En estos tiempos en que gasean niños en Siria y la guerra nuclear ha dejado de ser un innombrable tabú, todo ello resulta tan triste y perturbador que le das al mando de cambiar de realidad. Pero, ¡ay!, pasas a La 2 y te encuentras con el ‘Santo Oficio’. Teniendo en cuenta que estás en plena Semana Santa y que ya vienes curada de espanto porque en algún momento has caído por Telemadrid, te propones no dejarte llevar por el mosqueo y seguir con el zapping. Pero entonces lo ves. O quizá solo lo oyes: reconoces su voz meliflua, sucia. Y sí, es él: el obispo Reig Pla. Y sí, ya no te mosqueas lo justo sino que te indignas todo lo que, en justa medida, merece el hecho de que se dé espacio a ese individuo en la televisión pública. El homófobo Reig Pla. El fanático Reig Pla. El ultracatólico Reig Pla. El exaltado, el extremista Reig Pla. El poseso, el endemoniado, el imbuido de tanto mal que no escatima azufre para señalar nuestros pecados (dejo espacio para coger aire):
"Injusticia social (con la síntesis del marxismo y el liberalismo), ecología idolátrica y fragmentada, anticoncepción, esterilización, aborto, 'amor romántico', divorcio, 'amor libre', técnicas de reproducción asistida, ‘pornificación' de las relaciones personales y de la cultura, sexualidad sin verdad, usurpación deliberada de la filiación natural de los niños, manipulación arbitraria de la anatomía, de la fisiología y de la identidad personal, eutanasia y suicidio asistido, 'poliamor', realidad virtual sustitutiva, manipulación y mejoramiento genético de embriones, bio-neuro-ingeniería posthumanista, etc. son sólo una parte de los escalones, programados, científica y sistemáticamente, en orden a la deconstrucción de la 'identidad-misión', querida por Dios para el ser humano".
Si alguien fuera por la calle con un faldón soltando semejante filípica, podría ser detenido por alteración del orden o ingresado por brote psicótico. Pero este señor se calza la falda, se sube al púlpito de la Santa Madre y no solo acaba subvencionado por el aconfesional Estado español, sino que la televisión pública lo convierte en telepredicador de sábado prime time. ¿Cómo es posible tal disparate? Votando al Partido Popular. Votando a un Partido Popular que pone de presidente de la Corporación RTVE a otro que dice que la misión de España en la América colonizada era “evangelizar y civilizar”. Que compara a los aztecas con los nazis. Que se vanagloria de haber llevado la imprenta y haber editado "catecismos" en aquellas tierras infestadas de salvajes. Y que niega que los españoles cometieran genocidio con los pueblos indígenas.
Este individuo se llama José Antonio Sánchez y se crió a los pechos mediáticos de Ansón, el ABC, la Razón, la COPE, Isabel San Sebastián, Antena 3… Entre 2002 y 2004 Sánchez ya fue presidente de la tele esta que programa niños y obispos de la guerra. Con Aznar el fotogénico. Gana 197.125,44 euros, un 30% más que en 2016, mientras que los trabajadores tienen el sueldo congelado. A excepción del Partido Popular, a Sánchez no lo quieren ni dentro ni fuera del ente público: tanto los trabajadores como la oposición parlamentaria le acusan de purgar a quienes no son de la cuerda ideológica del Gobierno, y denuncian contrataciones externas, redacciones paralelas, propaganda, manipulación de los informativos, censura.
Es decir, tenemos a Trump midiéndosela con el mundo (y no es ninguna broma) y ¿qué se le ocurre a este Gobierno? Pues mandar a Morenés el de las armas de embajador en Washington, decir a los mexicanos del muro que para holocausto el azteca y hacer en la tele una fantasía de niños soldados. Todo ello previa visita de la Legión a cantar a los niños de oncología ‘Soy el novio de la muerte’. Y simultaneando con el Santo Oficio del fascista Reig Pla. Parece una broma. Pero no lo es, maldita la gracia. Es el signo de los tiempos.
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