El presidente valenciano y sus altavoces mediáticos utilizan todo tipo de argumentos absurdos para intentar contestar a las pruebas de sobornos aportadas por Baltasar Garzón. Pero básicamente se resumen en dos: que la cantidad pagada en trajes (12.783 euros) es ridícula en comparación con los beneficios obtenidos por la trama corrupta y que no queda acreditado por el juez a cambio de qué le regalaron las prendas a Francisco Camps.
Todo palabrería hueca. Camps puede terminar con esta supuesta campaña en su contra en un minuto. Eso es exactamente lo que se tarda en aportar al juez las facturas de los trajes o el extracto bancario que acredite el pago.
Y si las facturas resulta que las tienen El Bigotes y sus mariachis, porque fueron ellos quienes pagaron, pues Camps también tiene ante sí otra tarea que también dura un minuto. Eso es exactamente lo que se tarda en convocar a los medios y anunciar que presenta su dimisión, por mentir hace un par de semanas cuando aseguró muy solemne que sus trajes se los pagaba él y por aceptar regalos de miles de euros de empresarios que contratan con la Administración que preside.
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