Moreno en su laberinto.
No hace tanto que el PP decidió por sus procedimientos habituales designar a Moreno conductor de la formación conservadora. No ha pasado mucho, casi nada, y ya una buena parte de los dirigentes populares y prohombres de la derecha andaluza, política o mediática, se pronuncian sin tapujos preguntándose en voz alta si no se han equivocado con la joven promesa. Moreno, como diría Maquiavelo, llegó al poder que no al liderazgo, sin ejército propio sino con ejército ajeno, ejército que ni ha entregado las armas, ni relevado a sus generales, aún en activo, ni renovado su intendencia. En los cuarteles de San Fernando, su coqueta sede, se mantiene toda la logística antigua de los antiguos del PP. Una suerte de cabos y sargentos, Arriolillas y Goebbels de pueblo que deben lealtades al pasado y a una corte hispalense de deudos, que no atesoran mérito alguno ni capacidad intelectual para ser protagonistas del futuro de la derecha andaluza.
A Moreno lo han engañado, ha llegado para renovar pero los renovables no se han ido. Entre ellos los apóstoles de la comunicación del PP, que apenas se leyeron a Flora Davis y no paran de meter en líos a la promesa popular. El PP antiguo mora en la calle San Fernando, una calle importante de Sevilla, muy cerca de San Telmo, la sede del Gobierno, muy cerca pero ahí acaba la metáfora. Muy cerca también del Palacio de Justicia y ahí acaba su añeja estrategia, y más cerca todavía de los venerables muros de la Fábrica de Tabacos, la sapiencia, sin que hayan tenido a bien sus manijeros, ya quisieran ser fontaneros, contagiarse algo de la vieja Universidad Hispalense, y ahí acaba la capacidad intelectual de la intendencia de Moreno, en la acera de enfrente del conocimiento mínimo para acercar al PP al poder de verdad que no es el poder de destruir o desprestigiar lo que hay, única estrategia que parecen dominar y que en treinta años nunca le ha dado frutos.
A Moreno lo ha tenido el ejército ajeno un buen tiempo jugando a la silla, y para llegar al Senado ha tenido que hacer saltar las sólidas soldaduras que aferraban a los sillones del Senado los culos planos de la antigüedad. Al presidente Moreno le da la espalda la sevillanía mediática de la derecha de la que se suelen servir, siempre entre la caspa y el albero, esa que siempre ha tenido urgencia por llegar al poder de la mano de PP y que se desespera cuando ve que su ansiedad le supera. Ya han decidido que con Moreno le queda mucho de lexatin que chupar. Una derecha mediática con aliados en el ejército ajeno de Moreno, servida por los apóstoles, y algún converso,desde décadas instalados en la comodidad de los sillones de San Fernando, que lejos de fortalecer las virtudes de su jefe no dudan en ponerse al servicio de las estrategias de sus acosadores. Moreno lo tiene difícil con el ejército ajeno, acantonado en Sevilla y zonas de influencia, con un ejército propio prácticamente inexistente.
Así no habrá PP nuevo, ni líder que lo conduzca, ni proyecto alternativo a un PSOE con un liderazgo cada día más rutilante. Decía Benjamín Disraeli que no hay buen gobierno sin una oposición temible. Esta oposición es lamentable y su líder, lo digo para entendernos, no es temible y si previsible, entre otras cosas porque el ejército que le sirve es un melón calado al que nadie teme y menos a sus Goebbelillos de pelo ralo.
Javier Aroca.
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