martes, 9 de agosto de 2011

- EL REPRESENTANTE DE CRISTO.

A continuación reproduzco el artículo publicado en Publico.es por Arturo González sobre la visita del “papa” a España y las actuaciones de la iglesia católica y sus representantes.
El Representante de Cristo.

No estoy yo muy seguro de que si Cristo auditara la actuación de su Representante en la Tierra, la aprobara. No estoy muy seguro de que le consintiera tanta soberbia y mano dura en el mando. No estoy muy seguro de que le pareciera bien que no rinda cuentas ante nadie. Ni de que sea el único Estado no democrático del mundo, y así declarado por su propia estructura, la Iglesia. Ni siquiera de que fuera un Estado civil y a la vez una organización religiosa.

Ni de que relegase históricamente a la mujer, y aun ahora no la iguale a los fieles varones, por más devotas que haya.

Y mucho menos seguro estoy de que le permitiera injerirse en asuntos civiles de los otros Estados, y condicionarlos con el misterio de la fe.  Ni de tratar de imponer sus tesis a quienes no las comparten y no creen ni en Él, Cristo, ni en Dios Padre.

No estoy muy seguro de que no renegara de su pasado inquisitorial, y actual en lo que puede.

Ni de tanta cadena sexual. Ni tanta hipocresía también en lo sexual. Ni tan benevolente con la pederastia.

Por supuesto que no creo que permitiera que no se financiase únicamente con las ayudas y óbolos de sus seguidores, y mucho menos aceptar y sacar a Estados y Gobiernos cuantiosas sumas.

Ni de que la educación religiosa se impusiera, cuando Él quería ser paladín de la libertad.

Ni de sus connivencias con los poderosos. Ni de sus trapicheos matrimoniales.

Ni del juego de dogmas cambiantes, ni de su infalibilidad.

Ni igualar crisis económica y ateísmo.

Ni de las masivas demostraciones de fuerza, poniendo países a sus pies, en veranos políticos interrumpidos, fes y fanatismos desbordados, ciudades inhabilitadas durante días en apropiaciones indebidas, callar las bocas de los disidentes, paseos triunfales. El Papamóvil de Cristo era una borriquilla.

Ni que los representantes de su Representante, cardenales y obispos, dijeran que el problema es que los jóvenes están con la ética bajo mínimos.

Ni que los alcaldes complacientes defiendan sus viajes porque generan ingresos.

Majestades, Parlamentos, Señorías, y el pueblo, el pueblo ansioso de creer en algo.

Seguro que no querría que implantasen el mundo de la culpa y la expiación.

Y no estoy nada seguro de que no repudiase frontalmente la gran manifestación que sus representantes, constituidos en infalibles popes, han hecho de su mensaje.

Y es que el Papa tiene un teléfono móvil para hablar con Dios, pero a veces no hay cobertura.

Arturo González.  Público.es

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