MIEDO A PERDER LA ELECCIONES.
El Gobierno ha decidido archivar la Ley de Libertad Religiosa, que en teoría iba a ser uno de los proyectos estrella de la agenda legislativa en el segundo mandato de Zapatero. Salvo milagro laicista de última hora, entre los ministros y los dirigentes del PSOE se ha impuesto la idea de que no es el momento para debatir una ley que avance en la neutralidad religiosa del Estado, ya que provocaría una “tensión innecesaria” en la sociedad justo antes de que se inicie un largo ciclo electoral. Además, añaden un segundo argumento: que la iniciativa no saldría adelante en el Congreso, donde la derecha votaría en contra por su ideología católica y la izquierda rechazaría el proyecto al considerarlo insuficiente. Y es que los borradores de la Ley de Libertad Religiosa han sufrido un serio proceso de adelgazamiento, hasta quedar reducidos a un texto más bien pacato.
Puede que sea cierto que la Ley de Libertad Religiosa “es un proyecto para la primera mitad de una legislatura”, cuando la tensión política debería ser menor, aunque la realidad es que la oposición del dúo Aznar-Rajoy ha sido ultramontana desde el 15 de marzo de 2004. En todo caso, es responsabilidad del Gobierno no haber presentado la iniciativa en el Parlamento en 2009. Tampoco parece razonable escudarse en la falta de apoyos parlamentarios, ya que el Ejecutivo sabe que la izquierda respaldaría un texto que no estuviera descafeinado.
El resultado es que la neutralidad religiosa del Estado seguirá siendo una entelequia y que una importante promesa electoral del PSOE quedará sepultada e incumplida por el miedo de los “socialistas” a perder votos o a no ir al cielo por castigo divino.
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