Después de más de 35 años de servicio a la educación y enseñanza de niñ@s, disfruto de las últimas vacaciones oficiales y cuando termine el mes de agosto comenzaré a "disfrutar" de mi jubilación como maestro.
Todavía no me lo creo cuando alguien me pregunta por el tema y le contesto, y tardaré en creérmelo, aunque cuando comience el curso, el día 1 de septiembre y vaya al colegio a conocer a la maestra que me sustituya y darle información de mis ex-alumn@as, entonces tal vez reaccione de otra forma y comience a creer que sí, que ya estoy jubilado.
Mientras escribo estas líneas me viene a la cabeza muchos recuerdos de mis comienzos como maestro y el paso por muchos colegios de la provincia de Huelva:
CEIP "José Romero Macías" de Aroche.
CEIP "Argantonio" de Tharsis.
CEIP "Reyes Católicos" de Bollullos par del Condado, durante 4 cursos.
CEIP "San Sebastián" de Santa Bárbara de Casa.
Escuela Infantil de Hinojos.
CEIP "Miguel de Cervantes" de Lucena del Puerto.
CEIP "Ángel Pérez" de Isla Cristina.
CEIP "San Walabonso " de Niebla.
CEIP "José Nogales" y CEIP "Menéndez Pelayo" de Valverde del Camino.
CEIP "Lora Tamayo" de Bonares desde el curso 1986-87 hasta mi jubilación.
Durante estos años he conocido a grandes maestr@s, en el más amplio sentido de la palabra, dedicad@s en cuerpo y alma a la enseñanza y a un@s poc@s, muy poc@s, que estaban en el lugar equivocado y que le importaba más bien poco su trabajo.
Recuerdo mi primer sueldo, 27.000 pesetas mensuales, y el dinero que me tenía que dar mis padres para poder comer, pues era insuficiente para pagar la pensión y la comida y sin embargo ganaba 40.000 pesetas como peón de albañil trabajando con mi padre. Fue una época muy mala, pero mi padre me decía que siguiese adelante que mientras él tuviese dos manos para trabajar no tendría problemas, y así fue y seguí trabajando como maestro interino, hasta que en el año 1982 aprobé las oposiciones restringidas y gané la plaza en propiedad, ganando algo más de dinero y cobrando las vacaciones sin tener que trabajar de albañil. Cuando aprobé las oposiciones hice el curso de 800 horas de Pedagogía Terapéutica, que me costó mas dinero que mi boda, y que gracias a él he podido trabajar con l@s alumn@as con dificultades.
Hoy en día no me arrepiento en nada de lo que hice entonces ni de lo que he hecho el resto de mi vida profesional.
Mis últimas palabras va para tod@s aquell@s universitari@s que estudian Magisterio, que se lo piensen antes de seguir y si no le gusta la enseñanza que cambien de carrera.
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