Artículo publicado en el Blog: trinchera digital http://trincheradigital.com/
Contra la legalidad vigente. 10/09/2010
La derecha sigue atacando sin piedad la legalidad vigente. Y lo hace con la artillería intelectual del nacionalismo de botijo, una mezcla de se-sienten-coño y muera-la-inteligencia.
El mantra del mes es que Zapatero se va a someter al “chantaje” del PNV para seguir en el poder. O, traducido al lenguaje parlamentario de Mariano Rajoy, no se deben “cambiar votos por transferencias”. Si el presidente del PP ejerciera de político, habría que recordarle que en 1996 estuvo varias jornadas firmando transferencias para Euskadi y Catalunya. Aquello sí que fue trabajar. Firma que te firma, venga a enviarle competencias al cura de la ETA y al enano que no hablaba castellano. A cambio de votos, claro. Pero hace tiempo que Rajoy no hace política, él es un humorista, un chistoso que tiene 50 medidas para salir de la crisis pero que, tachán-tachán, las va a ir contando a plazos.
Pero que los árboles de la contradicción no impidan ver el bosque del ataque a las leyes. Lo que exige el PP es que no se cumpla el Estatuto de Gernika. Porque el único escándalo es que tres décadas después de la aprobación del Estatuto vasco aún queden más de 30 competencias sin transferir. Tres décadas, 11.000 días incumpliendo una norma que forma parte del llamado bloque de constitucionalidad. ¿Cómo es posible semejante cachondeo? Pues es posible porque, en lo tocante al Estado autonómico, lo que dice la ley importa un bledo.
Hagamos memoria. El 28 de febrero de 1980 se celebró un referéndum en Andalucía. Para que Andalucía se pudiera constituir en autonomía por la vía del artículo 151 de la Constitución, reservada a las nacionalidades históricas, la mayoría absoluta del censo electoral debía aprobarlo en las ocho provincias andaluzas. Pero resulta que en Almería sólo votó a favor de la iniciativa el 42,07% del censo. ¿Y qué se hizo? Pues se añadió un artículo a la ley, para adaptarla a posteriori a los resultados almerienses, y aquí paz y después gloria. ¿Dónde estaban los guardianes de la sacrosanta legalidad? Pues de vacaciones, afortunadamente, porque era impensable construir una España autonómica marginando a Andalucía.
Sin embargo, cuando en el preámbulo del Estatut se describe un simple hecho, que la mayoría del Parlament definió a Catalunya como nación, se monta un aquelarre judicial para destrozar un texto estatutario que había sido aprobado por los catalanes en las urnas. Aprobado con los porcentajes fijados por la ley a priori, no a posteriori como en Almería.
Con esta cultura política a las espaldas, a nadie le puede extrañar que Rajoy se plante en el Congreso y exija que no se cumpla con el Estatuto vasco, que se siga secuestrando las competencias que tenían que haber sido traspasadas hace décadas a Euskadi. Porque al líder (es un decir) del PP no le molesta que se cambien votos por transferencias. Le molesta que lo haga Zapatero ahora y no él en 2012. Cuando seguro que Rajoy ya está ensayando por las noches, firma que te firma, venga a enviar transferencias para las gentes de más allá del Ebro. Y recibiendo alguna lección de catalán para la intimidad, claro.
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