Este mediodía he presenciado un partido de fútbol de categoría cadete en el que el árbitro del partido lo paró por graves insultos de un espectador, padre de un jugador del equipo Salesianos, al árbitro.
Hasta aquí podría quedar en anécdota a no ser que este "energúmeno", después de mis advertencias, del árbitro y del resto de espectadores, siguiese en sus treces y no se bajase del burro diciendo que él tenía derecho a insultar al árbitro por que para eso era árbitro y cobraba un dinero por el partido, a lo que le contesté que él, por el mero hecho de ser espectador y por la misma norma, estaría sujeto a que todo el mundo se metiese con él y lo insultase, incluido a su hijo que era jugador, a lo que me contestó que no estaba de acuerdo porque ni él ni su hijo eran árbitros. Le respondí que si no quería que se metiese con él ni con su hijo que se quedase en casa y aguantase a su mujer, pero si quería estar en un campo de fútbol respetase a las personas.
Mientras esta conversación sucedía llegaron dos energúmenos más que le daban a razón al primero y acusaban al árbitro de ser muy malo, cuando iban perdiendo de 8 a 0, a lo que les respondí que si fuesen ganando no pasaría nada.
Cuando salía el hijo del citado energúmeno le recriminé su actitud diciéndole que los hijos hacían lo que sus padres les decían y hacían y que ese era un mal ejemplo, pero él pasaba de todo,.
Pero cuando el árbitro del partido denunció ante la Policía Local la actuación de dicho individuo, le cambió la cara y los hechos.
Los árbitros se equivocan, unas veces más y otras menos, pero en el partido de hoy no ha influido para nada en el resultado y si lo ha hecho ha sido en contra del Bonares.
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