Esfuerzo y emoción en memoria de Manolo Márquez.
Mario Asensio
16.01 h. Mauri Castillo y María Belmonte fueron los ganadores absolutos de un memorial que convocó a cientos de atletas de varias provincias. El atleta cubano pulverizó el récord de la prueba con un registro de 25:10 -el anterior era de 26:28- y también lo batió Adrián Andivia, segundo con 26:17. Tercero terminó Emilio Martín con 27:08. Marta y Antonio, hijos de Manuel Márquez subieron al podio en unas categorías inferiores con una nutrida participación.
La viuda de Manuel Márquez Quintero, rodeada de amigos del atleta bonariego. / MAF
Una vida consagrada atletismo y cientos de amigos en torno a esta pasión. Manuel Márquez Quintero, que tantas alegrías dio al atletismo onubense, faltó por primera vez a la carrera que lleva su nombre, pero sosteniendo su memoria dieron cada zancada por él todos
Un instante del emotivo minuto de aplausos que precedió a la salida de la prueba absoluta. / MAF
Aquellos que valoran lo que representará siempre para Bonares y Huelva, los que tras su marcha lo tendrán presente en cada competición y sentirán su aliento.
La plaza de España de la localidad bonariega fue el epicentro del estremecimiento colectivo en torno a la figura de Manolo, presente en una pantalla que proyectaba imágenes suyas en competiciones, en camisetas, carteles, en las conversaciones, en la mente de los amigos que se disponían a correr y sobre todo en los ojos brillantes de su viuda y sus hijos. También palpitó en los mensajes que fueron dejando los presentes en un libro que con el encabezamiento de "se fue un campeón, nace una leyenda" progresivamente dejó de estar en blanco para llenarse de cariño, emoción y reconocimiento a una persona que llevó el nombre de su pueblo por toda España.
Y con el recuerdo muy presente se fueron sucediendo las carreras, en las que se vivió una gran fiesta del deporte. Desde la categoría de pitufos hasta la de veteranos la afluencia de participantes fue enorme y también había cientos de personas animándoles a terminar de recorrer la distancia fijada para cada uno. En muchas entradas a meta se repitió el mismo gesto y uno tras otros los dedos fueron señalando a cielo para entregar en esa dirección el último gramo de energía impulsada por el corazón.
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