El no de Grecia en nueve claves.
La troika esperaba que el 
referéndum fuese la muerte política de Alexis Tsipras. Para desgracia de Angela 
Merkel y Christine Lagarde no ha sido así.
1. A pesar del 
corralito, a pesar de las amenazas, a pesar de la campaña por el sí de los 
principales líderes europeos, los griegos han dicho no a la troika, no a más 
recortes, no al callejón sin salida en el que llevan atrapados desde hace ya 
años. Algunos en Europa deberían preguntarse cómo de desesperado tiene que estar 
un pueblo para respaldar de forma tan clara y contundente a su Gobierno cuando 
solo pueden sacar 60 euros del cajero. 
2. Los griegos 
han votado, pero el voto que más cuenta para su futuro inmediato no es el suyo: 
es el de un italiano, Mario Draghi, presidente del BCE. El Banco de Grecia va a 
pedir al BCE liquidez extra para sus bancos porque en cuestión de horas la banca 
griega podría quebrar si no llega más dinero. El sistema financiero y su extrema 
dependencia sigue siendo el dogal con el que a Grecia se le puede 
ahogar.
3. Salvo que 
la troika quiera llevar su órdago hasta el final y fuerce la salida del euro de 
Grecia para dar ejemplo al resto, la nueva negociación empieza ya y los puntos 
de partida no parece que estén tan lejos. Tsipras ya reconoció por carta hace 
unos días que está dispuesto a aceptar la mayoría de las propuestas de la 
troika si se acepta una obviedad: que hay 
que reestructurar la deuda y permitir una quita porque esa deuda es imposible de 
pagar. Así lo ven gran parte de los economistas, Estados Unidos y el propio FMI en un reciente informe donde llega a proponer un periodo de carencia de 20 años en el 
pago de la deuda.
4. 
No es que Grecia no quiera pagar, es que no 
puede. Es materialmente imposible que pueda 
devolver una deuda pública del 180% del PIB y esto es algo que era ya evidente 
hace cinco años, cuando se descubrió que el Gobierno conservador de Nueva 
Democracia –el mismo partido al que apoyan Merkel y Rajoy– había trampeado las 
cuentas públicas para ocultar el pastel. El debate no es si Grecia debe o no 
debe pagar las deudas. Lo que está en discusión es cómo va a dejar de pagar y 
hay dos opciones: con una quita ordenada o con su salida del euro, que 
provocaría una devaluación de su nueva moneda y también dejaría a los acreedores 
parcialmente sin cobrar. 
5. A Grecia se 
le prometió ya en 2012 que si hacía los deberes se reestructuraría su deuda y 
podría permanecer en el euro. Y después del mayor ajuste de gasto público de la 
historia, después de perder el 27% de su PIB, después de que la troika fallase 
estrepitosamente en todos sus cálculos sobre las consecuencias que provocarían 
sus recortes, ese compromiso sigue sin llegar. 
6. Es cierto: 
la clase política griega ha sido ruinosa, corrupta e irresponsable, y ha estado 
respaldada por unos ciudadanos que les apoyaron en las urnas. La gestión 
económica del país ha sido desastrosa desde hace décadas. Los grandes partidos 
aprovecharon el dinero fácil que llegaba de Europa para crear una red clientelar 
y mantener políticas populistas con las que perpetuarse en el poder. Pero de 
todo ello no se puede responsabilizar a Syriza, que no lleva ni medio año al 
frente del país. Ni tampoco en exclusiva a los griegos: la deficiente 
arquitectura del euro, la política de tipos de interés bajos –que tanto 
beneficiaba entonces a Alemania mientras cebaba la burbuja en el sur de Europa– 
y los bancos que prestaron ese dinero sin preguntar también tienen su gran parte 
de responsabilidad. 
7. Quienes 
convierten el impago de Grecia en una afrenta de los griegos al resto de los 
ciudadanos europeos cuentan solo una parte de la historia. Fueron los bancos 
privados los que prestaron ese dinero por toneladas. Fue después la troika la 
que, en el primer rescate, trasladó ese riesgo que había asumido el sector 
financiero a los contribuyentes europeos. La historia de siempre: privatizar 
beneficios y nacionalizar las pérdidas.
8. Que el 
Gobierno de Syriza no sea responsable de la deuda griega no significa que todo 
lo hayan hecho bien en estos meses. La durísima confrontación dialéctica con la 
troika puede ser muy útil para ganar elecciones, pero no es la manera más 
inteligente de encontrar una salida a la situación de tu país; entre otras 
cosas, porque Angela Merkel también tiene elecciones que ganar.  No es la mejor estrategia calificar al Eurogrupo de 
terrorista un sábado y al día siguiente 
decir que son tus socios y pedirles que se sienten a negociar.
9. La troika 
esperaba que el referéndum fuese la muerte política de Alexis Tsipras. Para 
desgracia de Angela Merkel y Christine Lagarde no ha sido así. Syriza ha ganado 
la consulta con mucho más margen del esperado y tiene hoy toda la legitimidad y 
una posición mejor para aguantar el pulso frente a la troika. Aguantar. Eso no 
significa que aún hayan ganado, porque lo que Alemania teme no es que se apruebe 
una quita a Grecia que todos dan por inevitable: es que eso lo consiga Syriza. Y 
dé mal ejemplo.
 
 
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