La vida va por un lado y el poder por otro (crónica irreverente de un sábado de Febrero).
La vida va por un lado y el poder –hoy casi por completo en manos del PP- por otro. Con enorme tedio se escuchan -casi aunque una no quiera- la sarta de tomaduras de pelo que anda diciendo el PP en su festejo de Valladolid. El uno, Montoro, que lo que mejor hace el gobierno es bajar impuestos sin que se le haya derramado la cara de vergüenza y esté esparcida por el suelo. Ah, que se refería a los ricos. El propio presidente prometiendo –otra vez- que bajará los impuesto pero en 2015, a ver si pica alguien. Pensando desde luego que su puesto es para siempre. Pues ya si acaso lo hago en 2015, o 2020, ya veremos.
No sé qué tendrá planeado Rajoy, el presidente de la comunidad de Madrid (en herencia de Aguirre) al que no le gusta un pelo la democracia, dice que lo fetén es votar cada cuatro años programas que mienten de la A a la Z y que a los movimientos sociales hay que darles duro “como ya se está haciendo, menos mal”.
Con ETA tienen en el PP un lío serio. Uno que está derrotada, otra que no, otro que quizás. Pero mejor no hablamos mucho de eso en Valladolid que les prometimos a las víctimas lo imposible y ahora andan tan irritadas que hasta se nos ha desgajado el partido de extrema derecha por un ala que se despeña en ultra.
¿Se han reunido para contarse mentiras? ¿Para animarse entre ellos? ¿Para que dicten doctrina sus medios de propaganda que ya son casi todos los grandes? Se van a gastar casi 150 millones de euros en publicidad de sus cosas, en aumento notable del presupuesto, pues esto les sale más apañado.
Para que se sepa quién manda sí. Y lo orgullosa que se está del dinero que entra en casa venga de donde venga. ¿Que acusa la justicia a mi marido del alma de cobrar 7.000 euros al mes –más, 7.000 más añadidos a sus muchos sueldos- sin haber firmado contrato alguno? Pues lo siento a mi lado en primera fila.
He comenzado la fría mañana despejando neuronas y perezas con los bomberos de Madrid. Acusan a la policía del gobierno del PP de acosarles. Vamos, que no pueden ni opinar en las redes sociales. Lo contaban en rueda de prensa con tal convicción y dolor que ponían el corazón en un puño.
Hoy estaba fuertes y contentos, como todo el que toma decisiones y siente le asiste la razón.
Camino de casa, para una pausa, he parado en el mercado a comprar borrajas que (muy típicas en Aragón) ya las venden en Madrid y ha renacido mi amor por ellas. Al verdulero le han ofrecido (en tono jocoso, como quien oferta una purga) un libro y ha contestado: “que sea pequeño y ligero”. En ningún país se presume de la burrez como en España. Y se nota.
Y luego he acudido a saludar y compartir el Tren de la libertad contra la ley del aborto de Galladón/Rajoy. Madre mía, 30 años más tarde, más de 30 años incluso, y aquí estamos otra vez defendiendo los derechos de las mujeres. Es lo que pasa y pasará cuando se deja absolutamente impune un golpe de Estado y una dictadura fascista de 40 años. Pocos países han pasado página con tanta soltura sobre sucesos tan graves como España. Hasta algunos considerados Repúblicas Bananeras exigieron responsabilidades a los culpables. Y la Historia torcida que no se endereza, se repite. Pero aquí estamos otra vez, con los kilos y las canas y hasta algún asomo de artrosis -poca, tampoco vamos a exagerar-.
Miles y miles, que se entere el gobierno endogámico, sordo. Menos gente joven que mayor, pero muchos hombres lo que es un cambio maravilloso. Al punto de presumir de ovarios, ole por ti, por vosotros, majos.
Una manifestación sirve fundamentalmente –desde el punto de vista del desfogue anímico- para poder gritar en plena calle: Esto nos pasa por un gobierno facha. Para pedir dimisiones que atruenan. Pero la #mareablanca le ha truncado los planes al PP de Madrid de privatizar la sanidad y da mucha fuerza. Así tenemos al heredero de Aguirre tan enfadado. A ver si la autoridad competente le saca las castañas del fuego. Los bomberos no serán.
Al lado mismo de las miles de personas reivindicando derechos, el Prado eterno –o hasta el corte final de dinero que para la cultura no está- se llena en la mañana de sábado. Pausas tumbados en el césped pese al frío, igual son extranjeros del norte que a cualquier cosa le llaman calor.
presidiendo la escena, la Iglesia de los Jerónimos donde se casan los pudientes con gran afluencia de público también. No tanta, claro está. No tanta. Si en el fondo son cuatro gatos. Rabiosos. Con lo majos que suelen ser estos animales.
Y así anda el poder, sordo a los ciudadanos, y volcado con pasión en sus propios intereses.
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