martes, 22 de diciembre de 2015

- EL SUEÑO DE MARIANO RAJOY.

El sueño de Mariano.

Rajoy soñaba y miraba “los mercados” y decía “o yo o el desastre”.
Terminadas las elecciones, Rajoy encendió un puro, se puso los resúmenes de la jornada de Liga y entró en un 'relaxing cup by Mariano'. Y así es como Rajoy se durmió y tuvo un sueño. Como Luther King, pero de Pontevedra. Y Mariano soñó que volvía a gobernar, que los españoles le habían votado hasta la victoria. Y más allá. Millones de votos. Que le habían votado hasta con un escaño para el diputado comisionista Gómez De la Serna. Que los patriotas habían comprendido que era “absolutamente normal”. Y hasta le habían votado con un asiento de congresista para Cospedal. Diferido simulado, pero en sueños que se hacen realidad.
Rugía el graderío en el sueño de Rajoy, mientras se oía por la megafonía: doble cambio, entran Cospe y De la Serna y salen Madina y Rodríguez el general. Y el público encantado. Bramaban los ultras, los fondos y hasta muchos espectadores que no se pueden sentar. Soñaba Mariano mientras se recontaban los votos y revoloteaban Rato, Bárcenas, Granados… en forma de angelitos con su trompetilla, entre gaviotas que cantaban pío, pío, que yo no he sido. Y por aquí un recorte a la dependencia, y por allá otro a las becas, y otro a la sanidad… Venga, más votos. Y Mariano seguía soñando. “Presidente, presidente”, clamaba el pueblo. Y él daba saltos de alegría en el balcón de Génova. Y salió Albert Rivera a decir que había que dejarle gobernar y había socialistas que armaban la de Caín y se desollaban vivos y decían “dejadle, dejadle que gobierne. Por España, por sentido de la responsabilidad…”. Y los de Podemos discutían si el resultado era bueno o malo, si pactaban con el PSOE o si tenían que haber ido con Izquierda Unida… Mientras, Rajoy soñaba y miraba “los mercados” y decía “o yo o el desastre”.
Los de Podemos discutían si el resultado era bueno o malo, si pactaban con el PSOE o si tenían que haber ido con Izquierda Unida…
En la siesta marianista, aparecía Bertín Osborne en el plasma, interrumpiendo los resúmenes de la Liga y diciendo eso de “las coordenadas de la nación las dicta Mariano Rajoy y lo hace con convicción, entrega y tesón. De su padre heredó el valor del esfuerzo y el sentido de la justicia…”. Pero justo cuando Bertín decía justicia, a Rajoy le vino en sueños Rato con los demás entrando en la cárcel. Y él ante el juez… Y en esto, vete tú a saber por qué, se interrumpió la programación y apareció en la tele Arias Navarro, como si fuera el NO-DO: “Españoles, el bipartidismo… ha muerto”. Y Aznar fruncía el ceño (sexto aviso). Y a Rajoy le entró un acaloro. No está claro si en el sueño volvía a haber elecciones o pedían la cabeza de Mariano, para que gobernara el PP. Pero aquello ya era una pesadilla para Rajoy. Hasta reformaban la ley electoral para que un escaño costara los mismos votos y hasta podían votar los españoles que habían tenido que irse a trabajar al extranjero. Menudo sudor frío le estaba entrando a Mariano.
Por eso, abrió un ojo, parpadeó y hasta recordó cuando le decía a Sánchez “tiene usted un problema en la vista que le impide ver la realidad”. Pero Mariano bebió un trago de agua (un vaso siempre será un vaso), volvió a cerrar los ojos y empezó a quedarse otra vez dormido, contando bertines como ovejitas que decían: “Rajoy, caballero de sonrisa amplia y mirada clara…”. Mariano pensó que no tenía por qué despertarse todavía, cuando hay tantos españoles que siguen dormidos en este santo país.

lunes, 21 de diciembre de 2015

- ELECCIONES GENERALES 2015

La noche de las calculadoras.

Mariano Rajoy no sumará los apoyos suficientes para lograr su investidura salvo que el PSOE lo permita y cave su tumba.


1. Por primera vez en la historia, los españoles se van a la cama en una noche electoral sin saber quién será el próximo presidente del Gobierno. Las cuentas son endemoniadas y el PP lo tiene casi imposible para gobernar: Mariano Rajoy no sumará los apoyos suficientes para lograr su investidura salvo que el PSOE lo permita (y cave su tumba) o consiga milagros aún más difíciles, como la abstención de esos mismos partidos nacionalistas que ha despreciado durante los últimos años.
2. El PP puede presumir de ser  la lista más votada, pero en un sistema parlamentario como el español, es una victoria pírrica. Rajoy lo tiene crudo, incluso si Ciudadanos vota a su favor en la investidura –que no está claro porque Rivera solo prometió la abstención si no era el más votado–. Mariano Rajoy, con Rivera, tendría 163 votos a favor y 187 en contra.
3. Pedro Sánchez salva los muebles, evita la dimisión en la misma noche del recuento al no ser superado por Podemos ni en votos ni en escaños, pero tampoco está para brindar: cosecha el peor resultado de la historia del PSOE y Podemos le pisa los talones. Sánchez gana en la suma global –por apenas punto y medio–, pero queda por detrás de Podemos en Madrid, en Valencia, en Galicia, en Navarra, en Euskadi, en Baleares y en Catalunya. La caída es especialmente dura en Madrid, la lista que encabezaba Pedro Sánchez, donde el PSOE se convierte en la cuarta fuerza. Sin embargo, Sánchez tiene algunas opciones –pocas– de ser el próximo presidente del Gobierno. Solo parece que haya cuatro posibilidades: Mariano Rajoy, otro presidenciable del PP, Pedro Sanchez o unas elecciones anticipadas que hoy casi parecen ser lo más probable.
4. ¿Puede Pedro Sánchez lograr la investidura? Es técnicamente posible aunque no sea nada sencillo. Necesita más votos a favor que en contra, y el PSOE tiene menos enemigos que el PP en el Parlamento.  El escaño que está bailando en Granada es clave, e incluso si el PSOE lo consigue, lo tiene cuesta arriba. Sánchez sería presidente si consiguiese el apoyo de Podemos e IU y el apoyo de alguno de los partidos nacionalistas. No parece fácil. Tampoco imposible. Y si lograse ese pacto, tendría un nuevo escollo: la mayoría absoluta que tiene el PP en el Senado, que retrasaría todas las reformas legislativas (aunque no las bloquearía)
5. Podemos logra un excelente resultado: mucho mejor de lo que se pronosticaba hace dos meses, aunque la remontada que  ha logrado durante la campaña electoral no basta para ser la segunda fuerza política en votos, como pintaban los últimos sondeos y algunas encuestas a pie de urna. Se convierte en la primera fuerza en Catalunya y Euskadi, y sobrepasa al PSOE en muchas autonomías –algo que no lograron en mayo, donde los socialistas les ganaron en todas–. Si, como parece, hay elecciones anticipadas, el sorpasso no parece fuera de su alcance, a pesar de una ley electoral que penaliza a las grandes ciudades frente a las pequeñas provincias. Nunca antes un partido llegó tan lejos en tan poco tiempo. Pablo Iglesias roza el cielo y alcanza algunos de sus objetivos: dinamitar tanto la mayoría absoluta de Mariano Rajoy como el sistema de alternancia entre los dos grandes partidos, que hoy está en coma.
6. Ciudadanos es el gran perdedor de una campaña en la que entraron mucho más fuertes de lo que han salido. Es una gran derrota de sus expectativas, pero no un pésimo resultado: Albert Rivera, hace un año, habría firmado 20 escaños en lugar de los 40 que ha conseguido, que ahora saben a muy poco. Sin embargo, por primera vez hay un partido que puede rivalizar por el espacio político que hasta ahora ocupaba el PP en solitario. No es poca cosa.
7. IU queda por debajo de su objetivo: salvar al menos el grupo parlamentario. Alberto Garzón ha hecho una buena campaña que deja a su partido en los mínimos. De nuevo IU es el principal perjudicado por una ley electoral donde más de 900.000 votos dan solo dos escaños y cada diputado le sale al PP ocho veces más barato.
8. La división en la izquierda pasa factura. Si Podemos e IU hubiesen sumado fuerzas, con estos mismos votos habrían logrado 14 diputados más de los que han conseguido por separado. Y habrían ganado al PSOE en votos (aunque no en escaños)
9. Si hay elecciones anticipadas, ¿quienes serían los candidatos? Sin duda repetirían Albert Rivera y Pablo Iglesias, pero no parece probable que Mariano Rajoy lo intentase. Está por ver que lo lograse Pedro Sánchez, al que pronto intentarán mover la silla desde Andalucía.
10. La clave de esta noche de sumas imposibles: que esta historia aún no se ha acabado; no hay resolución a corto plazo. El PP lo tiene muy difícil para gobernar, salvo si el PSOE lo permite. El PSOE lo tiene muy difícil para gobernar, incluso si Podemos e IU se lo permiten. ¿Elecciones anticipadas dentro de cuatro meses? Cosas más raras hemos visto: las que han ocurrido este 20 de diciembre en el que el sistema político español que salió de la transición saltó completamente por los aires.

martes, 8 de diciembre de 2015

- ¿DÓNDE ESTÁ RAJOY QUE NO SE LE VIO?

Doñana no está lo bastante lejos para esconderse.

Ojalá los votantes destierren a un lugar más lejano que Doñana ese desprecio antidemocrático del candidato que por “problemas de agenda” se queda viendo la tele y no debate.
Ahora se entiende mejor por qué el Partido Popular no quería más debates: para no quedar en evidencia. La vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría estuvo mal. No acertó ni en el tono ni en los argumentos. Repitió mil veces un dato falso –no, Mariano Rajoy no ha creado empleo– y recitó temarios y argumentarios como si de nuevo se presentase a unas oposiciones. Ni siquiera le funcionó el lacrimógeno discurso sobre la violencia de género ( que los recortes de su propio Gobierno contradicen).
Santamaría no supo explicar por qué Mariano Rajoy no estaba allí –"el PP es un equipo"... y el día que hay partido el capitán se queda en el sofá viendo la tele–, ni tampoco qué clase de lucha contra la corrupción puede encabezar el presidente que le deseó “fuerza” a Bárcenas, o que negó los sobresueldos del PP desde una televisión de plasma pagada con dinero negro. La vicepresidenta pensaba que aún estaba en la rueda de prensa del Consejo de Ministros, donde ella decide quién pregunta y si alguna cuestión inoportuna pasa el filtro ya se ocupa ella de responder otra cosa. Se nota su falta de experiencia en algo tan básico en política como debatir delante de una cámara de televisión; algo tan básico en democracia como confrontar ideas y argumentar frente a otros sin el apoyo de un rodillo parlamentario.
Soraya perdió el debate pero eso no significa que el PP lo haya perdido. Para Mariano Rajoy es un absoluto éxito que su desprecio por los mínimos democráticos le vaya a salir tan barato, y que el paso por una campaña electoral convocada en la víspera de Navidad para que hablemos de Bertín Osborne se salde con un debate y medio –y ninguno con todas las fuerzas políticas, incluida UPyD e Izquierda Unida–. Visto el resultado de anoche, es obvio que el PP acertó en su análisis: menos Rajoy es más PP. Y cuanto menos se le vea a su candidato hablando de política, mejor aún.
Santamaría perdió el debate que si alguien ganó fue Pablo Iglesias. El candidato de Podemos fue de largo el que mejor empleó  su minuto final –y era arriesgado su discurso, podía haber parecido otra niña de Rajoy– y también le fue bien en los minutos anteriores. Se notan las horas de vuelo ante la cámara, que incluso le permitieron sortear meteduras de pata sonadas, como una cita inventada de Churchill o esa consultora imaginaria –House Water Watch Cooper– donde se supone que trabaja Jordi Sevilla. Iglesias se esforzó mucho más contra Rivera y Sánchez que contra la vicepresidenta porque con ellos tiene frontera: con el PSOE, por el votante de centro izquierda; con Ciudadanos, por el votante de ruptura con el bipartidismo.
Pedro Sánchez no tuvo su mejor noche. Tampoco la peor de todas. El candidato del PSOE aguantó sin grandes errores –y algunos aciertos en el cuerpo a cuerpo contra Rivera–, pero a su partido no le sirve con eso para dar la vuelta a una campaña que arrancó con un CIS complemente desmoralizador para los socialistas, y con otro montón de encuestas que le sitúan incluso por detrás de Ciudadanos. Es cierto, con una distancia tan corta en la intención directa de voto y esa amplísima bolsa de indecisos, cualquier cosa puede pasar el 20 de diciembre. Pero los mecanismos con los que el PSOE polarizaba el voto en la campaña ya no son tan eficaces.
En cuanto a Albert Rivera, ni en el debate de anoche en Atresmedia ni en el de hace una semana en El País logró ese golpe demoledor que el candidato de Ciudadanos necesita para ejercer de nuevo Adolfo Suárez. Rivera no defraudó a los suyos, pero dudo que ampliase mucho más su propio espacio. Curiosamente, en su valoración del debate tanto PSOE como PP como Podemos coinciden en algo: en que Rivera es el que peor lo hizo. Tal vez tenga que ver con que la posición de Ciudadanos le convierte en el único partido que puede ganar (o perder) votos de las otras tres formaciones.
Tanto para Rivera como para Iglesias la noche del debate ha sido clave por el simple hecho de celebrarse con ese formato a cuatro. Ha sido la puesta de largo de los partidos emergentes en una campaña donde, por primera vez, el voto será táctico pero dudo que vaya a haber voto útil: donde movilizarán más las filias que las fobias. El resultado parece impredecible porque el sistema electoral será aún más injusto de lo acostumbrado. El efecto mariposa del reparto por provincias será más acusado: muy poquitos votos en determinadas circunscripciones pueden provocar una tormenta en el reparto del Parlamento.
Lo que es seguro es que el próximo Congreso desterrará a un lugar más lejano que el palacete de Doñana la política de la mayoría absolutista que ahora padecemos, ese desprecio antidemocrático que hoy protagoniza un candidato que por “problemas de agenda” se queda viendo la tele el día del principal debate de campaña. Que no se nos olvide. Que no se repita nunca. Que no vuelva a salir gratis.

jueves, 3 de diciembre de 2015

- LOS AMIGOS DE RAJOY.

Los amigos para eso están.

Ya que no fue al debate, Rajoy tuvo su "minuto de oro" en el futbolín de Bertín Osborne. Y ganó la partida.
Todos tenemos un Bertín en nuestra vida: ese amigo fiel que te acoge cuando tienes mal de amores, y te abraza, te deja su sofá, aguanta tus ganas de hablar, te ríe las gracias y se deja ganar al futbolín. Todo para que te sientas mejor. El que no lo tenga, que se busque uno, porque cuando te llegue la bajona necesitarás ese ratito de cariño.
Mariano estaba pasando una mala racha con España, no sabía si cualquier día le iba a poner las maletas en la puerta, y allá se fue a casa de Bertín. “Venga, tranquilo, que estas cosas siempre se acaban arreglando. Siéntate y habla, no te lo guardes que es peor”. Y Mariano habló, vaya si habló. Hora y media sin parar, que en esos momentos jodidos se te suelta la lengua y lo cuentas todo: los buenos y malos recuerdos, los amigos que no has vuelto a ver, la vida que tenías antes de conocerla, los días felices y las broncas, los muchos viajes que has hecho con ella… Cuando Rajoy enumeró los pueblos de Sevilla que había visitado (y eran todos los de la provincia), temimos que siguiera por Jaén y Córdoba, pero ahí quedó.
El buen amigo es el que te aguanta la hora y media sin bostezar, y encima pone cara de interés y hace gestos de asombro ante las naderías que le cuentas: “¿Hay AVE a León? ¿Pero qué me estás contando, presi?” Hasta te celebra las marianadas como si fueran aforismos de metafísica. Y de esas sanchopanzadas tan propias de Rajoy hubo para colección: “Por fortuna la gente piensa de manera diferente; si pensáramos todos igual sería lo malo”. “Si te pones a una cosa, te pones; y si no, no te pongas”. “Los políticos son como serán en todas las profesiones, hay gente magnífica y gente no tan magnífica”. “Aquí la clave es ponerle buena voluntad, cada uno hace lo que puede, no nos vamos a volver locos” (referida a los intentos del anfitrión por encender la cocina).
Como tu Bertín aguanta lo que le eches, tú sigues rajando, y le hablas de tu España, de cómo la sigues queriendo (“un país de primera división”), y de lo mucho que has hecho por ella (el Ave, la recuperación), de las ganas de seguir juntos para siempre (Cataluña y la unidad nacional).
Con la flojera te acuerdas de tu pobre madre, de cuando eras un crío (“yo tenía 22 años y votaba a Alianza Popular”), y te lías a enseñar fotos, con tanto entusiasmo que hasta se te olvida difuminar el rostro de tus hijos para la tele. Al menos las fotos antiguas sirvieron para desmentir esa leyenda urbana de que Rajoy nunca ha sido joven.
El amigo pañuelo te pone música blandita, te sirve un vino y te habla de ella, porque en estos casos es imprescindible que sea amigo de los dos, de ti y de ella. Bertín lo es, vaya si lo es: amigo de Rajoy, y de España. De España entera. No hubo un solo nombre en la conversación del que no se confesara íntimo: Paco Vázquez, Esperanza Aguirre, Felipe González, la alcaldesa de Sanxenxo y, por vía televisiva, amigo de todos los españoles que cada miércoles entran en su casa.
Es importante que sea buen amigo de los dos para que, después de que le hayas llorado lo tuyo, hable con ella y le cuente todo lo que la quieres y lo mucho que vales. “Venga, España, joder, no puedes dejar a un tío como Mariano”. Gracias a Bertín, ayer España descubrió al hombre fieramente humano que llevaba décadas sepultado bajo el burócrata: un Mariano tierno, encantadoramente simplón (en su relato del encuentro con Obama en un gimnasio solo le faltó pedirle un autógrafo). Un Mariano familiar, emotivo y, con un par de albariños, hasta divertido. Como el lunes no fue al debate, su “minuto de oro” lo tuvo ayer en el futbolín, donde hay que reconocer que estuvo increíblemente suelto y gracioso. Los estrategas del PP decían que había que poner piel, y ayer hubo piel como para un almacén de bolsos.
Del sofá pasáis a la cocina, donde el amigo peluche te alimenta y te cuida: “no te vayas a manchar”, “dame eso, que te vas a cortar”, como temiendo que estés más desesperado de lo que pensaba, cuchillo en mano. Pero ya te sientes mejor, así que brindáis “por el futuro de España”, confiado en que te va a dar otra oportunidad, o al menos tranquilo porque sabes que, si el 20D te tienes que ir de casa, siempre podrás dormir en el sofá de Bertín.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

- CATALUÑA.

Siete puntos sobre el interminable debate catalán.

Ninguna de las dos mitades en que ha quedado partida la sociedad catalana tiene derecho a imponerse sobre la otra mitad. Pero para zanjar de una vez este debate es imprescindible votar.
1. No, un 47,8% de los votos no basta para iniciar unilateralmente un proceso de secesión en Catalunya. Ni siquiera es porcentaje suficiente como para reformar el estatuto de autonomía, que exige dos tercios del Parlament; los números no dan. El independentismo tiene la mayoría absoluta en escaños para gobernar y el derecho democrático –incluso la obligación– de exigir un referéndum donde todos los catalanes puedan votar. Pero iniciar de esta manera un ruptura unilateral, ignorando en el camino a más de la mitad de los catalanes y rompiendo con la legalidad, es una huida hacia adelante de una coalición antinatura, incapaz de pactar siquiera algo tan básico como quién presidirá la Generalitat.
2. Es cierto, los independentistas tienen razón cuando acusan la cerrazón antidemocrática de Mariano Rajoy. El presidente saliente no solo es uno de los principales padres del actual problema catalán desde sus años de líder de la oposición, cuando intentó que Javier Arenas ganase las elecciones en Andalucía alimentando el odio anticatalán (y al menos en las urnas fracasó). También es el máximo responsable desde el Estado español de no haber sido capaz de dar una salida política en cuatro años. Cuando llegó a La Moncloa, el independentismo estaba en el 24%. Se ha duplicado, y gran parte de este éxito soberanista es mérito de Mariano Rajoy; el bombero pirómano en acción. 
3. El independentismo catalán ha sido, de largo, el movimiento social más masivo y de mayor calado de todos los que se han vivido en la historia reciente de España. También uno de los más pacíficos y democráticos. La respuesta que han dado las instituciones españolas a esta protesta no ha estado a la altura. El discurso del miedo, el desprecio a los disidentes y la cerrazón a cualquier diálogo ha alimentado esta movilización. Sin embargo, el orden de los factores que hoy plantean Junts pel Sí y la CUP –primero la creación del Estado catalán y la ruptura con la legalidad española, después el referéndum– no es tolerable en términos democráticos y pisotea los derechos de más del cincuenta por ciento de los catalanes. Tampoco vale como excusa que al otro lado esté alguien tan poco dado al diálogo como Mariano Rajoy; afortunadamente, puede que le quede muy poco tiempo en el sillón. 
4. Lo digo una vez más: la ruptura de España sería dolorosa para todos; también ruinosa. Ya somos ciudadanos de segunda en esta UE y no vamos a ir a mejor con una nueva frontera que nos haga aún más irrelevantes en un mundo globalizado donde el tamaño sí importa. Dentro de Europa, la verdadera soberanía hoy reside en los mercados, en el BCE y en Alemania: seguirá estando ahí sin importar si España se rompe en el camino. Y el independentismo mágico tampoco va a lograr un unicornio para cada ciudadano catalán
5. La convivencia entre Catalunya y el resto de España está dañada. También está gripado el propio sistema político catalán, atorado en un debate imposible, donde ya ni siquiera se puede formar un gobierno con más eje que el discurso nacional. Es una relación que hoy ya no se puede recomponer sin recurrir a la democracia y aceptar el resultado. Hay argumentos más que de sobra para oponerse a la secesión, pero ninguno de ellos puede pasar exclusivamente por la defensa de la letra de la ley, ignorando la voluntad popular. Mandar a los tanques, a la Fiscalía, a los Mossos o a la Guardia Civil no va a arreglar la situación: esta espiral de confrontación donde ambos nacionalistas juegan a ver quién da más solo puede agravar un choque de trenes que ya no es teórico, que se ha producido ya. 
6. Si España quiere seguir siendo una democracia, más tarde o más temprano los catalanes tienen que poder votar porque no es sostenible a largo plazo cualquier otra opción cuando casi la mitad de los catalanes quieren irse y más del 80% pide que al menos se les deje opinar. ¿Que el resto de los españoles tienen algo que decir? Claro. Tienen derecho a negociar las condiciones de ese referéndum –o de una hipotética ruptura–, pero en un divorcio la decisión de irse es siempre exclusiva de quien se quiere separar. Así se hizo en Escocia. Así se hizo en Quebec. Así debería ser aquí también.
7. Ninguna de las dos mitades en que ha quedado partida la sociedad catalana tiene derecho a imponerse sobre la otra mitad. Pero para zanjar de una vez este debate –al menos por unas décadas– es imprescindible votar.

miércoles, 28 de octubre de 2015

- ESTAS SON LAS COSAS DEL PP.

El PP, Aznar, Esperanza, las mentiras y los muertos.

Solo una mente retorcida puede seguir defendiendo la guerra de Irak y afirmar, como ha hecho de nuevo Aznar, que "España salió ganando".
Cuando Esperanza Aguirre dice que "no estuvimos en Irak" está faltando al respeto a las tropas españolas que se jugaron la vida en Nayaf o Diwaniya, a los militares españoles muertos en territorio iraquí y a todos los ciudadanos españoles.
En este mundo que da rienda suelta a los delirios de tantos dementes, nos encontramos con declaraciones como las de Esperanza Aguirre este lunes, afirmando que España no estuvo en la guerra de Irak o como las de Aznar, que erre que erre, vuelve a decir que España  “salió ganando” al apoyar la guerra de Irak.
Desconocemos si Aznar lo dice por el atentado del 11M en Madrid en 2004, por la muerte a tiros de varios militares españoles en territorio iraquí o por la batalla 4 de abril de 2004 en Nayaf, cuando las tropas españolas aguantaron durante horas el asedio de su cuartel general, recibiendo ataques de granadas y mortero.
O quizá Aznar lo diga por las contrapartidas adquiridas a cambio de la participación española en la invasión y ocupación de Irak, que son... ninguna. Nuestro país se convirtió en posible objetivo de ataques por haber participado en una operación militar que abrió las puertas del infierno en Oriente Próximo y a cambio, hablando en los terribles términos de la realpolitik, no obtuvo ni más poder o influencia en el escenario global.
España tampoco fue elegida como sede de alguna empresa o instituto internacional que pudieran crear puestos de trabajo -contrapartida que se barajaba por aquella época-, ni logró una pequeña concesión para la explotación de petróleo en Irak, ni siquiera obtuvo la presidencia rotativa de algún organismo internacional simbólico. Nada.
Solo logró colocarse en el centro de la diana como país corresponsable del horror que allí instalaron los impulsores de la guerra, que perdura hasta día de hoy con consecuencias devastadoras para toda la zona y para la propia Europa.
Defender la guerra de Irak a día de hoy es propio de una mente retorcida. Pensar que España gana por participar en una operación que supuso millones de muertos y heridos -incluido el periodista José Couso-, cárceles secretas, torturas, arrestos arbitrarios y humillaciones diarias a los iraquíes, es negar una tozuda realidad que nos muestra día a día la política internacional: que todo tiene consecuencias. Y algunas de esas consecuencias traspasan ya las fronteras de Oriente Próximo y llegan a Europa.
En cuanto a lo de Esperanza... Ay. Esperanza. No estuvimos en la guerra de Irak, dices. Me pregunto qué pensarán al oirte las viudas de los militares españoles asesinados en territorio iraquí, los militares que aguantaron el asedio de Nayaf, los que participaron en la misión en Diwaniya o los que presenciaron, día a día, cómo aquél país estaba descomponiéndose de forma alarmante.
No estuvimos en la guerra de Irak, dices. Por eso el grupo más numeroso de periodistas en Bagdad en 2003 éramos precisamente los españoles, algo que jamás habría ocurrido si nuestro país no hubiera participado directamente en esa operación militar.
¿No estuvieron en Irak los siete agentes del CNI muertos en una emboscada en una carretera iraquí, Alberto Martínez, Carlos Baró, José Merino Olivera, José Carlos Rodríguez Pérez, José Lucas Egea, Alfonso Vega Calvo y Luis Ignacio Zanón Tarazona?
¿No lo estuvo el comandante de la Guardia Civil Gonzalo Pérez García, herido de un disparo en la cabeza en Irak durante una operación conjunta de la brigada Plus Ultra y la policía iraquí en Hamsa, y muerto 13 días después?
¿Tampoco estuvo en Irak el sargento primero del Ejército del Aire José Antonio Bernal Gómez, muerto por un tiro en Bagdad, ni el capitán de navío Manuel Martín-Oar, muerto en el atentado contra la sede de la ONU en Bagdad en 2003?
España sí estuvo en Irak, contribuimos a una invasión ilegal que militarizó el país, que introdujo una enorme cantidad de armas y que impuso un reparto del poder por cuotas sectarias, fomentando la división y la fragmentación del país. Estuvimos, a pesar de que no había armas de destrucción masiva, como nos había asegurado Aznar.
Son demasiados años de mentiras e insultos a la inteligencia de la gente. Si este fuera un país sano, las preguntas del día serían:
¿Va a solicitar el PP la dimisión de Esperanza Aguirre y de José María Aznar, por engaños insistentes y a sabiendas? y ¿Cómo es capaz de mantener en sus filas a dos personajes que mienten a la ciudadanía sobre cuestiones de enorme importancia?
Podemos esperar sentados a lo que el PP tenga que decir al respecto. Más impunidad y silencio. Todo vale, aunque con ello se pisotee la memoria de los muertos.

martes, 6 de octubre de 2015

- ESPAÑA NO ES PORTUGAL (¿O SÍ?)

España no es Portugal (¿o sí?)

El Gobierno de Mariano Rajoy está encantado con losresultados electorales en Portugal, y su número dos, Soraya Sáenz de Santamaría, se ha encargado de propagar la pertinente lectura: “Han hecho (los portugueses) muchos esfuerzos que están mereciendo la pena, están encarando la recuperación y creo que eso se ha reconocido ahora”. A diez semanas y media de las elecciones generales del 20-D, se trata de alentar una especie de “ola de resignación”, con un razonamiento simple: si nuestros vecinos, cuyo país ha sufrido un rescate en toda regla (no “sólo” bancario) y unos recortes sociales brutales, han votado mayoritariamente a la derecha, será por algo. Se reconfirma laestrategia esencial del discurso del PP: o nosotros o el caos. No hay duda sobre la posible eficacia del mensaje, pero también tiene sus riesgos. Conviene tener en cuenta algunos elementos que diferencian (y mucho) la realidad política de Portugal y la de España. - En Portugal ha logrado un 38,5% de los votos y 104 escaños (a 12 de la mayoría absoluta) una coalición de centro derecha encabezada por el actual primer ministro Pedro Passos Coelho. Salvando las muchas distancias ideológicas, a efectos electorales sería como si aquí se presentaran ahora en coalición el PP y Ciudadanos.- En Portugal, los dos grupos que forman esa coaliciónde centro derecha (el PSD y el Centro Democrático Social-PP) sumaron por separado en las anteriores elecciones de 2011 el 50% de los votos. Es decir que juntos han caído doce puntos. Por cierto, con un nivel de abstención que en 2011 fue del 41% y este domingo subió hasta el 43%. (En España se registró una abstención del 26% en las generales de 2008 y del 28% en las de 2011). - En Portugal, Coelho, por lo demás, se parece a Rajoy como un huevo a una castaña. Se trata de un economista, un tecnócrata decidido a privatizar en Portugal hasta el Cabo de San Vicente aunque no se lo pida la troika, pero que a la vez deja caer la Banca Espírito Santo o liberaliza algún oligopolio para demostrar que el que manda es él y no el poder financiero o empresarial. (Casi como aquí). - En Portugal las opciones fragmentadas de la izquierda han sumado 121 escaños, una mayoría absoluta clara, aunque imposible de articular como coalición de gobierno. El Partido Socialista obtiene el 32,4% de los votos (85 escaños); el Bloco de Esquerda, el 10,2% (19 escaños) y el Partido Comunista en coalición con los Verdes, el 8,3% (17 escaños). Pero el mayor enemigo de los comunistas son los socialistas, y viceversa. Los primeros quieren sacar a Portugal del euro, y los segundos tienen en la cárcel (bajo graves acusaciones de corrupción aún no juzgadas) a su anterior líder José Sócrates, que fue el primer ministro que solicitó el rescate para Portugal. Hoy por hoy, la izquierda española se parece a la portuguesa tanto como Rajoy a Passos Coelho. - En Portugal el Bloco de Esquerda (la referencia en España de Podemos) triplica el número de diputados respecto a 2011. Ha expresado su voluntad de llegar a acuerdos con los socialistas, pero el líder de estos últimos y sucesor de Sócrates,António Costa, ha dejado claro que prefiere dar apoyos puntuales a Passos Coelho antes que pactar con el resto de la izquierda.- En Portugal parece cantado que el Partido Socialistase encamina a un congreso extraordinario en el que podría caer Costa y ser sustituido por algún dirigente más dispuesto a un giro a la izquierda que a sostener a un Gobierno conservador que ha recortado derechos sociales y servicios públicos como si se acabara el mundo. Si se confirmara ese pronóstico de algunos analistas políticos lusos, antes de un año el Gobierno de Passos Coelho podría verse forzado a convocar nuevas elecciones¿De qué se alegra tanto entonces el Gobierno de Rajoy? Obviamente de esa fragmentación de la izquierda que permitirá tomar posesión a Passos Coelho, pero sobre todo de un hecho que, elección tras elección, viene confirmándose en las últimas décadas: las elecciones generales las pierde el gobierno de turno, no las gana la oposición. Dicho de otra forma, quien maneja los Presupuestos Generales, el BOE, la mayoría de los medios de comunicación y la capacidad de sembrar el miedo o de tranquilizar a la población sólo perderá el poder ejecutivo si comete graves errores de última hora o afronta de mala manera cualquier tipo de catástrofe. Y ello aunque haya incurrido en contradicciones absolutas, engañado al electorado o aplicado políticas antisociales. De hecho al PP, aunque no lo exprese públicamente, tampoco le pareció tan mal la victoria en Grecia de Syriza, porque sirve también para confirmar que es muy difícil desalojar a un Gobierno en una sola legislatura, y más aún si consigue trasladar la imagen de que “no hay alternativa”, que “más vale lo malo conocido”, que “son lentejas”… y otros cuantos eslóganes muy propios del espíritu navideño.España no es Grecia ni Portugal por la misma razón por la que no se produjo un rescate total sino bancario, es decir porque la economía española es la cuarta de la zona euro y su rescate completo supondría el fin del euro. Pero esa misma diferencia debería condicionar la valoración de una gestión de gobierno con mayoría absoluta que no ha sido capaz de frenar una sola imposición de la troika ni distribuir con un mínimo de equidad los sacrificios. (Y sin conseguir tampoco los objetivos que esos sacrificios supuestamente pretendían: controlar el déficit y reducir la deuda).La otra gran diferencia respecto a Grecia y Portugal es que aquí entran y salen de la cárcel o se sientan en el banquillo exvicepresidentes del Gobierno y extesoreros del partido de la mayoría absoluta sin que su máximo líder asuma la menor responsabilidad política ni se plantee siquiera renunciar al liderazgo.