Ahora que
todos hemos visto por dentro la Federación de fútbol…
A Luis de la Fuente, entonces entrenador, le
preguntaron por qué aplaudió a Rubiales en la asamblea. Él dijo: “Yo no vengo a
hablar de ese tema”, y no se dio ni cuenta de su propia chulería, tuvo que
advertirle el juez. Están acostumbrados a un mundo en el que ellos deciden
quién habla y de qué se habla.
Luis Rubiales, en el juicio por
el beso a Jenni Hermoso. Fernando Villar/EFE
13 de febrero de 2025 21:54 h Actualizado el 14/02/2025 05:30 h
Espero que Jenni Hermoso y sus
compañeras sean conscientes de lo que ya han logrado, al margen de cuál sea la
sentencia a Luis Rubiales. Gracias al juicio hemos visto al desnudo a esos
estrafalarios personajes que habitaban la federación (¿o la habitan aún?).
Ellos solitos han hecho el resto mostrándose tal cual son. Al explicar cómo
funcionaba (¿o funciona?) la federación por dentro, han revelado una
organización marciana sobre la que es razonable dudar si se ha enterado de que
se votó una Constitución en 1978.
Ha quedado claro que era (¿o
todavía es?) una estructura jerárquica y personalista, que operaba de forma
arbitraria al servicio de los caprichos del jefe-cacique. La opacidad y la
impunidad han reforzado durante años ese círculo de excepción en que vivían (¿o
aún viven?) los dirigentes del fútbol federativo, donde no ha entrado aire
fresco desde hace 30 años.
El panorama general que se ha
descrito en el juicio es este:
–Una cultura organizacional
corrupta, donde la compra de voluntades es mecanismo habitual. La jugadora Ana
Ecube ha declarado que Albert Luque, entonces director deportivo de la
selección masculina, les pidió que salieran a defender a Rubiales con estas palabras:
“Si nos ayudáis, ya sabes que Luis sabe devolver muy bien los favores, y no os
va a faltar trabajo, ni a ti ni a Jenni”.
–Una organización que, lejos de
prevenir los abusos de poder, los estimula. López Vallejo, el psicólogo
federativo, elaboró su informe sobre el incidente del beso ¡sin hablar con
Jenni Hermoso! No hace falta tener mucha imaginación para darse cuenta de que
esa estructura piramidal, regida por la ley del más fuerte, se extiende a
cualquier tipo de abuso de poder. No quiero imaginar cómo será denunciar acoso
laboral en ese clima. El abuso va mucho más allá de la final australiana en que
una piel de sapo cayó sobre los labios de Jenni Hermoso.
–Por último, en la federación se
vivía (¿o aún se vive?) la cultura macho en grado superlativo. En ella los
hombres de la federación se permitían (¿o se permiten?) hablar en nombre de las
jugadoras. Como ejemplo delicioso, valga la declaración de Pablo García Cuervo,
director de comunicación en los días fatídicos. Él tampoco habló con Jenni
Hermoso para elaborar el comunicado que la RFEF envió a los medios. Pero ese
comunicado incluía palabras textuales de ella. Se inventó lo que ella opinaba.
Y lo hizo, según ha declarado, porque Jenni Hermoso es una mujer “manipulable”.
Menos mal que ante esas humillantes manipulaciones que sufría Jenni, hubo un
gran director de comunicación, un profesional intachable que conocía lo que
pensaba la verdadera Jenni y pudo atestiguarlo en un comunicado… En fin.
Ese es el estilo de los
personajes que mandaban (¿o mandan aún?) en la federación. A Luis de la Fuente,
entonces entrenador, le preguntaron por qué aplaudió a Rubiales en la asamblea.
Él dijo: “Yo no vengo a hablar de ese tema”, y no se dio ni cuenta de su propia
chulería, tuvo que advertirle el juez. Están acostumbrados a un mundo en el que
ellos deciden quién habla y de qué se habla.
Estos dirigentes viven ajenos a
la realidad. Y muchos otros que no han declarado en el juicio. Los presidentes
de las federaciones autonómicas controlan la asamblea porque tienen influencia
en los cuatro estamentos que votan (clubes, jugadores, árbitros y
entrenadores). De ellos sale Louzán, ellos lo han elegido. Y forman parte de
esa cultura patriarcal y obsoleta que ignora normas éticas básicas.
En la federación las cosas
funcionaban como se ha contado en el juicio… ¿o aún funcionan? Esta es la gran
pregunta. Más allá de Rubiales, ¿se trata de conductas erradicadas con su
salida o de una cultura de organización que necesita renovarse de arriba abajo?
El nuevo presidente de la federación ha sido exculpado recientemente por el
Supremo de un delito de prevaricación. Muy bien. Ahora tiene un mandato para
limpiar de verdad la federación. Porque la sociedad ha visto cómo funciona, y
claramente necesitan medidas para que nunca vuelva a ocurrir algo así. No me
refiero a lo del beso (el escarmiento público global garantiza que no
sucederá). Me refiero a las coacciones y la compra de voluntades, la
arbitrariedad y las corruptelas, el falseamiento de la voz de las jugadoras y
la chulería. Esa cultura macho acostumbrada a decidir siempre quién habla y de
qué se habla.
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