sábado, 28 de febrero de 2015

- ANDALUCES, LEVANTAOS.

Andaluces, levantaos.

Tras escuchar a Mariano Rajoy con arrobamiento (que no viene de robar, como pudiera parecer) y cierto estupor, sentí envidia cochina por no ser ciudadano de ese país multicolor que tan magníficamente describió desde la tribuna del Congreso. Tras oírle, tentado estoy de renunciar al grandísimo privilegio de ser español, español, español y pedirme la nacionalidad yupiana, ese país de las maravillas en el que todo es felicidad y además atan los perros con longaniza. Y con chorizos, que de eso en los mundos de Yupi de Rajoy van más que sobrados, palabra que como su propio nombre indica, viene de sobre.

Pero como no puede haber felicidad completa en la casa del pobre Rajoy (es un decir), hay una parte del país, una irreductible tribu de pertinaces aborígenes que abominan del progreso y deslucen el brillante desfile de las mesnadas patrias hacia la Arcadia feliz, también llamada Jauja. Y somos precisamente nosotros, los paupérrimos e indolentes andaluces los que afeamos tan esplendoroso futuro y ponemos palos en las ruedas para que fracase la brillante gestión realizada por el PP, la Iglesia, la banca y los grandes empresarios. Y perdonen la reiterada redundancia.

Y lo que nos pase nos lo tenemos más que merecido, por no saber elegir a nuestros representantes, por nuestro empecinamiento en negar el progreso general, por emponzoñarnos a nosotros mismos con recortes sin fin en Sanidad y Educación y por el gusto sadomasoquista que tenemos de engrosar las listas del paro, según nos ilustró el propio profeta del apocalipsis andaluz desde la tribuna del Congreso.

Aunque se olvidó el Gran Registrador de un pequeño detalle sin importancia: que todos los recortes realizados aquí por el Gobierno de coalición PSOE-IU son los menores de toda España y se han hecho por mandato legal emanado de las mismísimas criadillas del susodicho Rajoy, bajo pena de excomunión, cobrando además los intereses, al contrario que a otras comunidades autónomas, a las que se perdonó el incumplimiento del déficit y hasta los intereses de la deuda cuando no parte de la misma deuda. Claro que no eran comunidades traidoras como nosotros y están gobernada por honestos líderes del PP o de CiU.

Con su palabras, no hacía el futuro ex presidente del Gobierno otra cosa que dar pábulo a la creencia de la derecha española de que los andaluces somos unos vagos y maleantes tontos que estamos al “pitas, pitas, pitas” como señaló Esperanza Aguirre; que nos pasamos el día en el bar derrochando el dinero del subsidio o que hay que quitarnos el pez y enseñarnos a pescar, como aseguró Albert Rivera, líder de Ciudatans (Floriano dixit), cuando tuvo a bien honrarnos con su presencia hace unos días. Y está bien el consejo, sobre todo para los vecinos de Isla Cristina, Zahara de los Atunes o Motril, que sólo llevan unos 3.000 años practicando las artes pesqueras y claro, son unos neófitos.

En este punto, aunque contradiga a estos apóstoles de la Verdad Absoluta, quisiera yo defender la postura de que más vale pez o pájaro en mano, sobre todo si el pájaro es la gaviota del PP, la rata de los mares. Y ya puesta en la mano, apretarle un poco el gaznate hasta que se ponga colorada.

Por todo ello y aprovechando que estos días recordamos el himno de Andalucía, sería bueno que los andaluces nos levantáramos de una reputada vez. Y ya que nos levantamos, deberíamos hacerlo con el pie izquierdo y un poquito de mala leche, la suficiente para poner a estos badulaques en su sitio. O como cantarían los ya citados Rajoy, Aguirre, Duran y Rivera: ‘andaluces, levantaos, que son los once de la mañana y ya están abiertos los bares’.

Luis Muñoz

- DÍA DE ANDALUCÍA.

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martes, 17 de febrero de 2015

- CURAS REPUBLICANOS.

Los curas republicanos que Franco asesinó y que la Iglesia quiere condenar al olvido.

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Eran ‘curas sociales’. Luego, en los sesenta y setenta, sus sucesores serían llamados ‘curas obreros’, o ‘curas rojos’, pero en 1936 ellos eran sólo ‘curas sociales’. Pensaban que era compatible la religión católica con la justicia y con la democracia, con el trabajo digno y con un salario justo. Y por eso fueron liquidados por Franco y condenados al olvido por los jerarcas católicos que bendijeron  a los rebeldes y les llamaron ‘santos cruzados’.

El número de estos sacerdotes republicanos exiliados, encarcelados o asesinados por el franquismo no es aún conocido, pero un grupo de historiadores coordinado por el catedrático Feliciano Montero ha rasgado el velo del olvido y ha publicado un libro que demuestra que no todos los sacerdotes españoles estaban ni con Pío XII ni con el cardenal Gomá, y mucho menos con Franco. Pero, eso sí: estos curas republicanos y mártires jamás subirán a los altares.

En definitiva, los “curas republicanos”, los “curas rojos”, aquellos sacerdotes que tuvieron la osadía de apoyar la Segunda República y colaborar con ella, lo pagaron muy caro: han sido doblemente olvidados, doblemente represaliados. Como el resto de los vencidos, sufrieron la represión política del régimen de Franco; es decir, muerte, cárcel y exilio; pero, también, la represión eclesiástica: desarraigo, ostracismo, sanciones canónicas y excomuniones… y, sobre todo, el silencio ominoso y el olvido.

Su pecado fue mortal, porque constituían la prueba viviente de que era posible ser católico y republicano, sacerdote y demócrata, de que la guerra civil no era una ‘cruzada’… y mucho menos ‘santa’, como sostenía el cardenal Gomá, arzobispo de Toledo y primado de España, quien escribiera: “¿La guerra de España es una guerra civil? No; una lucha de los sin Dios […] contra la verdadera España, contra la religión católica”, calificando a Franco como un “instrumento de los planes de Dios sobre la Tierra”. ¿Eran ateos los sacerdotes asesinados por los franquistas? No, y nunca serán beatificados… pero han roto el mito de que sólo el bando republicano represaliaba a las sotanas.

A los altares nunca subirá, por ejemplo, Francisco González Fernández, el maestro y cura de Mijas (Málaga) asesinado en enero de 1938, con tan sólo 41 años, por las hordas franquistas después de un juicio sumarísimo. Su gran pecado fue el haber sido y ser republicano. Antes, esas mismas hordas habían asesinado, por ejemplo también, a Matías Usero, por el mismo delito, y esos mismos rebeldes asesinaron a un número incontable de sacerdotes republicanos o nacionalistas vascos y catalanes por el gran pecado de no condenar una sublevación deshonrosa y traidora.

Las biografías de González y Usero, mártires republicanos asesinados por el fascio español, son sólo dos de las diez que recoge el libro Otra Iglesia. Clero disidente durante la Segunda República y la guerra civil, coordinado por el catedrático emérito de la Universidad de Alcalá Feliciano Montero y los historiadores Antonio César Moreno y Marisa Tezanos y publicado por la editorial Trea. Este libro esclarecedor realiza recorridos vitales muy distintos, aunque todos ellos trágicos: desde el asesinato ya comentado de Usero y González hasta el exilio de Luis López-Dóriga, Juan García Morales, Joan Vilar i Costa y Leocadio Lobo, o el encarcelamiento y posterior ostracismo de Cándido Nogueras y Régulo Martínez.

Hasta ahora, los ‘mártires por la Santa Cruzada’ española lo eran por haber sido represaliados por el bando republicano. La propia Iglesia y el franquismo silenciaron las matanzas que en nombre de Dios cometieron los sublevados contra combatientes, civiles y sacerdotes republicanos. Hasta ahora, los curas asesinados durante la Guerra Civil lo habían sido por un bando, por los ‘rojos’. Pero el grupo de historiadores coordinado por Montero se ha propuesto recuperar la memoria histórica y rescatar una verdad incómoda para la Iglesia oficial.

De momento, han recuperado sólo la memoria de diez de estos sacerdotes, sus avatares y el marco socio-político en el que se desarrollaron. Pero según ha confirmado a cuartopoder.es el propio Montero, “eran un grupo minoritario [los curas republicanos], pero no era algo tan excepcional como nos han querido hacer ver”. Porque poco a poco se tienen constancia de nuevos caso. Por ejemplo, de otros dos sacerdotes que merecen ser investigados y que estos historiadores piensan incluir en su próximo libro: Bernardo Blanco Gaztambide y Teodoro Santos Vicente, ambos asesinados por el ejército faccioso.

Estos historiadores tienen la intención de proseguir con una investigación en la que, sin embargo, las puertas de los archivos eclesiásticos permanecen cerradas. Claro, que ahora soplan nuevos vientos en la Iglesia con el Papa Francisco y cabe una última posibilidad.

La otra historia: la de los curas vascos

En el libro coordinado por Montero han quedado al margen los sacerdotes nacionalistas -especialmente los vascos- represaliados o simplemente asesinados por el franquismo, o en este caso por el carlismo reaccionario. Pero seguramente se abordará en un volumen posterior, porque ahora empiezan a rescatarse del olvido casos que podrían explicar con una nueva luz la historia reciente de España.

Por ejemplo, el de José Sagarna Uriarte, fusilado por los franquistas el 20 de octubre de 1936. Su ‘pecado’ fue grave: llevaba un año ordenado sacerdote cuando un asunto privado le granjeó la inquina de un prócer de Berriatúa (Vizcaya), en cuya parroquia era auxiliar: “Al parecer, un señor importante tenía relaciones extramatrimoniales y mi tío denunció esa conducta como impropia en el sermón, sin nombrarlo. El hombre le delató a las tropas franquistas”, llegó a revelar su sobrina Izaskun, que fue alcaldesa del PNV de Zeanuri.

El cura Sagarna es uno de los 16 religiosos vascos asesinados en los primeros meses de la Guerra Civil, otra más de las víctimas silenciadas, como también lo fue Celestino Onaindía, ejecutado el 28 de octubre de 1936 en Hernani. Tenía 38 años y volvía de oficiar un entierro. Le esposaron y llevaron a la cárcel de Ondarreta, donde estuvo ocho días. Le fusilaron sin juicio, sólo por ser un sacerdote vasco. La orden de ejecución apareció después en un archivo de Galicia. Murió entonando un Tedeum bajo las balas. Como triste paradoja, ese mismo día, en 2007, 71 años después, la jerarquía celebró la beatificación de otros muertos como él… pero ejecutados por el bando republicano.

Hay otros ejemplos dentro de la iglesia vasca, como el de Aita Patxi, un cura al que en Euskadi se recuerda gritando “¡Desertar es pecado!”, mientras la aviación franquista batía una y otra vez las posiciones de republicanos y nacionalistas vascos en el monte Gorbea.

Con su altar móvil y con el ayuno a cuestas, Victoriano Gondra Muruaga, religioso pasionista, capellán del batallón Rebelión de la Sal, recorría los frentes en los que las tropas leales a la República combatían a los sublevados. Hecho prisionero a punta de pistola por un cura carlista pasó de campo de concentración a campo de concentración. Una víctima más del régimen oprobioso. Pero, siete décadas después de todo aquello, los sucesores en la silla de San Pedro sólo ven mártires a un lado de la historia.

MANUEL ÁNGEL MENÉNDEZ

domingo, 15 de febrero de 2015

- RESULTADOS, CLASIFICACIÓN Y PRÓXIMA JORNADA 2ª ANDALUZA.

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- RELIGIÓN Y VIOLENCIA,

Ni en los textos sagrados ni en las conductas encontramos diferencias radicales entre las religiones. Pero el islam, como cultura, sigue sin adaptarse a la modernidad porque no ha tenido revoluciones de signo liberal.

El abominable atentado contra elCharlie Hebdo,uno más de los actos terroristas acogidos al manto de la yihad islámica, ha vuelto a poner sobre la mesa la relación entre religión y violencia. Una relación que choca, en principio, con la idea de que los mensajes religiosos son la base que sustenta principios morales universales entre sus creyentes. Los musulmanes del mundo entero, desde luego, se han apresurado a condenar estos asesinatos, protestando que nada tienen que ver con las doctrinas predicadas en el Corán. Pero la historia registra demasiadas matanzas en nombre de la fe como para que aceptemos, sin más, tan angélicas protestas.

En nuestro descreído mundo europeo, hoy se tiende a pensar, más bien, lo contrario: que hay algo inherente a las religiones (especialmente a ciertas religiones) que convierte a sus fieles en peligrosos para quienes no comulgamos con sus ideas; que la religión, basada en la fe y no en la razón —al contrario que el pensamiento científico—, fomenta la violencia. De ahí a decir que el terrorismo tiene una raíz religiosa no hay más que un paso.

Es cierto que el Corán contiene mensajes pacíficos: “Combatid por Alá […]pero no os excedáis; Alá no ama a los que se exceden” (2:190); “Si pones la mano sobre mí para matarme, yo no voy a ponerla sobre ti, porque temo a Alá, señor del universo” (5:28); “Quien mate a una persona es como si matara a toda la humanidad; quien da la vida a uno, como si la diera a toda la humanidad” (5:33). Pero tan bellos consejos se olvidan cuando el profeta prescribe qué hacer con los no creyentes, a quienes “ni su hacienda ni sus hijos les servirán de nada” sino como “combustible para el fuego” (3:10); “Que no crean los infieles que van a escapar. ¡No podrán! Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería...” (8:59); “¡Creyentes! ¡Combatid contra los infieles que tengáis cerca! ¡Sed duros! ¡Sabed que Alá está con los que le temen!” (9:123); “Matad a los idólatras donde quiera que les encontréis; capturadlos, sitiadlos, tendedles emboscadas por todas partes” (9:5).

Mensajes igualmente contradictorios se encuentran en el Antiguo Testamento. El mismo Levítico que prescribe “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (19:18) recomienda: “Perseguiréis a vuestros enemigos, que caerán ante vosotros al filo de la espada” (26:7-8). Y Jehová ordena a Saúl el genocidio de los amalaquitas con terribles palabras: “No perdones; mata a hombres, mujeres y niños, incluidos los de pecho” (Sam., I, 15:3). En los Evangelios, Jesucristo aconseja al que sea abofeteado ofrecer la otra mejilla y, si quieren quitarnos la túnica, regalar también el manto (Mat., 5:39), pero también advierte de que “no vine a poner paz sobre la tierra, sino espada” (Mat.,10:34). En los momentos previos al prendimiento, previene al discípulo desarmado que “venda su manto y compre una espada”; instantes después, al llegar la cuadrilla que le busca, uno de los discípulos pregunta: “Señor, ¿herimos con la espada?”, y, antes de recibir respuesta, corta la oreja de uno de ellos; Jesús le dice: “Basta ya”, y cura la oreja cortada (Luc., 22:36-51). Pero ese mismo personaje manso se deja llevar por la indignación y la emprende a latigazos con los mercaderes del templo.

Son los fanáticos los que se escudan en los textos que les convienen para justificar sus pulsiones

Si de los textos revelados pasamos a la historia cristiana, encontraremos igualmente ejemplos para las conductas más dispares. Un belicoso y antisemita se acogerá a precedentes como Domingo de Guzmán o Vicente Ferrer, por mencionar solo a los santificados, o invocará las Cruzadas o la Inquisición; uno pacífico y ecologista, a Francisco de Asís, Las Casas o Teresa de Calcuta. Un nacionalista conservador celebrará la memoria de Recaredo o Isabel la Católica; un izquierdista, la del jesuita Ellacuría o el arzobispo Óscar Romero. Un misógino encontrará en las escrituras mil frases y conductas que ratificarán sus prejuicios; pero a un feminista no le faltarán pasajes bíblicos en los que apoyarse.

En la historia, el islam no se ha distinguido de otras religiones por una especial intolerancia o sed de sangre. Refiriéndonos a nuestra Península, la zona musulmana fue más tolerante que la cristiana. Los cristianos sobrevivieron y practicaron su culto bajo el califato de Córdoba, mientras que los musulmanes fueron obligados a convertirse o salir de la monarquía católica—e incluso convertidos, algunos sinceramente, sufrieron nueva expulsión un siglo más tarde.

En Europa, la reforma luterana abrió un período particularmente sangriento, con hechos como La Noche de San Bartolomé, en la que los católicos franceses pasaron por el cuchillo a varios miles de protestantes. En el siglo XX, las mayores masacres, con millones de víctimas, han sido de inspiración pagana pero se han producido en una Europa de raíces culturales cristianas; parecidas han sido algunas matanzas asiáticas, en zonas de tradición religiosa taoísta, budista o confuciana.

Pocos hechos comparables se registran en el mundo musulmán, salvo el genocidio armenio —tampoco estrictamente religioso—. La ferocidad actual de Al Qaeda o del Estado Islámico no debe hacernos olvidar a personajes como Malala Yousafzai, que arriesga su vida en defensa de la educación de las niñas, o los abogados iraníes o paquistaníes encarcelados o asesinados por defender los derechos humanos y la tolerancia religiosa. Son héroes de la libertad y son musulmanes.

Si una identidad cultural se siente postergada o en riesgo de desaparecer, surgen las tensiones

Con lo que, al final, ni los textos ni las conductas ejemplares permiten distinguir radicalmente entre unas religiones y otras. Todos los mensajes revelados son maleables; todos necesitan arduos trabajos de glosa e interpretación; en todos encontramos afirmaciones que ratifican nuestras posturas preconcebidas. Las doctrinas, además, no se traducen de manera automática en acción. Son los intolerantes y fanáticos los que se escudan en los mensajes que les convienen para justificar sus pulsiones. Más útil, por tanto, que comparar textos me parece comparar las situaciones históricas en las que se hallan las identidades culturales.

Porque la religión es una identidad colectiva, semejante al linaje o la nación. Una identidad que nos adscribe a un determinado grupo humano, del que recibimos nombre y cultura. Y la identidad es muy distinta a las creencias, como demuestra el simple hecho de que en España el porcentaje de quienes se consideran católicos sea superior al de aquellos que declaran creer en Dios.

Esas identidades culturales, de las que forma parte la religión, pasan por distintas fases. Cuando nuestra forma de vida es envidiada e imitada por todos, podemos ser optimistas y generosos. Pero cuando está postergada, y corre el riesgo de desaparecer, surgen las tensiones y las reacciones violentas.

En los últimos siglos, las identidades religiosas tradicionales han tenido que adaptarse al choque con la modernidad. El catolicismo sufrió el embate del luteranismo, de las revoluciones filosófica y científica, la Ilustración, la industrialización, las revoluciones liberales, la democracia. Enfurruñado ante la incomprensión universal, Pío IX condenó la modernidad in toto y se encerró en el Vaticano. Pero otro Papa, 70 años después, abandonó el encierro y aceptó lo inevitable. Lo inevitable era la separación entre la Iglesia y el poder político, la libertad de opinión, la diversidad de creencias entre los ciudadanos, la desaparición del papel del clero como monopolizador de las verdades sociales.

El islam —como cultura, no como religión— no ha tenido protestantismo, ilustración ni revoluciones liberales. Y sigue sin adaptarse a la modernidad en, al menos, tres terrenos fundamentales: la separación Iglesia-Estado, lograda en Occidente tras la huella ilustrada; la igualdad de géneros, conquista de los movimientos feministas del XIX y XX; y la pluralidad de creencias como base de la convivencia libre. Sin aceptar estos principios, las tensiones que produce el impacto de la modernidad llevarán a la crispación y, en los más locos, a la violencia asesina. Con lo cual, al final, resulta que sí, que en el islam hay problemas específicos que generan tensiones y, en casos extremos, terrorismo. Aunque no se derivan de sus doctrinas —tan maleables como otras—, sino de su inadaptación a la modernidad.

José Álvarez Junco es historiador. Su último libro es Las historias de España (Pons / Crítica).

sábado, 14 de febrero de 2015

-ANTES DE PEDIR EL VOTO.

Apelar al mal menor es un ejercicio escasamente democrático.

La política en España comenzó a irse al garete cuando muchos ciudadanos empezaron a acudir a las urnas con la nariz tapada. Uno puede contener la respiración durante unos minutos —los que tarda en ponerse en cola, sacar el carné de identidad, decir tu nombre e introducir la papeleta en la urna—, pero es imposible, para alguien que no sea un hincha, estar cuatro años aguantando un hedor insoportable saliendo de las cañerías de un partido político.

Apelar al mal menor es un ejercicio escasamente democrático. Son ya muchos años alertando sobre la llegada del lobo, desde uno y otro lado del espacio político, como para crear a estas alturas en esta milonga. Hace tiempo que los partidos se presentan a las elecciones enseñando una patita bien distinta de la que luego utilizan para gobernar. Y son demasiados lobos los que han alcanzado el poder con el programa electoral de un tierno corderito.

El voto útil también es una falacia. Todos los votos son útiles, también el que lo hace en blanco. ¿Se imaginan qué distinta sería una democracia con un 50% de electores acudiendo a las urnas para no votar a nadie, en vez de quedarse en sus casas engrosando los porcentajes de abstencionistas? La abstención en España es un problema que apenas dura el día de las elecciones. Por muy alta que sea, los partidos nunca se dan por aludidos. Todos ganan las elecciones, aunque las elecciones sean las que pierdan por la ausencia de electores.

Cuando dos partidos políticos se pasan años apelando a sus votantes para que acudan a las elecciones y les voten, aunque sea con la nariz tapada; pidiendo su apoyo como un mal menor frente al otro; o reclamando el voto útil para él, como si votar a otro partido fuera inútil para la democracia, se corre un grave riesgo. El de crear un sistema político donde la gente vota, en vez de por convencimiento, por descarte. O, lo peor, por ninguna de las dos cosas.

Aunque ya suena todo ingenuo, antes de acudir a este largo año electoral tanto el PSOE como el PP tenían que haber limpiado sus corrales; mandar a su casa a todos los que han tenido algo que ver con cualquier sinvergonzonería, sin descartarse a ellos mismos; y dejar en manos de la Justicia los grados de imputación, pre-imputación, detención o lo que sea, para poder centrarse en la decencia y acudir a la campaña con ciertas garantías de que algo de lo que digan va a ser mínimamente creíble.

Resulta insoportable para cualquier ciudadano afrontar unas elecciones con 90 órdenes de detención por los cursos de formación; con el goteo de patriotas con cuentas en Suiza; con las obras en B de la sede del partido en el Gobierno en Madrid, Euskadi y ahora en Palma; con 265 imputados en los ERE o con el Tribunal Supremo ordenando devolver dinero a empresarios y Ayuntamientos, por darle un repaso rápido a la semana.

Por eso, antes de que empiecen a pedir el voto, que terminen de limpiar de moscas el estercolero. Se haya acumulado en sus mandatos o lo hayan heredado. Sea o no sean protagonistas; sea obra de sus antiguos compañeros o de sus enemigos íntimos. De él, de ella o del tapón de la botella. Una campaña electoral no puede estar al margen de la realidad y la realidad es un bochorno diario que precisa de explicaciones, no de frases huecas y promesas de regeneración vacías de contenido. Nadie es capaz de vivir más de dos minutos sin respirar. Y la oferta electoral es lo suficientemente amplia como para aguantar tres elecciones seguidas con la nariz tapada.

@jmatencia

miércoles, 11 de febrero de 2015

lunes, 9 de febrero de 2015

- CRÓNICA DEL PARTIDO C,D, BONARES BONAFRU–PUNTA DEL CAIMÁN.

Ismael y Martín dan el empate al Punta del Caimán ante el Bonares.

Bonares y Punta del Caimán hicieron tablas en el encuentro correspondiente a la trigésimo quinta jornada que se disputó ayer tarde en el polideportivo municipal de Bonares y al que asistieron alrededor de doscientos espectadores.
La confrontación tuvo dos caras. La primera de ellas la mostró el Bonares comenzando a dominar una situación que, pese a los esfuerzos de los isleños para defender la integridad de su portal, le permitió llegar arriba con peligro para disfrutar de varias ocasiones claras para haber sentenciado el partido en la primera mitad. En una de esas llegadas consiguió el propósito de adelantarse en el resultado con un gol firmado por Jesús Regidor de chilena tras un buen centro de Juanjo.
Tras el descanso el cuadro bonariego tardó poco tiempo en aumentar su renta. Lo hizo con un gol de Mele al culminar una jugada de contragolpe, acción que le permitió plantarse sólo ante el portero visitante y burlarlo en su salida, enviando la pelota al fondo del ya desguarnecido marco para colocar un 2-0 en el marcador que se antojaba como renta suficiente para darle los tres puntos a los dirigidos por Pedro Romero y Pedro Martín.
No fue así, ya que con el paso del tiempo el Bonares no culminó varias de las oportunidades que se le presentaron en jugadas a la contra y el Punta del Caimán, adversario que nunca le perdió la cara al partido, aprovechó esa circunstancia para aminorar las distancias en el marcador, merced a una jugada embarullada de la que sacó frutos Ismael rematando y llevando al fondo de las mallas la pelota junto al segundo palo.
Ya en el tiempo de descuento, y en una falta botada por Fino, Martín, libre de marca en el segundo palo, cabeceó acertadamente y mandó la pelota al interior de la portería defendida por Migue para establecer el definitivo empate a dos que daba al conjunto entrenado por Jordi Vázquez un valioso punto.
Bonares: Migue; Dani Gómez (Sohail, 92'), Juanjo, Óscar, Bola (Julio, 85'), Mati, Pedro, Sebas, Álvaro, Mele (Julio Gascó, 65') y Jesús Regidor (Alfonso Carrasco, 75').
Punta del Caimán: Saúl; Manuel, Abraham, Martín, Agu (Miguel, 90'), Álex Martín (Fran Palma, 60'), Luis, Ismael, Francis (Antonio, 65'), Tomás (Juampe, 80') y Fino.
Goles: 1-0 (10'). Jesús Regidor. 2-0 (60'). Mele. 1-2/ (83'). Ismael. 2-2 (89'). Martín.
Árbitro: Adame Delgado (Huelva). Del Bonares amonestó a Julio Gascó y Mele, mientras que del equipo isleño enseñó tarjeta amarilla a Tomás y Agu.
Sambell.

- RESULTADOS, CLASIFICACIÓN Y PRÓXIMA JORNADA 2ª ANDALUZA.

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lunes, 2 de febrero de 2015

- CRÓNICA AYAMONTE C.F.–C.D. BONARES BONAFRU

Entretenido duelo entre Ayamonte y Bonares.

Bonares y Ayamonte, en un lance del partido de la primera vuelta.

Reparto de puntos en un competido partido en el que el Ayamonte perdonó en la primera parte y tuvo que ir a remolque en el marcador en la segunda.
Fue mejor el conjunto rojillo en los primeros 45 minutos y ya en el m. 2 cabeceaba alto Engonga tras un saque de esquina. El portero Manu fue clave para su equipo en esta parte del partido al atrapar un tiro de Pablo a los quince minutos, y poco después rechazar un fuerte chut de Iván Mayo. Más aún fue clave la actuación del cancerbero visitante en el minuto 23 cuando en dos tiempos rechaza a bocajarro un remate de Marcos.
Pasada la media hora de juego Engonga no remata bajo los palos una prolongación de cabeza de Dani Gómez tras un saque de esquina. Ya al final del primer tiempo tiró a puerta el Bonares por medio de Bola, aunque su remate sale desviado, y en el minuto final Pedro Manuel ve cómo Simón le saca a córner su disparo.
La segunda parte comenzó con la falta que lanzada por Bola en el lateral izquierdo del área ayamontina se cuela en la meta local ante la pasividad de la defensa, sin que nadie intercepte el balón. Pero cuatro minutos después Sohail toca el esférico con la mano en su área y el árbitro decreta penalti. El máximo castigo lo lanza flojo Polo a la izquierda de la meta donde Manu despeja a córner. Tras el lanzamiento y una serie de rechaces recoge el balón Iván Mayo, cuyo centro chut supera a Manu entrando en la meta bonariega (1-1).
A partir de ahí se abrió el encuentro pudiendo marcar cualquiera de los dos equipos. Cabecea fuera Bola en el minuto 61 e Iván Mayo lanza al palo en una jugada donde se quedó parada la defensa visitante ante la mala señalización del juez de línea de un posible fuera de juego.
Una arrancada de Julio Gasco en el minuto 70 no la detiene la defensa local en falta y el delantero lanza desde fuera del área batiendo a Simón por su palo derecho. Movió el banquillo Pepe Vázquez en busca del empate. Jesús lanzó a las manos de Manu y un minuto después se produce una jugada por la banda derecha de Iván Mayo que centra al punto de penalti, donde Dani Gómez fusila estableciendo el empate a dos.
Ya en el descuento pudo irse la victoria para cualquiera de los dos equipos. Primero Ramón cabecea viniendo desde atrás pero sale el balón al centro donde rechaza Manu; y poco después quien perdona es Mele, que cabecea alto un centro de Dani. En el último instante de la prolongación es Manu quien salva a su equipo tras el saque de una falta de Dani Gómez.