Este artículo, que transcribo literalmente a continuación, no es mío ni sé de quien es, sólo sé que lo copié el domingo 10 de diciembre de 2.006 de la prensa digital y que hoy, después de leerlo otra vez, me dispongo a darle publicidad por lo que de interesante tiene, bajo mi punto de vista, sobre la iglesia católica.
JESÚS JAMÁS INSTITUYÓ –NI QUISO HACERLO– NINGUNA NUEVA RELIGIÓN O IGLESIA, NI CRISTIANA NI, MENOS AÚN, CATÓLICA:
Según los Evangelios, Jesús solamente citó la palabra “iglesia” en dos ocasiones, y en ambas se refería a la comunidad de creyentes, jamás a una institución; el término semítico “ekklesía” designa la asamblea general del pueblo judío ante Dios, la “kahal Yahveh”.
Pero
Aunque parezca absurdo, Jesús no fue cristiano (y menos aún católico) y prueba de ello es que sólo se limitó a intentar agrupar al “pueblo de Israel” bajo un nuevo marco, y las pruebas de ello podemos encontrarla en los Evangelios. Según Mateo 10, 5-7 “A estos doce (los apóstoles) los envió Jesús, dándoles estas instrucciones: No vayáis a tierras de gentiles (no judíos), ni entréis en ciudad de samaritanos; id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id y predicar que el reino de los cielos está cerca” y Mateo 15, 24 “Pero él respondió: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”.
Jesús fue un judío, como sus discípulos, y ni tan siquiera pretendía fundar una secta judía más entre las muchas que ya había en su época. Todo su esfuerzo se encaminó en mejorar la práctica religiosa del judaísmo entre su pueblo (“No vayáis a pensar que vine a abolir la ley o los profetas; no vine a abolir, sino a dar cumplimiento. Porque os lo aseguro: antes pasarán el cielo y la tierra, que pase una sola jota o una tilde de la ley sin que todo se cumpla.”, Mateo 5, 17-18) y ante su convencimiento del inminente advenimiento del “reino de Dios” en
Esta creencia en la inminencia del Juicio Final y en el reemplazo del mundo por el “reino de Dios” era compartida por buena parte de los judíos de esa época, que mantuvieron la vista puesta en ese cercano momento durante gran parte del siglo I. A principios del siglo II, una epístola escrita por Pedro intenta frenar el desánimo de los cristianos, provocado por el incumplimiento de la promesa de Jesús de venir de inmediato al mundo para presidir el día del juicio final: “Ante todo, sabed que en los últimos días vendrán escarnecedores con sus burlas, que andarán según sus propios deseos y que dirán: <
Siendo tan intensa la creencia en la inminencia del Juicio Final, resulta obvio que ni Jesús ni sus apóstoles quisieron fundar ninguna nueva religión o estructura organizativa del tipo de una Iglesia, sino que promovieron con todas sus fuerzas el agrupamiento del pueblo de Israel en torno a la “ekklesía”, eso es la asamblea general del pueblo judío ante Dios.
Por tanto el origen de
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