Al parecer, el presidente del Gobierno pretende que los ciudadanos descarten, sin más análisis, el cúmulo de pruebas sobre la corrupción rampante en el seno del Partido Popular, sólo porque él proclama: “Es falso”. Él, que ha incumplido todas y cada una de sus promesas electorales; que ha negado la evidencia del rescate bancario llamándolo “línea de crédito sin condiciones”; que ha subido los impuestos, bajado las pensiones, financiado a la banca con dinero público y creado el banco malo; que ha recortado salarios, sanidad, educación, investigación, derechos civiles… y multiplicado el paro, la recesión y las desigualdades, cuando había dicho profesar todo lo contrario. Y ahora, con esos antecedentes, quiere que demos por buena su palabra, incluso cuando niega la evidencia.
Su alocución ante la cúpula del PP –incontestable, porque se negó a dar la cara ante la prensa– calificó como “la sombra de la sombra de un indicio manipulado” lo que en realidad son (y a la vista de todos están) cientos de anotaciones manuscritas, de puño y letra del, primero, gerente y, después, tesorero del partido, transcritas a lo largo de años y coincidentes con la documentación incautada a la trama Gürtel, y hasta confirmadas por varios de los allí citados. No sólo peritos calígrafos han certificado que Luis Bárcenas es el autor de esos asientos contables, sino que ni él mismo se ha atrevido a negarlo y ha aducido puerilmente que, al tratarse de fotocopias, esos “papeles” podrían haber sido falseados.
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