miércoles, 29 de mayo de 2024
martes, 28 de mayo de 2024
- ME ENCANTA LA FRUTA.
Le encanta la fruta y sobre todo la manzana podrida
del frutero.
Benjamín Prado 27 de mayo de 2024 @pradobenjamin
Dice el PP que en su acto del fin de semana en la
Puerta de Alcalá había sesenta mil personas, pero había veinte mil y, además,
no importa: tanto una cifra como la otra degradaron la presunta fiesta
multitudinaria a la categoría de “romería”, que es como la definieron sus
propios socios de la ultraderecha.
Dice después el PP en ese mismo escenario que los
fondos europeos llegaron a España gracias a su partido, cuando en realidad la
formación trató de bloquearlos por tierra, mar y aire, fue a Bruselas a
poner palos en las ruedas y a asegurar que el Gobierno los derrocharía. Se
quedaron con las ganas, mirando el pastel y con la cuchara en la mano, y puede
que ese sea el motivo —o eso o el simple y puro cinismo— de que ahora estén un
poco confusos o tratando de soplar y sorber al mismo tiempo, ya que, por un
lado, su candidata, Dolors Montserrat, se quiere poner esa medalla y a
continuación sale su jefe, Núñez Feijóo y dice que ese dinero “sólo sirve para
endeudar a los ciudadanos.” ¿Querría decir eso o lo contrario, lo mismo que el
otro día cuando le espetó, que él es mucho de espetar, al presidente Sánchez,
en el Congreso, que debía cesar fulminantemente al ministro de Exteriores “por
poner los intereses de España por encima de los del PSOE”? Qué difícil es
entender a este hombre.
Dice también el PP que su partido “lucha
muy fuerte contra la corrupción” y que siempre lo ha hecho, y entonces
suenan entre las notas del himno nacional las listas de sus casos delictivos: Gürtel, Púnica, Noos, Arena, Emarsa, Pokemon, Lezo, Baltar, Fitur, Arena, Campeón, Bankia, Lino, CAM, Barcenas, Guateque, Naseiro, Faycán, Tótem, Sóller, Troya, Fitur…
y lo dejo aquí, que son más de cien y se comen el artículo.
Pues qué malo es Sánchez y qué fáciles de camelar son
la práctica totalidad de los grupos parlamentarios, tanto de izquierdas como
conservadores, que lo han sentado en los bancos azules y que, salvo la extrema
derecha, no quieren saber nada con este PP de hoy.
Lee en el atril la presidenta de la Comunidad de
Madrid su apoyo a Milei y a Netanyahu, un neofascista y un genocida
contra el que acaba de pedir una orden de detención por crímenes contra la
humanidad ni más ni menos que el fiscal de la Corte Penal Internacional, y da
lecciones políticas y morales al tiempo que le gritan 7.291, 7.291,
7.291… esa cifra de víctimas del coronavirus que, según ella, “se iban a
morir igual” en las residencias de las que era responsable y donde se les
encerró sin asistencia médica; esa cifra que sus subordinados acallan en la
Asamblea, para ordenarle a un compareciente “que no hable del pasado.” Y
también repite, claro, es uno de los platos fuertes de su menú, que le encanta
la fruta. Del novio, ni una palabra; ni del piso donde vive o ha vivido con él;
ni del resto de la familia. Sólo fruta.
Y dice con otras palabras el PP, en su mitin, lo
que dijo poco antes su media naranja de Vox: “hay que echar al presidente de La
Moncloa a patadas y gorrazos”, que en la versión de Núñez Feijóo es pedir
la disolución de las Cámaras y la convocatoria de otras elecciones, a ver
si esta vez cuela. La razón, según él, es “que Sánchez ha engañado a todo el
mundo.” Pues qué malo es Sánchez y qué fáciles de camelar son la práctica
totalidad de los grupos parlamentarios, tanto de izquierdas como conservadores,
que lo han sentado en los bancos azules y que, salvo la extrema derecha, no
quieren saber nada con este PP de hoy. Tanto hablar de fruta y no se han dado
cuenta aún de quién es la manzana podrida del frutero.
- FELIPE Y LA GAL VIVA.
Felipe y la GAL viva.
DAVID TORRES MAYO 27, 2024
Es
raro que Felipe González no acudiese a dar la barrila entre
los fruteros que el domingo fueron a la Puerta de Alcalá. Estaba Fernando
Savater, pobre hombre, que cada vez parece más Leticia Sabater; estaba Núñez
Feijóo, que cada vez parece más Harold Lloyd colgado de un reloj; y estaba Díaz
Ayuso, a la que cada día que pasa le gusta más la fruta. Es la frase por la que
pasará a la posteridad, encubriendo ese "hijo de puta" que dirigió al
presidente del Gobierno con su mejor estilo barriobajero, mientras que el número con que la recordarán por los siglos de los siglos es
7.291. Dice que le gusta la fruta, sí, pero lo que la vuelve loca
son los fiambres y los chorizos.
Felipe
pudo haber ido a la Puerta de Alcalá de telonero perfectamente, pero hacía
demasiado buen tiempo como para desaprovecharlo y además ya les había hecho el
trabajo sucio el jueves en El Hormiguero. El
problema de llevar a Felipe a El Hormiguero es
que a estas alturas casi no hay manera de distinguirlo de Trancas y
Barrancas, las dos hormigas de peluche que dan la réplica a los
invitados, más que nada por las paridas que suelta. Como buen jarrón chino que
es, el expresidente no se prodiga mucho por las televisiones, pero cualquier
día de estos Iker Jiménez le dedica un especial de Cuarto Milenio, un documental esotérico sobre la
metamorfosis de Felipe en una cara de Bélmez.
A
una semana de distancia del primer centenario de la muerte de Kafka, habrá que
recordar que, en el caso de Felipe González, metamorfosis no hubo ninguna, si
acaso un cambio de chaqueta: de la pana a la corbata de seda, del socialismo
callejero al psocialismo psicológico, de las reuniones en la clandestinidad a
los consejos de administración de las hidroeléctricas. Felipe lideró la
reconversión industrial acallando a los sindicatos con
la mano izquierda y repartiendo juego en el sector financiero e inmobiliario
con la derecha, sin olvidar que el principal objetivo era
reconvertir al bueno de Isidoro en una industria de sí mismo. Umbral dijo que
un académico es un señor que se transforma en sillón, pero Felipe se transformó
en sillón sin necesidad de pasar por la Academia.
En
1993 Umbral publicó La década roja, un
libro donde, entre otras lindezas, dice: "FG es el nuevo Franco movido por
los mismos poderes, de las Koplowitz a los yanquis". Poco antes, citaba al
banquero Alfonso Escámez: "Mira, Umbral, con Franco no podíamos salir de
España porque nos llamaban fascistas. Con Felipe, tengo sucursales en toda
Europa. Cómo no voy a estar con Felipe". Lo de Gregor Samsa despertándose
convertido en un escarabajo es una mierda al lado de la metamorfosis de Felipe
González, un tipo que dirigía el país desde una mesa de billar y que cambió a
Karl Marx primero por Groucho Marx y luego por Chico y por Harpo. En la
entrevista del jueves sólo le faltó la bocina y salir pedaleando en monociclo.
Pablo
Motos perdió
la oportunidad de preguntarle por la ropa interior,
uno de sus temas favoritos, así que nos quedamos sin saber si Felipe lleva
calzoncillos de cuello vuelto. Motos tiene de periodista lo que yo de
arzobispo, por lo que tampoco podíamos esperar que le preguntara por los GAL,
por la cal viva o por qué los indultos a los independentistas catalanes le
parecen un atentado contra la Constitución y los indultos a Barrionuevo o
Griñán un ejemplo de salud democrática. Nos vamos a quedar sin saber
quién es el señor X, lo mismo que nos quedamos sin saber quién
diablos será M. Rajoy. Por consiguiente.
domingo, 26 de mayo de 2024
- FELIPE GONZÁLEZ.
Felipe González, la nostalgia y la vejez.
González, este jueves en El Hormiguero elDiario.es
25 de mayo de 2024
Siempre que escucho a Felipe
González me hago las mismas preguntas. ¿Qué diría el joven Isidoro al Felipe de
hoy? ¿Por qué ha envejecido tan mal? ¿Qué fue de ese político que llegó a la
presidencia del Gobierno con el mayor respaldo social de la historia
democrática? ¿Por qué desprecia a esa España progresista que en el pasado lo
apoyó? ¿Fue siempre un cínico o es el tiempo el que lo transformó?
Hace mucho que
Felipe simboliza justo lo opuesto a todo lo que representaba. Como
escribió Isaac Rosa, se ha convertido en una brújula inversa
para toda la izquierda española: si él dice ‘norte’, la respuesta correcta está
al sur. Siempre apunta hacia el lado equivocado, sobre cualquier tema, casi en
cualquier debate o decisión.
No espero
mucho de Felipe, la verdad. Hace años que dejó clara su posición. Pero aún
así, su
entrevista de esta semana en ‘El Hormiguero’ me provocó un
enorme estupor. También algo de lástima. Comparable a la que sentí al ver al
fundador de Izquierda Unida Ramón Tamames defender la moción de censura de Vox.
Felipe
González Márquez, hay que recordarlo, fue el presidente que firmó la entrada de
España en la Unión Europea. Ha hecho cientos de discursos defendiendo la
importancia de Europa, la necesidad de avanzar en esa dirección. Y el contexto
de su entrevista en ‘El Hormiguero’ es importante. Ese desprecio hiriente
contra todo el espacio progresista –no solo su partido– llegó solo unas horas
antes de que arrancase la campaña de las elecciones europeas. Unos comicios
donde Felipe debe saber lo que hay en juego; no va de Sánchez o de Feijóo. Está
en cuestión algo mucho más importante: que la nueva Comisión bascule hacia la
extrema derecha y ponga en peligro la Europa construida hasta hoy.
De todo esto,
Felipe no habló. Ni una palabra. Ni una sola crítica. Ni una sola reflexión.
Todos sus dardos fueron en la otra dirección.
¿Qué fue del
Felipe europeísta? ¿En qué consejo de administración se perdió?
Su principal
aportación a esta campaña electoral de las europeas lo retrata muy mal: en el
momento álgido de los Meloni, Le Pen y Abascal, Felipe decidió emplear todos
sus esfuerzos, toda su energía, en desacreditar a la izquierda en su conjunto.
No solo cargó contra el PSOE y los dos presidentes progresistas que la
ciudadanía ha llevado a La Moncloa después de él. También contra toda la
izquierda española, vasca, gallega o catalana, del BNG hasta Sumar. Solo
Salvador Illa se libró.
No hubo en ‘El
Hormiguero’ ninguna crítica a la derecha por parte de Felipe. Ni una sola. Ni
siquiera los mencionó. Al final de la entrevista, hizo un llamamiento genérico
a “renovar el Consejo General del Poder Judicial”, pero ni siquiera en eso se
atrevió a señalar al partido responsable de que lleve más de cinco años con el
mandato caducado.
Dato
importante: este domingo el PP celebrará 2.000 días de bloqueo del CGPJ: 2.000
días –que se dice pronto– incumpliendo la Constitución.
Pero volvamos
a mi pregunta inicial: ¿por qué Felipe ha envejecido tan mal?
Siempre pongo
un ejemplo para aquellos que, de forma injusta, hacen tabla rasa con esa
generación. No todos pierden el rumbo como Felipe, Leguina, Guerra o Tamames.
Esta semana estuve en la presentación del nuevo
libro de Nicolás Sartorius, que te recomiendo. Porque hoy, con
sus 86 años, sigue igual de lúcido y comprometido como lo estaba en 1962,
cuando fundó Comisiones Obreras en la clandestinidad.
Para los que
olvidan quienes fueron hay siempre un mismo hilo conductor, anclado en dos
puntos: la soberbia y el dinero. El ego narcisista –tan habitual en política–
de quien considera que nada existía hasta que él llegó y que nada después de él
será mejor. Y también la pasta. Desde el que se vende a Ayuso a cambio de un
carguito en la Cámara de Cuentas de Madrid –y otro
para su mujer– al que se ha hecho millonario, como hoy es
Felipe, tras muchos años al servicio de las grandes empresas.
En el PSOE
varios recuerdan también el caso de Alfonso Guerra. Que, a diferencia de
Felipe, fue al principio discreto en sus críticas. Aunque su respeto por los
líderes socialistas que vinieron después se terminó cuando Pedro Sánchez le
relevó de la presidencia de la Fundación Pablo Iglesias y el partido dejó de
pagar un Audi que tenía a su disposición y un piso en el centro de Madrid donde
Guerra ni siquiera vivía –lo hacía en Sevilla–, pero sí usaba su familia.
Y luego hay
otra cuestión, al margen de la soberbia y el dinero. Es la nostalgia, como
síntoma de los defectos de la memoria.
Es humano. A
todos nos pasa. La memoria es menos fiable de lo que solemos creer. Y con los
años, reinventamos el pasado para que cuadre mejor con nuestro presente:
reconstruimos nuestra historia y recordamos de forma incompleta lo que
realmente ocurrió. Haz la prueba, si guardas un diario o notas escritas de
algún momento importante de tu vida. Normalmente cuando confrontas los
recuerdos con la realidad nunca suele ser exactamente igual a cómo pensabas.
La nostalgia,
para la memoria, es un peligro aún mayor. Porque nos lleva a distorsionar aún
más aquellos momentos en los que fuimos más felices; a borrar lo malo y a
exagerar lo bueno. Suele pasar con nuestra infancia o nuestra juventud. Y, en
el caso de los políticos, con sus años de poder. La nostalgia los lleva a un
olvido selectivo, evidente para cualquier simple espectador.
¿Cómo es
posible, por ejemplo, que Felipe González se deje utilizar por la misma derecha
que lo insultaba cuando estaba en La Moncloa? ¿Ha olvidado todo lo que esta
misma prensa conservadora que hoy lo adula decía entonces sobre él? ¿Recuerda
el expresidente al “sindicato del crimen”: esa operación mediática para tumbar
a su gobierno a cualquier precio que Luis María Anson años después confesó? ¿O
es acaso un ingenuo, que cree que la máquina del fango solo se usó contra él?
Y esa derecha
que hoy elogia a Felipe mientras sigue despreciando a Zapatero, ¿recuerdan la
historia? Porque el primero salió del Gobierno tras Filesa, Roldán, los GAL y
con medio Ministerio del Interior entrando en prisión. Mientras que el segundo,
Zapatero, puede presumir de haber acabado con ETA sin recurrir al terrorismo de
Estado y también de presidir el único Gobierno de la historia reciente sin
ningún ministro condenado o procesado por corrupción.
Es una
constante, además. La derecha les juzga por lo que suponen en el presente, no
por lo que fueron o hicieron en el pasado. El único líder bueno de izquierdas
es el que ya no molesta: aquel que está muerto o ya no está en el poder. Los
elogios y reconocimientos a Julio Anguita llegaron cuando se retiró. Los
piropos de la derecha a Rubalcaba, cuando falleció.
Dentro de unos
años, estoy seguro, la misma derecha que hoy insulta a los líderes de la
izquierda actual los pondrá como ejemplo a seguir. Y seguro que habrá de todo:
quienes mantengan su coherencia y sus principios, como Zapatero o Sartorius, y
quienes no.
Un abrazo, Ignacio
Escolar.
jueves, 23 de mayo de 2024
- LA PEDERASTIA EN LA IGLESIA CATÓLICA.
La pederastia en la Iglesia católica, un problema de
poder.
22 de mayo de 2024 21:28hActualizado
el 23/05/2024 08:57h
El negacionismo, el silencio y el ocultamiento de
los crímenes de pederastia producidos en el seno de la Iglesia católica
española durante décadas, así como el encubrimiento y la falta de denuncia ante
los tribunales de justicia, después, son la mejor demostración del
desprecio a las víctimas y de la falta de compasión con ellas por
parte de la jerarquía católica española, que se convierte así en responsable y
cómplice de dichos crímenes.
No vale decir que se trata de casos aislados y
marginales, ni, como excusa, que la mayoría del clero católico y de los
formadores de seminarios y noviciados de congregaciones religiosas han
demostrado una conducta ejemplar. No, no son casos aislados y marginales. Todo
lo contrario: los pederastas dentro de la Iglesia católica se ubican en
el ámbito de lo sagrado, que es considerado espacio protegido, y, desde la
institución eclesiástica, es excluido del ámbito cívico y se pretende blindar
frente a cualquier acción judicial. Así se ha venido procediendo desde tiempos
inmemoriales.
Y no solo en el entorno de los sacerdotes,
sino en todos los espacios del poder eclesiástico y en sus dirigentes:
cardenales, arzobispos, obispos, miembros de la Curia romana, miembros de
congregaciones religiosas, responsables de parroquias, capellanes de
congregaciones religiosas femeninas, profesores de colegios religiosos,
formadores de seminarios y noviciados, padres espirituales, confesores,
etcétera.
Todos ellos se consideran representantes de Dios
y sus comportamientos, por muy perversos que sean, se ven
legitimados por “su” Dios, el Dios varón que ellos han creado a su imagen y
semejanza para ser perdonados por sus crímenes y librarse de las condenas
terrenales y, a través de la absolución, también de las penas eternas,
razonando de esta guisa: solo Dios es capaz de juzgar y, en su infinita
misericordia y bondad, perdonar los pecados no solo los veniales, sino también
los mortales, incluidos los crímenes, como ha llamado el papa Francisco a las
agresiones contra niñas, niños, adolescentes y jóvenes indefensos. Se
creó así un cerco eclesiástico que impide llevar los casos de pederastia a los
tribunales.
La raíz de la pederastia se encuentra en el poder
detentado por las personas sagradas, un poder omnímodo y en todos los
campos: poder sobre las conciencias que requieren de guías
morales que orienten en el camino de discernimiento del bien y del mal, y esos
guías son los representantes de Dios; poder sobre las mentes para
uniformarlas sin posibilidad de disentir y para discernir la verdad de la
falsedad, que llega a poner entre paréntesis la razón y reclama la
iluminación de la fe bajo la guía del magisterio eclesiástico; poder
sobre las almas, que, desde una antropología dualista, es lo único a salvar
del ser humano; poder sobre los cuerpos, que se convierten en
propiedad de las masculinidades sagradas, objeto de colonización y de uso y
abuso a su capricho.
La pederastia clerical se convierte así en 'la mayor
perversión de la divinidad, de lo sagrado y de la religión', en su mayor
descrédito tanto para las personas religiosas como, con más motivo, para
quienes se declaran no creyentes
Se trata de un poder omnímodo, sin control de
instancia humana alguna, sin equilibro de otros poderes, porque en la
Iglesia católica no hay división de poderes, sino que todos están
concentrados en el papa y en sus representantes, nombrados con el dedo del sumo
pontífice, como tampoco hay democracia que reconozca el derecho de elegir o de
cesar a los representantes.
Pero no es un poder cualquiera, sino un poder
patriarcal sobre las mujeres, los niños, las niñas, los adolescente,
los jóvenes y las personas más vulnerables y más fácilmente influenciables
entre los fieles. Un poder que se caracteriza por tener una
organización jerárquico-piramidal donde las personas creyentes de base
no tienen otra función que la de obedecer y cumplir órdenes y donde las mujeres
son excluidas del acceso directo a lo sagrado y eliminadas de los
ámbitos donde se toman las decisiones que afectan a toda la comunidad
cristiana, y por imponer una moral sexista y misógina.
Lo confirma el obispo australiano G. Robinson en
su libro Sexualidad y poder en la Iglesia (Sal Terrae,
Santander), encargado por la conferencia episcopal de su país para
investigar los casos de pederastia: “Más que de un problema de sexualidad en
los casos de pederastia, es un problema de poder, el poder de un clero
sacralizado y, por ello, inapelable”
La pederastia clerical se convierte así en la
mayor perversión de la divinidad, de lo sagrado y de la religión, en
su mayor descrédito tanto para las personas religiosas como, con más motivo,
para quienes se declaran no creyentes. Pero quizá lo más grave es que el
comportamiento criminal de los pederastas y el silencio de la jerarquía terminan
por desacreditar a la comunidad cristiana, a toda la comunidad cristiana,
desconocedora de dichas prácticas durante varias décadas y sin tener
responsabilidad alguna en tan terribles crímenes.
Hoy la comunidad cristiana, que ya conoce tamaños
crímenes, debe levantar la voz profética de denuncia contra los pederastas y
sus cómplices. Callar se convierte en delito: delito de silencio. A decir
verdad, apenas escucho voces individuales o colectivas críticas en el
seno de la comunidad cristiana, salvo en algunos colectivos que son otra
voz de Iglesia.
El juicio y las sanciones contra los pederastas,
una vez demostrados sus crímenes, deberían recaer también contra sus
encubridores, que ocupan las más altas esferas eclesiásticas. En otras iglesias
nacionales se han producido ceses o renuncias en la jerarquía: obispos,
arzobispos, cardenales, incluso nuncios del Vaticano. En España, ni un solo
cese, ni una sola renuncia. Mucho me temo que la Justicia civil siga
teniendo todavía un temor reverencial hacia las jerarquías de la
iglesia católica y eso le impida depurar responsabilidades e investigar hasta
el fondo a quienes durante décadas han permitido actuaciones tan horrendos
crímenes.
lunes, 20 de mayo de 2024
- AYUSO Y EL PORRO DE MILEI.
Ayuso y el porro de Milei.
ANA PARDO DE VERA 20/05/2024
La cumbre fascista celebrada en Madrid de la mano de Vox y la batuta de Javier Milei, el presidente argentino que es de ultraderecha y, al mismo tiempo, un caricato de la ídem, ha acabado como se preveía: con una llamada a consultas de la embajadora española en Argentina por parte del Gobierno y una exigencia de "disculpas" a Milei por haber insultado al presidente Pedro Sánchez durante la celebración del encuentro llamado Europa Viva 24, donde el argentino se despachó a gusto contra los socialistas, los impuestos, el jefe del Ejecutivo, su pareja, la justicia social o la izquierda de los "zurdos". Fue tal el despropósito de discurso el de Milei -superando, incluso, la presentación de su libro que hizo el viernes en la sede de La Razón- que dejó diminuto el desafortunado apunte sobre su consumo de "sustancias" que sugirió el ministro de Transportes, Óscar Puente.
Cuando
algunas decimos que la ultraderecha ha utilizado
toda la vida las herramientas que le da la democracia para entrar en ella y
dinamitarla desde dentro nos referimos exactamente a comportamientos como el de
Milei; pero no hace falta irse tan lejos: basta con observar la
censura y el recorte de derechos humanos, sean de memoria histórica o de las
mujeres, que están ejecutando los gobernantes de Vox con la aquiesciencia del
PP, la coartada más peligrosa de este asunto para que la antidemocracia avance
y triunfe. Como toda la vida. No es casualidad que ante los insultos del
presidente argentino a Sánchez en la cumbre fascista de Madrid, la primera respuesta del Partido Popular haya sido el silencio y
la segunda, la indiferencia. Con las palabras de Puente sobre
Milei y las "sustancias" consumidas o no, en cambio, al PP faltó
tiempo para pedir en tromba la dimisión del ministro, cosa que no hicieron -y
aplaudieron- cuando Isabel Díaz Ayuso llamó
"hijo de puta" a Sánchez y ahora todos emplean el cutre-sucedáneo
"Me gusta la fruta" para seguir insultándolo. Ya saben: manda quien
manda.
Y
porque manda quien manda, y aunque supongo que no sería porque Javier Milei -con o sin "sustancias"-
pasaba un fin de semana privado en Madrid a expensas de los impuestos que
quiere liquidar, Ayuso ha elegido estos días para emprender una
campaña contra el cannabis mientras nos invita a beber cerveza
como si no hubiera un mañana porque "Viva la libertad, carajo".
La presidenta de la Comunidad de Madrid tenía que evitar que esta semana todo
el protagonismo lo tuviera Vox -con el que comparte público electoral- y ha
emprendido una batalla -dice- contra la drogadicción, en la que se ha atrevido incluso a cuestionar a la Organización Mundial de
la Salud (OMS) y sus conclusiones sobre el cannabidiol (CBD),
la "sustancia química que se encuentra en la marihuana y que se
caracteriza porque cuenta con una dosis muy baja de tetrahidrocannabinol (THC), el
ingrediente psicoactivo propio de esta planta y que es el encargado de provocar
el colocón".
Desconocemos cuántos estudios ha hecho el Gobierno madrileño sobre el consumo de marihuana o los efectos del cannabidiol, que no es lo mismo, pero su presidenta ha decidido emprender una guerra que, en el contexto libertario de sus cañas a gogó, la cultura de los atascos de Madrid o sus terrazas con humo, no tiene sentido alguno y solo lo encuentra en las ganas de montar ruido en la misma semana en que Vox la lía en Madrid con Milei y su pareja pasa por los juzgados por delito fiscal confeso. Lo cierto es que, escuchándola y leyéndola, se deduce fácilmente que la jefa del Ejecutivo madrileño no aguantaría ni dos preguntas en una entrevista sobre el consumo de drogas y el crimen organizado que genera el mercado negro. Es cierto que Ayuso no es la única, porque la hipocresía y/o la falta de información de esta sociedad y sus gobernantes al respecto merece un punto y aparte.
Lo de la líder del PP de Madrid, no obstante, es otra cosa y sorprende la facilidad con la que argumentos como los suyos, expuestos en una tribuna El Mundo este mismo fin de semana, coinciden en sentido opuesto con los de un Milei de vocabulario y razonamientos pueriles, con intención o no, porque lo de atrapar a las masas con soluciones fáciles a problemas muy complejos es más viejo que el andar. Mientras Ayuso aboga ahora por no legalizar la marihuana, sin diferenciar entre cannabidiol y tetrahidrocannabinol, el presidente de Argentina se mostraba a favor hace unos años -desconocemos si seguirá pensando lo mismo- de legalizarlo todo sin control: a él le da igual que te mates, porque su ideario "libertario sin restricciones" incluye que no haya Sanidad pública ni impuestos ni Estado de bienestar ni nada; que cada uno se apañe con su dinero ("Si no hay estado de bienestar que se dedique a la salud, hacé lo que quieras, si querés, matate"), lo cual es, en definitiva, lo que está pasando en Madrid con la privatización de este servicio público. En la misma entrevista, por cierto, Javier Milei dijo que solo se había fumado un porro en su vida 25 años atrás y "me la pasé riendo", contó sin saberlo Óscar Puente, supongo. A Ayuso aún no le han preguntado.
miércoles, 15 de mayo de 2024
- GENOVALANDIA.
Genovalandia,
la tierra mágica en la que vive el Partido Popular.
- El Senado es la Genovalandia del PP, el lugar paradísiaco en que la
realidad, por ejemplo las elecciones catalanas, no perturba los sueños del
partido. Con este nivel, no es raro que Feijóo crea que el procés no está
muerto.
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Fernando
Alvarado / EFE 14 mayo 2024
Lo bueno que tiene controlar una Cámara legislativa es
que puedes ignorar todo lo que pase en el mundo real. Entras en el edificio,
saludas a los policías y ya estás en un universo alternativo donde tú impones
las reglas. Si acaso, estás limitado por las leyes de la termodinámica. Más
allá de eso, el Partido Popular puede convertir al Senado en su parque de
atracciones particular. Lo podríamos llamar Genovalandia. En el exterior,
ocurren cosas extrañas y desagradables, como por ejemplo las elecciones catalanas,
pero dentro puedes fingir que no existen. Puedes hasta pretender que tu propio
partido no dijo en esa campaña lo que dijo.
Después de estirar los plazos hasta
el límite, el Senado rechazó el martes con la mayoría absoluta del PP
la proposición de ley de amnistía, que ahora volverá al Congreso
para su aprobación definitiva. Es lo que marca la Constitución y lo que ocurre
en algunas ocasiones. Por ahí, todo normal. El PP decidió rendirse a la
evidencia y anunció que renuncia a plantear un conflicto institucional entre
ambas Cámaras. Como es constitucionalista para lo que le interesa, había
amagado con dar un puñetazo en la mesa ignorando que el Senado no puede imponer
su decisión al Congreso. Los letrados de la Cámara Alta, elegidos por el PP, le
habían dicho que eso no era posible.
Existía la duda razonable sobre los
argumentos del PP en el Senado dos días después de las elecciones de Catalunya.
La campaña del PP había pasado por encima del tema de la amnistía al saber que
por ahí poco iba a rascar. Por muchas encuestas de garrafón que publicaron
algunos medios, el resultado demostró que la base social del PSC no estaba en
contra de la medida, y si no le gustaba, tampoco cambiaría el sentido de su
voto.
El anuncio del funeral de cuerpo
presente del procés –una interpretación muy extendida– ha confirmado que la
estrategia de Pedro Sánchez y Salvador Illa ha funcionado. Al restar virulencia
a la confrontación política con los indultos y la amnistía, el desafío
independentista perdió buena parte del oxígeno que le había ayudado a crecer.
Sería una interpretación muy miope afirmar que el anuncio de la ley de amnistía
fue suficiente para acabar con el procés, pero es innegable que ha sido uno de
los factores relevantes en los acontecimientos ocurridos en Catalunya el último
año.
Al final, en Genovalandia
decidieron no complicarse la vida. Los senadores del PP que intervinieron se
limitaron a interpretar los grandes éxitos. “La factura la pagarán todos los
españoles”. “La ruptura del Estado de derecho”. “Una operación mercantil entre
políticos para comprar votos”. La misma murga de siempre. No es realista ir al
Senado y esperar encontrar material original. Todo es producto reciclado.
La única novedad fue negar toda
influencia de la amnistía en el desenlace de las elecciones del domingo. “No
estamos en Venezuela ni en Rusia. En Cataluña no se ha votado la amnistía”,
dijo Antonio Silván, que seguro que sabe por qué han votado todos y cada uno de
los catalanes. Si alguien cree que la relación entre las dos frases es un tanto
difusa, no hay que tomárselo a mal. Con frases como esta, ya sales triunfador
en Genovalandia. Es el Senado y no se puede aspirar a más.
Antes de ponerse muy duro con los
senadores en general, no hay que perder de vista el mensaje que Alberto Núñez
Feijóo ofreció al Comité Ejecutivo Nacional. Qué puedes esperar de los
hijos si el padre empieza a divagar y confirma que prefiere no enterarse de
nada. El líder del PP ha adoptado la línea de los columnistas más adictos a
Lucy in the Sky with Diamonds, y no la de su candidato en Catalunya y de otros
que se unieron a la interpretación de que el procés ha quedado muerto con el
hundimiento de Esquerra y la CUP y el aumento ínfimo de los votos de Junts.
Fue un poco como decir que ETA
existe. “El procés no ha muerto porque el sanchismo lo necesita vivo para
subsistir en la Moncloa”, dijo Feijóo. Que se lo digan a los tres partidos
independentistas que están preguntándose ahora por dónde vino el tren que les
pasó por encima.
Diego Radamés
/ Europa Press