionado con los demás y no hemos llegado a la cobardía.
Hay gente que me pregunta si no me aburro cuando estoy solo (físicamente) en verano y le contesto que el que se aburre, cuando está solo, es que no sabe hacer nada.
Se puede estar solo teniendo a mucha gente a tu alrededor y se puede estar acompañado estando sólo físicamente.
Que estas líneas no sirvan de reproche a nadie sino de reflexión para todos.
Cuan verdad es y cuantas veces nos ha pasado que estamos “solos” y no podemos o no somos capaces de decírselo a alguien que nos pueda escuchar. Esta situación es por la que creo que pasan aquellas personas que se quitan la vida, en principio, sin motivos aparentes. Son personas que cuando las ve y hablas con ellas parecen que no tiene ningún problema, que están alegres, sin preocupaciones, pero por dentro de su ser, en su mente, están maquinando algo por encontrarse “solos” y no es porque no tenga gente a su alrededor, familiares, amigos o compañeros, que sí los tiene, sino porque no tiene a nadie con quien hablar, con quien confesar sus problemas, con quien abrirle su corazón y decirle lo que siente, son, en definitiva, unos cobardes de la vida que no son capaces de afrontarla con lo que se le viene encima, que se encierran en su caparazón, cual erizo e intenta repeler las agresiones exteriores (verdaderas o no) agachando la cabeza, tapándose los ojos y los oídos y esperar que caiga el rayo, pero como no cae, él o ella, en un gesto sublime de cobardía da el paso adelante, encontrándose al borde del abismo, y pereciendo en él.
Él/la que se quiere “ir” nunca lo dice ni lo da a entender, sino que, cual persona cabal, hace una vida aparentemente normal para no levantar sospechas (hemos de recordar que es un cobarde y los cobardes no quieren que se sepa lo que son) y el día menos esperado se “va” sin decir nada y dejando la incógnita del por qué lo hizo y que después cada uno haga sus conjeturas sobre su “final”, cual detective de serie televisiva, que lo único que va buscando es el morbo de los sucedido.
Estas situaciones de soledad-cobardía no es sólo privilegio de esos “enfermos psiquiátricos”, sino que casi todos o tal vez todos hemos pasado alguna vez por los primeros síntomas de soledad, pero hemos reaccionado a tiempo, nos hemos relacionado con los demás y no hemos llegado a la cobardía.
Hay gente que me pregunta si no me aburro cuando estoy solo (físicamente) en verano y le contesto que el que se aburre, cuando está solo, es que no sabe hacer nada.
Se puede estar solo teniendo a mucha gente a tu alrededor y se puede estar acompañado estando sólo físicamente.
Que estas líneas no sirvan de reproche a nadie sino de reflexión para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario