"Sólo puedes vivir de esto si haces medalla, si no, nada", explica David Lauradó, campeón en la contrarreloj de carretera junto a Christian Venge
La nadadora española María Teresa Perales besa la medalla de oro.
Hay cuatro millones de ciudadanos españoles discapacitados lo que significa el 10% de la población. Uno de ellos es Miguel Carballeda, que pasó nueve años de su vida vendiendo cupones en la Puerta de San Antonio de Palma de Mallorca. "Aún no existían las casetas". Ahora, sin embargo, es presidente de la ONCE, una organización de 130.000 empleados, y del Comité Paralímpico Español, que ha cerrado este domingo los Juegos de Londres 2012 con 42 medallas. Su producción ha vuelto a superar la de los olímpicos, que se quedaron en 17 metales. Pero, a diferencia de Mireia Belmonte, Teresa Perales no ha abierto ningún telediario. Ha dado 22 oportunidades, pero no ha sido posible. Carballeda contaba hoy que enMarca esta semana leía un artículo que se hacía esa misma pregunta. "Después comprobé que en ese mismo periódico no se hablaba de los Juegos Paralímpicos. ¿Por qué ocurre eso?".
La realidad es que duele. "En Londres sí tienen un gran reconocimiento hacia sus deportistas". Y, aunque Carballeda, con una deficiencia visual importantísima, apenas lo haya podido ver, estos Juegos han llenado las 15.000 butacas de pago del Centro Acuático en natación o las 80.000 localidades del Estadio Olímpico de Strafford en atletismo. Pero en España no, no hay manera. "Hay otros colectivos que siempre han estado marginados y ahora están en televisión con absoluta normalidad", explica Carballeda. "Sin embargo, nosotros no".
Carballeda: "Hay otros colectivos que siempre han estado marginados y ahora están en televisión"Otra cosa es que hoy, recién terminados los Juegos, la crítica se haga una pregunta infinitamente más materialista: ¿Por qué los paralímpicos logran 42 medallas y los olímpicos se quedaron en 17? ¿No es una diferencia abusiva? ¿Acaso tienen más medios, más apoyo institucional o, simplemente, son más competitivos? Hay demasiadas respuestas.
La primera diferencia es Teresa Perales. España tiene una ventaja en los Juegos Paralímpicos. Es una potencia en ciclismo, donde ha logrado siete medallas. Y, sobre todo, en natación, que ha producido 22. Hay auténticas estrellas como Sebastián Rodríguez (16), Richard Oribe (16) y, sobre todo, Teresa Perales. Su caso es extraordinario. Ha igualado la hazaña de Michael Phelps en el Centro Acuático de Londres. Ha alcanzado las 22 medallas. La diferencia es que ella es española y todo eso se traduce en el medallero. A sus 36 años, Perales aún está convencida de que puede ser la mejor y en su casa de Zaragoza tiene una maravillosa habitación, donde está ordenada cada medalla, que se lo recuerda. El resto forma parte de horas de entrenamiento que, a su edad, le ha permitido batir su mejor marca en los 50 metros mariposa (42.67).
La competencia es distinta. Hay unos patrocinadores, unas becas y una presión que, por supuesto, también existe en los Juegos Paralímpicos. Como dice David Lauradó, campeón, junto a Christian Venge en la contrarreloj de carretera, "puedes vivir de esto si haces medalla, si no, nada". No sólo es eso, sino que el afán de superación los hace más competitivos. Teresa Perales no ha parado hasta ganar el oro en su última medalla. "En algo tenía que ser la mejor". Pero la realidad es que seguramente en los JJOO sea más difícil. Al menos, si se atiende al número. Frente a los 10.500 deportistas que participaron en los Juegos Olímpicos, la cifra se reduce a 4.200 en los paralímpicos. También son menos países (204 frente a 164), y todo eso pesa en los resultados y compensa que España haya presentado menos deportistas paralímpicos (142 en 20 deportes) que olímpicos (278 en 23 deportes). Naturalmente, la dificultad no es la misma.
Ahora bien, no hay que confundirse y pensar que los Juegos Paralímpicos son una bicoca. Al contrario. Cada vez está más difícil. Pistorius, semifinalista en los 400 metros en los JJOO, no alcanzó el podio en los 100 metros paralímpicos. El ganador Peacock venció con 10.85. Y en los paralímpicos también hay países que marcan unas diferencias brutales. China ha logrado 231 medallas y no hay manera de acercarse a eso. Ni siquiera para Reino Unido, con 118; Rusia, con 101, o Estados Unidos, con 96. El caso es que España en otro tiempo estuvo más próxima. Sin ir más lejos, en los Juegos de Sidney de hace doce años. Pero entonces Álvaro Valera, que logró el oro en tenis de mesa, recuerda un escenario distinto. "Cuando empecé, la exigencia no tenía nada que ver con la de ahora". Valera, que abandona Londres con la medalla de plata, no es el único que lo reivindica. El nadador Miguel Luque, que ha disputado sus quintos Juegos y que se ha quedado a 50 centésimas del oro en 50 metros braza, insiste en el mismo discurso: "Tengo 35 años, llevo en esto desde los 16 y nunca había visto el nivel tan alto". La prueba es que España logró 106 medallas en Sidney, sólo una menos que en Barcelona 92.
Desde entonces, la producción ha sido inferior. El número de medallistas descendió a 71 en Atenas, a 58 en Pekín y en Londres ha sumado 42. La realidad invita "a ser críticos y autocríticos", según el nadador Sebastián Rodríguez, que sabe que va haciendo falta una renovación. La pregunta es cómo. El problema no es de financiación, según las explicaciones de César Carlavilla, jefe de la delegación española en Londres, que admite que el número de licencias paralímpicas se está, incluso, reduciendo. La gente no se siente atraída por la dureza de estos deportes, y de ahí que no haya un despliegue como hubo para Barcelona 92. ¿Madrid 2020, tal vez? La esperanza tiene ese derecho, sobre todo porque las exigencias mundiales se han disparado. Si no, piensen en Óscar Pistorius.
Son 164 países los que han participado en Londres, nada que ver con los 103 de Sidney o los 83 que lo hicieron en Barcelona. ¿Cómo iba a costar lo mismo una medalla ahora que entonces? Richard Oribe lo sabe. Hace veinte años, participó en Barcelona y, desde entonces es el nadador con parálisis cerebral con mejor palmarés del mundo. Suma 16 medallas con la particularidad de que para lograr la última en los 100 metros libres ha tenido que hacer la mejor marca de su vida: 1:25.33. Ni siquiera su altísima edad, 38 años, ha sido óbice.
El balance español en los Juegos Paralímpicos de Londres expone 8 oros, 18 platas y 16 bronces, un número muy superior a las 17 que se lograron en los JJOO. En realidad, no es un dato sorprendente. La historia adjudicaba a España, antes de arrancar los Paralímpicos en Londres, la undécima posición en el medallero histórico. Por eso se esperaba alcanzar las cincuenta medallas. El número ha sido menor, pero al valorar a estos deportistas Miguel Carballeda, presidente del Comité Paralímpico Español, no sería tan materialista. Siempre reivindica la influencia social de estas gentes. "Se trata de deportistas que tienen unas dificultades en muchos casos extremas". El atleta ciego David Casinos podría ser una prueba. Acompañado por Celia, su mujer y guía, logró la medalla de oro en el lanzamiento de disco ante las 80.000 personas que ese día llenaban el estadio olímpico de Strafford. ¿No es de un mérito incalculable? Son cosas que hay que recordar siempre. "Entrenar seis horas en una piscina siendo ciego total o faltándote una pierna te aseguro que requiere un esfuerzo mayor", explica Carballeda.
Los deportistas paralímpicos representan a seiscientos millones de personas con discapacidad que hay en el mundo y que adoran a una nadadora como la española Teresa Perales, que ya tiene 22 medallas en casa. Madre de un niño y parapléjica desde los 19 años, Teresa es capaz de entrenar seis horas al día, "entre piscina y gimnasio". El oro siempre es su desafío y, como ella, la gran mayoría de los deportistas paralímpicos que, por encima de todo, insisten en el afán de superación. Francisco Ángel Soriano, que ha vivido sus séptimos Juegos Paralímpicos desde Seúl 88, es otra prueba. "La vida la enfoco como un reto todos los días", dice. "Si no tengo una ilusión, el fuego de la antorcha se va apagando". Su caso fue muy duro. "Vivía en Bruselas cuando con 26 años sufrí un accidente en la empresa de ascensores para la que trabajaba".
Soriano se quedó parapléjico y, a su nivel, se exige tanto como, por ejemplo, pueda exigirse el triatleta Gómez Noya. Pero ¿hasta qué punto se puede comparar la dificultad de lograr una medalla entre olímpicos y paralímpicos? La implicación puede ser la misma. De hecho, existe el Plan ADOP, con una beca de una dotación anual máxima de 23.000 euros que, por ejemplo, ayuda a Teresa Perales a invertir todo este esfuerzo. Pero, a partir de ahí, es tan diferente que ni siquiera se puede encontrar la comparación.