La batalla de Andalucía.
Hace justo treinta y cinco años, un 28 de febrero de 1980, Andalucía marcó la pauta de lo que luego constituyó el estado de las autonomías en este país. Hasta ese momento, el proyecto de construcción de la España democrática incorporaba dos velocidades diferentes, las que contemplaban respectivamente los artículos 151 y 144 de la Constitución de 1978. En el primero de los casos, se encontrarían las nacionalidades históricas que entonces se enunciaban: Cataluña, País Vasco y Galicia, las que habían alcanzado su estatuto durante la II República antes del golpe de Estado de julio de 1936. Andaucía, a partir de aquella consulta, no sólo logró incorporarse de pleno derecho a tan selecto club sino que instauró el café para todos en cuanto a competencias de autogobierno para todas las regiones del Estado, sin exclusiones.
Las elecciones autonómicas convocadas para el 22 de marzo en Andalucía también pueden jugar un papel esclarecedor del futuro que aguarda en otros comicios españoles de este año, desde las municipales a otras autonómicas y, desde luego, las generales. Conforme pasan las semanas, todos los indicios apuntan a que el adelanto electoral al sur de Despeñaperros puede beneficiar a las expectativas de voto del PSOE, pero también a las de Izquierda Unida: Podemos todavía no se ha consolidado como referente político con el mismo alcance que en el resto del Estado y su candidata, Teresa Rodríguez, aún no es suficientemente conocida por el electorado, máxime en el ámbito rural que resulta tan determinante en las urnas andaluzas y en donde los círculos de la formación de Pablo Iglesias no han prendido con la misma fuerza que en las ciudades.
En todo caso, habrá que valorar también, en estos tiempos de arenas movedizas, el hecho de que tan carismático y novedoso líder aparezca como paracaidista en el calendario electoral, lo que resulta bastante presumible porque esta nueva organización probablemente sea la que más se juegue después de su éxito en las europeas de mayo de 2014. Aunque las encuestas le sitúen como la tercera fuerza en Andalucía, la Izquierda Unida de Antonio Maíllo cuenta, hoy por hoy, con mayor fuerza e infraestructura local que esa nueva competencia política. ¿Qué efecto tendrá el abandono de IU por parte de la Candidatura Unitaria de Trabajadores, de Sánchez Gordillo y de Diego Cañamero? Sus votos eran apreciables para IU,, sobre todo en la campiña de Sevilla, Cádiz y Huelva. Sin embargo, quizá el hecho de que hayan abandonado la coalición izquierdista atraiga a votantes socialdemócratas, hastiados del PSOE, pero a quienes no apetecía reforzar con su voto las ocupaciones de fincas o las acciones testimoniales en los supermercados.
El PP andaluz, en obras.-
A pocos días del inicio de la campaña, el PP parece resignarse a perder en Andalucía, a pesar de que el propio Mariano Rajoy ha entrado en combate cuerpo a cuerpo tanto como presidente del partido y como presidente del Gobierno.
Debe sopesar los riesgos el inquilino de La Moncloa si ha decidido investirse de primo de Zumosol de Juanma Moreno Bonilla, el sustituto de Javier Arenas tras el breve interregno de Juan Ignacio Zoido al frente de los liberal-conservadores de Andalucía. Si gana, será la victoria de su patrocinado. Si pierde, tendrá que asumirlo como un revés para con sus brotes verdes, sus buenas noticias macroeconómicas y la suficiencia narcisista que ha demostrado durante el último debate de la nación.
El PP está en obras e incluso antes de que sufra un batacazo electoral, ya hay maniobras para mover luego la silla del candidato: el hecho de que la delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, haya sido sustituida por Antonio Sanz, tras incorporarse como candidata por Almería en una papeleta en la que también figura Javier Arenas, no pasa desapercibido para quienes estiman que quizá ella se convierta en la futura presidenta del PP andaluz.
Si esas siglas fueron las más votadas en los comicios verdiblancos de 2012, nada permite sospechar que vuelvan a serlo, aunque tampoco sea imaginable que Susana Díaz arañe la mayoría absoluta que le permita gobernar holgadamente. Tendrá que hacerlo mediante mayoría simple, en solitario, negociando su investidura o sus presupuestos, año tras año, casa por casa. E incluso, más allá de la investidura, cabe deducir que cualquier suerte de pacto se supeditará a los resultados de las elecciones municipales.
¿Con quién podría alcanzar el PSOE de Andalucía un acuerdo de gobierno estable? La hipótesis de la grossen coalition con el PP ha sido descartada en varias ocasiones por la presidenta andaluza. Tampoco se muestra predispuesta a asociarse con Podemos, por lo que podría repetir el pacto con Izquierda Unida, siempre y cuando Izquierda Unida le sirviera para sus intereses estratégicos. Tampoco parece viable que consiga demasiados escaños UpyD y el Partido Andalucista de la cineasta Pilar Távora, si nadie lo remedia, volverá a quedar fuera del nuevo Parlamento.
En las últimas encuestas, ha irrumpido rotundamente “Ciudadanos”, que de confirmar su empuje podría ser una buena elección, a pesar de que Albert Rivera pronunció una desdichada intención, la de venir a enseñar a pescar a los andaluces, un albur que ha provocado tanto estupor y enojo entre la afición. Como cuando Ana Mato se pasó tres pueblos a la hora de equiparar prácticamente a los escolares del sur con los de la Inglaterra victoriana de Charles Dickens. A menos que alguien demuestre por una vez lo contrario, no parece buena estrategia meter el dedo en el ojo para seducir a un votante, sobre todo si tampoco prácticamente nadie le pone cara a su candidato andaluz Juan Marín.
El efecto Alaya.-
Las intenciones de voto parecen, esta vez, más volátiles que nunca. Habrá que ver como influye en todos estos presagios de los sondeos electorales las contingencias del día a día, desde los autos de la jueza Mercedes Alaya, que ya se han convertido en auténticos clásicos de la campaña, hasta un cara a cara como el propuesto por la RTVE de Andalucía o el debate a tres o a cinco por el que parece inclinarse Canal Sur, en función de los partidos que han estado presentes en el Parlamento durante la última legislatura o aquellos que es posible que estén en la próxima. Otro de los campos de batalla lo constituyen, desde luego, las redes sociales, donde los populares están dispuestos a darlo todo, aunque aparentemente sea un terreno minado por Podemos.
En Andalucía, la gente está harta de paro y de corrupción, de maletas jóvenes rumbo a medio mundo y de una crónica falta de expectativas que no sólo conciernen a la acción de Gobierno sino al tejido empresarial y a la sociedad civil del sur de Despeñaperros. Algo ha empezado a cambiar, como en tantos otros aspectos, a partir del 15-M y desde las últimas europeas. La ciudadanía necesita esperanza, aunque sea un tigre de papel, un castillo en el aire o con los pies de barro. El resultado de los escrutinios dependerá de las siglas que más utopía despierte y que más estabilidad presuponga. Sin embargo, también pudiera ser que el partido más votado fuera de nuevo el de la abstención.
El futuro, de todas todas, empieza a escribirse hoy. Susana Díaz, por encima de todo, tiene que legitimar en las urnas su popularidad indiscutible. De no ser así, difícilmente y de ser su propósito podría ganarle unas futuras primarias a Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, que aparece claramente reforzado tras su papel en el debate de la nación y la arriesgada solución que ha brindado al polvorín madrileño de su partido, situando a Ángel Gabilondo como cabeza de lista.
Juan José Téllez.
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