jueves, 30 de abril de 2015

- LA CENSURA DEL PP.

Una idea inadmisible.

El Gobierno sugiere un debate que llevaría a coartar la información de procesos judiciales.

Muy desbordado debe de sentirse el Gobierno con la gestión de los casos de corrupción y fraudes cuando su ministro de Justicia, Rafael Catalá, se permite sugerir la implantación de sanciones para los medios de comunicación que publiquen datos de asuntos que se encuentran bajo investigación judicial, incluso la prohibición de difundir sumarios judiciales. Esas ideas constituyen otro jalón en la cadena de dislates en que está incurriendo un Ejecutivo manifiestamente nervioso. La propuesta equivale a restablecer la censura en un amplio número de temas sensibles como remedio para evitar la circulación de noticias que, por su naturaleza escandalosa, pueden incidir en las perspectivas electorales.

Lo peor es que la idea no es nueva. Alberto Ruiz-Gallardón, antecesor de Catalá, ya planteó una reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que pretendía facultar al juez para requerir el cese de la publicación de informaciones que comprometieran el derecho a un proceso justo. El intento, aparentemente abandonado, reaparece de la mano de Catalá, quien matiza que no hay un proyecto encima de la mesa, sino que quiere abrir “una reflexión”.

¿Qué clase de debate es el que propone? ¿El de forzar la oscuridad sobre los abundantes casos de corrupción y fraudes en que presuntamente han incurrido numerosos miembros de la clase política, muchos de ellos del Partido Popular? ¿El de cubrir con un manto de silencio el cúmulo de irregularidades observadas en las últimas actuaciones de la Agencia Tributaria; por ejemplo, sobre la fulminante detención y la no menos fulminante puesta en libertad de Rodrigo Rato, ambas confusamente judicializadas?

Por supuesto que las filtraciones interesadas pueden afectar al honor y la fama de los investigados antes de que sean juzgados: sanciónese, por tanto, a los autores de cada filtración. Ni siquiera se ha hecho pública investigación alguna sobre las últimas y enrevesadas fugas de datos que la Agencia Tributaria tiene el deber de custodiar, y en cambio se pretende actuar contra los medios de comunicación.

Los ciudadanos, los políticos también, disponen del derecho a defenderse de las acusaciones que reciban. Lo inaceptable es que los medios queden a merced de la interpretación que el poder decida hacer sobre la presunción de inocencia en cada caso. Esto recuerda a una censura propia del pasado dictatorial, más que al funcionamiento de una democracia moderna.

La inadmisible propuesta conduce a la impresión de que el Gobierno no entiende lo que es la libertad de información (consagrada por la Constitución) ni el papel que desempeñan los medios en una democracia. El político no es el propietario ni el administrador de la libertad de información. El debate y la contradicción van de la mano del pluralismo. Tener que enfatizar estas cosas puede obligar a interrogarse por el estado de las libertades en España.

EditorialEl país 3 0/04/15

jueves, 23 de abril de 2015

- PAPÁ, ¿POR QUÉ SOMOS DEL PP?

Todos los niños dicen que sus padres ya no lo son y se ríen de mí. Dicen que los del Partido son unos golfos que se han quedado con mucho dinero que no era de ellos y muchos están en la cárcel y eso que aún no están todos. A mí me da mucha vergüenza no saber qué contestarles. Ahora la tienen tomada con un señor llamado Rato y se cachondean cuando les digo, como me dijiste tú, que ese señor ya no es del Partido y que lo están investigando por asuntos suyos particulares. El otro día me colgaron un monigote en la espalda con una gaviota de papel y un muñeco que se parecía al Presidente del Gobierno. Dicen también que en las elecciones nos vamos a da una ostia de campeonato.

Papá, ¿por qué no nos cambiamos de partido? Ahora hay uno que es casi como el nuestro, pero sin escándalos y sin que le detengan a alguien todos los días. Los padres de varios de mis amigos ya se han hecho de ese partido que es como el PP disfrazado. Aunque a mí el que me gusta es uno que lleva coleta, pero dicen que es un rojo y nos quiere quitar todo. Hay otro que el padre es del PSOE, que antes era de fiar y defendía casi lo mismo que nosotros, pero ahora tienen un jefe nuevo que dice que es de izquierdas y que no nos va a apoyar en nada. Un traidor. Lo que yo no entiendo es por qué lo hemos hecho tan mal. Dicen que Rajoy, que cuando se ríe se parece a un dibujo antiguo que se llamaba Popeye y comía espinacas, ha hecho que muchos españoles sean pobres y no tengan trabajo y en cambio hay otros que son muy ricos, mucho más que nosotros, y eso tampoco es justo, me parece a mí.

Papá, supongo que tú no estarás en peligro de que te metan en la cárcel. Se lo he preguntado a mamá y me ha contestado no sé qué de una amnistía fiscal, que no sé qué es, y que a lo mejor lo descubren y tu nombre sale en la tele, y sería horrible lo que me dirían los otros niños.

Yo no sé por qué la gente quiere robar tanto. Y hay mucho follón con la sanidad y la educación. Y con la policía, que por lo visto no se les puede grabar. Papá, ¿por qué no nos damos de baja y no nos hacemos de ningún partido y no votamos a nadie? Así no tendríamos la culpa de nada. Piénsatelo. Yo a cambio renuncio a que me compres el nuevo Galaxy 6, que sale el próximo mes. Papá, eres un carca y un antiguo. Si ni siquiera quieres cambiar la Constitución, que es una necesidad. Yo no quiero ser más del PP y no sé por qué lo seguimos siendo. ¿No será que lo llevamos en los genes y en el fondo somos unos fachas y no nos preocupa nada la desventura de los demás? El profesor que más me gusta dice que el mayor mérito del ser humano consiste en no encerrarse en sí mismo y admitir que puede estar equivocado, es decir, no ser un fanático. O te borras o me compras el Galaxy. Elige.

Arturo González.   Público.es

lunes, 20 de abril de 2015

- EL PP Y EL FRAUDE FISCAL. DEL VICIO, VIRTUD.

El Partido Popular ante la evidencia del tsunami de casos de corrupción que se les viene encima, ha decidido poner en marcha una estrategia tan vieja como la humanidad, hacer de vicio virtud.

Por eso, ahora se nos presenta ante la ciudadanía como el principal defensor de la transparencia, la persecución del fraude fiscal y la lucha contra la corrupción.

Lo ha hecho con el caso Rato, con una hiperactuación que deja al descubierto su poca credibilidad y autoridad en esta materia.

La connivencia del poder político con la evasión y el fraude fiscal no es nueva ni exclusiva de nuestro país. De hecho es uno de los grandes retos de la Unión Europea. O se acaba con las diferentes modalidades de erosión del sistema fiscal, que en una economía globalizada son abismales, o la erosión del sistema fiscal acaba con el Estado Social Europeo.

Pero en España esa connivencia del poder político con las diferentes formas de elusión, fraude, evasión fiscal es mayor y corre pareja a la “comprensión” de la sociedad con estos comportamientos.

La manera en que el PP está presentando sus iniciativas apuntan a que todo puede quedar en papel mojado.

En el terreno de la transparencia se anuncia una Reforma de la Ley General Tributaria que permita al Gobierno hacer públicos los datos de los morosos tributarios por importe de más de un millón de euros y de los condenados por sentencia firme por fraude fiscal.

Más allá del debate sobre los límites a partir de los cuales se debe dar publicidad a la morosidad fiscal y a los fraudes, el problema principal reside en que el Gobierno ha anunciado que la primera publicación de datos deberá hacerse antes del final del último trimestre dl 2015. Es decir, cuando ya se haya celebrado todo el ciclo electoral.

Este último movimiento del record Guinness de los trileros políticos, el Ministro Montoro, no debe sorprendernos, el Gobierno Rajoy no ha hecho nada durante esta legislatura para reformar el artículo 95 de la Ley General Tributaria y facilitar información de morosos y defraudadores. Y no será porque no se le haya exigido. O porque no haya tenido oportunidades, por ejemplo cuando aprobó la amnistía fiscal a la que se han acogido Bárcenas, Pujol o Rato, entre otros.

Entre las prioridades reformistas de Rajoy no ha estado nunca la transparencia fiscal, por eso ha esperado hasta el final de la legislatura para presentar este proyecto de Ley, que muy probablemente no tendrá ni tiempo para ser aprobado. Como también puede suceder con el Proyecto de Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Pero en esta política de falta de transparencia fiscal y de poca convicción en la lucha contra la evasión y el fraude fiscal, el PP no ha estado solo. El PSOE ha hecho lo mismo en sus 7 años de Gobierno, demostrando que si en algún ámbito la indistinción política ha sido la divisa del bipartidismo, este es el terreno de la política fiscal.

PSOE y PP han compartido con CIU los ejes básicos de la política fiscal de este país. No deberemos olvidar que la Ley General Tributaria que, según el Gobierno le impide facilitar los datos de morosos y defraudadores es de diciembre del 2003, con Aznar en el Gobierno. Pero durante el Gobierno Zapatero se ha mantenido en sus propios términos.

Si la apuesta del PP por la transparencia fiscal fuera sincera, que no lo es, lo podría demostrar, presentando una Proposición de Ley de reforma del artículo 95 de la Ley General Tributaria, que se podría tramitar por urgencia.

Cuando al PP le ha interesado ha utilizado este método parlamentario. Por ejemplo para acabar con la Justicia Universal o para reformar el Código Penal e introducir los acuerdos entre PP y PSOE en la lucha anti-yihadista.

Si no lo hace así, no es porque no se pueda, es sencillamente, porque su apuesta por la transparencia fiscal es falsa. Una vez más está fingiendo y engañando a la ciudadanía.

Joan Coscubiela.

sábado, 18 de abril de 2015

- LA LISTA DE DEFRAUDADORES.

Los 705 de la lista Montoro.

¿Qué tipo de cargos públicos están siendo investigados por blanquear dinero negro en la amnistía fiscal del Gobierno?

Políticos, altos cargos, jueces, militares, embajadores… Lo ha confirmado el propio ministro de Justicia, para pasmo general. En esta España de Alí Babá en la que un tipo como Rodrigo Rato pudo pasar por gran gestor milagroso, hay 705 “personas expuestas políticamente” que están siendo investigadas por presunta corrupción.

Son 705 entre los cerca de 40.000 defraudadores que se acogieron a la amnistía fiscal; 705 presuntos delincuentes que intentaron blanquear un dinero que podría venir de delitos mucho más graves que el mero fraude fiscal: cohecho, tráfico de influencias, prevaricación… Ese 3% de comisión tan español.

De los 705 de la lista de Montoro ya sabemos algunos nombres: Rodrigo Rato, Francisco Granados, Luis Bárcenas, algunos de los Pujol… Hace unos meses, cuando la lista Falciani apareció, el locuaz Cristóbal Montoro ya avisó de que aquello era "un aperitivo" de lo que estaba por aflorar.

La gran pregunta: ¿quién más está en esa lista? Aún no se sabe, pero el ministro de Justicia ha dado una buena pista al explicar que son personas a las que se considera políticamente expuestas “de acuerdo con la ley de blanqueo de capitales”. ¿Y qué dice esa ley? En su artículo 14 lo explica bastante bien: son aquellos que en España o en otros países europeos tengan responsabilidades públicas importantes como:

Jefes de Estado, Jefes de Gobierno, Ministros, Secretarios de Estado, Subsecretarios, Parlamentarios, Magistrados del Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional y miembros equivalentes de la Fiscalía, Los miembros del Tribunal de Cuentas o consejeros de bancos centrales, Embajadores y encargados de negocios de las embajadas, El alto personal militar del Ejército, Los miembros de los órganos de administración, de gestión o de supervisión de empresas de titularidad pública, Familiares próximos a todos estos cargos: padres, hijos, pareja o parejas de los padres o de los hijos, Socios empresariales o testaferros de estos cargos.

La ley obliga a que la supervisión de notarios, abogados, bancos y otros organismos sobre estas “personas con responsabilidad pública” sea mayor, y que comuniquen cualquier irregularidad que detecten al Sepblac –que combate el blanqueo de capitales–. Fue una directiva europea la que incluyó esta vigilancia extra en nuestra legislación; en España no se nos ocurren estas cosas por iniciativa propia.

Los VIP políticos no son cualquiera, por lo que los 705 tampoco lo son. En esta definición no entran alcaldes y concejales: uno de los mayores focos en España de la corrupción. La lista de los 705, además, no es definitiva. Hacienda aún está cruzando datos de la amnistía fiscal y este número todavía puede aumentar. Sus nombres, por ahora, no han trascendido. ¿No sería imprescindible saber de quién hablamos antes de que los españoles vayamos a votar?

Ignacio Escolar

martes, 14 de abril de 2015

- A POR LA III REPÚBLICA.

Tal día como hoy.

Tal día como hoy, hace ochenta y cuatro años, cayó la monarquía y cambió el régimen y todo empezó por unas elecciones municipales, como las que tenemos a la vuelta de la esquina.

Hoy el bipartidismo es la nueva monarquía y estas elecciones municipales y autonómicas el paso previo necesario para arrebatarles el trono.

Tal día como hoy en 1931, el pueblo (ese ente hoy tan desdibujado) tomaba las calles de Madrid y provocaba un cambio de régimen, la caída de la monarquía y el advenimiento de la Segunda República Española. Así, tal cual, saliendo a la calle, después de haber votado mayoritariamente a los partidos contrarios al rey que, con un buen criterio que no había demostrado hasta entonces en su reinado, como cuenta Josep Pla, se dio cuenta de que tenía que plegar velas porque no podía imponer por la fuerza de las armas lo que no había conseguido imponer en las urnas por la fuerza de las razones. Nadie sabe muy bien cómo la bandera tricolor republicana llegó a ondear en el mástil del Palacio de Correos, hoy sede del ayuntamiento madrileño en la plaza de Cibeles, pero el caso es que esa fue la señal que atrajo a miles al centro de Madrid y marcó el inicio del cambio en la jefatura de Estado. Y todo empezó por unas elecciones municipales.

Han tenido que pasar 84 años para que volvamos a encontrarnos ante unas municipales tan decisivas como aquellas. Aquí estamos de nuevo frente a los síntomas de enfermedad del sistema que aconsejan y auguran un cambio de ciclo. Hoy no se trata de hacer caer la monarquía, aunque eso podría discutirse luego, sino de hacer caer el reinado de 40 años de un bipartidismo que se ha convertido en el verdadero régimen monárquico de nuestra democracia, régimen en muchos aspectos absolutista que ha aniquilado la división de poderes y toda barrera a su poder, se ha hecho con el control de la Justicia, ha corrompido las instituciones, ha metido a la empresa en la cama de la política, maneja a la prensa, reprime a la ciudadanía y ha convertido el Parlamento en un obsoleto ornamento tan decorativo como lo fue durante el bipartidismo de la anterior Restauración monárquica en la que se turnaban en el poder para asegurar su continuidad en la cima.

Se parece tanto aquella época a ésta que diríamos que España se ha quedado detenida en la repetición de la jugada. Entonces los caciques compraban el voto y bandas de matones y policías disolvían los focos de disidencia. Hoy las redes clientelares, el sistema electoral y el control mediático hacen muy difícil el vuelco de fuerzas y el matonismo de la policía trata de mantener a raya la crítica con la ayuda de leyes cada vez más represivas. Hoy el bipartidismo es la nueva monarquía y estas elecciones municipales y autonómicas el paso previo necesario para arrebatarles el trono y quitarles la corona. No son solo importantes para recuperar la soberanía popular en la base de la democracia, son esenciales para darles la estocada que les haga tambalearse definitivamente en las elecciones a la presidencia.

Si salen malheridos de las municipales y autonómicas entrarán en una barrena que les haga caer sobre un lado del columpio impulsando el cambio hacia arriba. Si pierden aire, lo cogerán las nuevas fuerzas y se producirá ese salto de mentalidad que hace posible que el asalto de las alternativas. Pero si esquivan el golpe, retomarán aire y lo perderán quienes creen que podemos regenerarnos. Por eso son tan cruciales como aquellas del 31, estas municipales del 24 de mayo, porque son la oportunidad de plantar la bandera en el mástil del ayuntamiento que atraiga a otros hacia el centro de la plaza. Como entonces, no es importante quién iza el trapo sino que unos y otros colaboren para izarlo.

La ventana para colarnos en las instituciones, subir al tejado y hacer ondear la bandera está más abierta que nunca. No es que se vaya a cerrar porque un cambio no solo es posible, ya es seguro en nuestra sociedad, que diría Sampedro, pero sí es cierto que la ventana se entornará y entonces sólo entrará un airecillo de renovación, tal vez tan cosmético como el cambio dinástico. Hay poco tiempo para que esta plaga de cambio ponga sus huevos, como advertía Günter Grass, fallecido ayer, en un viejo poema: “Cuando la langosta invadió nuestra ciudad, no traían ya la leche a casa y el periódico se asfixiaba, abrieron las cárceles y soltaron a los profetas. (…) Pronto volvieron a traernos la leche, el periódico respiró y los profetas llenaron las cárceles”.

Lo que paraliza a gran parte de nuestros vecinos es el miedo del que tanto hablaba Eduardo Galeano, también tristemente desaparecido ayer, que decía que “el miedo de hacer nos condena a la impotencia”. Podemos seguir metidos en el huevo por temor pero, como escribió Grass, “hay que temer también que alguien, fuera de nuestra cáscara, sienta hambre y nos eche a la sartén, sazonándonos con sal... ¿Qué haremos entonces, mis hermanos de dentro del huevo?”. Tal día como hoy hace ochenta y cuatro años, miles de ciudadanos decidieron romper el cascarón y salir del huevo. Veremos si hoy somos tan valientes como ellos.

Javier Gallego.