La precampaña electoral del PP tiene dos elementos realmente asombrosos. Primero, que sus dirigentes confiesen sin mayor rubor que los recortes que tienen previsto realizar en las comunidades autónomas, los están aplazando hasta después del 20-N para no poner en riesgo la victoria que le auguran las encuestas. Y, segundo, que Mariano Rajoy y su equipo pretendan convencer a los ciudadanos de que su simple llegada al poder actuará como aquel bálsamo de Fierabrás capaz de curar todas las dolencias del cuerpo humano. Eso sí, cuando al dirigente del PP le preguntan por la fórmula de tan milagrosa pócima, responde con el silencio… para no perjudicar sus expectativas electorales.
Resulta, sin embargo, que el PP también tiene un historial de gestión durante los tres años de grave crisis, ya que importantes comunidades autónomas llevan décadas en poder de la derecha. Y el análisis de ese historial demuestra que los bálsamos de Fierabrás son un cuento. Chino, carolingio o pontevedrés, pero cuento al fin y al cabo.
Mariano Rajoy debería tener la honestidad de explicar a los votantes cuáles son exactamente sus modelos de gestión. ¿Piensa copiar el ritmo de endeudamiento de Murcia o del País Valenciá? ¿La reforma financiera de la que habla se va a inspirar en la gestión que ha hecho Francisco Camps de las cajas de ahorro? ¿Su lucha contra el paro será tan exitosa como la de Alberto Núñez Feijóo, que prometió terminar con el desempleo en 45 días y lleva camino de batir todos los récords negativos?
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