domingo, 6 de septiembre de 2015

- LA XENOFOBIA DEL PP.

De la foto de Aylan ahogado a la de Albiol.

Pasar de la foto de Aylan ahogado en la orilla de la playa a la de Xavier García Albiol en la página siguiente produce estos días una punzada de dolor en el estómago a algunos.
¿Es oportuno mantener en primer plano al ex alcalde de Badalona, tan identificado con el racismo por quienes le adoran y por quienes le desprecian? En Génova están eufóricos. Los sondeos internos confirman lo que vienen anunciando todas las encuestas publicadas: que están en la senda de una firme recuperación de sus votantes.
Las armas de Rajoy: a más lío en Catalunya mejor para el PP en las generales, la mejora de la economía y ¡qué vienen los inmigrantes a quitarnos trabajo! Por eso sigue sirviendo Albiol.
¿Podría ser la crisis migratoria la china en el zapato electoral de Rajoy? Méritos tiene este Gobierno para ello. Al descarado hecho de que la candidatura a la presidencia de la Generalitat la encabece un señor que ha realizado su carrera gracias a sus políticas y opiniones xenófobas, se añade la miserable actitud del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, con respecto a la cuota de reparto de los inmigrantes. Acoger a dos mil personas de la crisis migratoria y humanitaria más grave en Europa desde la II Guerra Mundial, es mucho para España, que tiene una elevada tasa de paro, argumentó Fernández Díaz. (Unos parados a los que, por cierto, su Gobierno va dejando cada día sin ninguna cobertura).
Puede que influya el que Angela Merkel haya pillado con el pie cambiado a Rajoy. La primera ministra alemana ha puesto en un aprieto al español y a su Gobierno al transformarse de demonio anti-inmigrantes -aquellas lágrimas de la niña palestina- a ángel y madre acogedora de los refugiados que huyen de las guerras. Merkel se aferra a esa distinción falaz, pero legal. A los refugiados políticos les ampara la legalidad internacional. Los económicos son de segunda categoría, inmigrantes parias del mundo. Para los gobiernos, las razones históricas de la pobreza de sus países de origen no son asunto.
Pero recojamos el hilo. La señora Merkel puso tan en evidencia a su amigo Mariano en esa jornada de trote corto por las sendas alemanas, que el presidente español se vio obligado a admitir, no sin cierta resistencia mohína, que se pueden revisar las cifras de acogida de España. Luego llegó el detalle del ultraderechista primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que en su brutal discurso a la Unión Europea, espetó que solo España y Hungría estaban cumpliendo el papel de tapar agujeros en la frontera como era debido. Que comparación tan real, pero qué tristeza.  
Será el cambio de la actitud de Merkel y la vergonzante mención -para los españoles- de Viktor Orbán los que lleven a Rajoy a matizar sus posiciones con respecto a esta crisis humanitaria. Mucho más que la solidaridad de los españoles que le ha desbordado; de los movimientos ciudadanos, de nuevo muy por delante de los políticos. Los alcaldes de las iniciativas populares abren sus puertas y los presidentes autonómicos dan un paso al frente para acoger refugiados, aunque cualquier analista demoscópico y político sabe que la política internacional no influye electoralmente. O qué un exceso de apertura de mano en acoger a refugiados será utilizado por Rajoy como tercer arma electoral. La derecha siempre se sirve del inmigrante que nos roba el trabajo. ¿Chirría igual en las conciencias de los votantes la foto del niño Aylan ahogado en la playa con el rostro de Albiol como líder del renovado PP? Seguramente no, al contrario, Albiol recuerda que en caso de necesidad, habrá mano dura contra los emigrantes.
Frente a la solidaridad, los populares airearán la caridad católica, como es habitual. Una caridad mucho más fácil de ejercer allá por el 20 de diciembre, probable fecha de las Elecciones Generales, cuando la paga de Navidad pese ya en el bolsillo. Para entonces, quizá la crisis migratoria haya agotado la conciencia europea y Aylan sólo sea una niña cerillera de Christian Andersen, que consume el último fósforo mirando el pavo devorado por una familia feliz, a través de un cristal escarchado.
No equivocarse, la familia no tiene por qué ser solo de derechas

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