sábado, 27 de noviembre de 2010

- CORRUPCIÓN.

La corrupción, ¿bien de interés cultural?

ROSA MARÍA ARTAL 27/11/2010 El País.

España fortalece sus tradiciones. A su vanguardia, el PP libra denodada batalla para que los toros sean declarados bien de interés cultural, patrimonio protegido por la UNESCO y anticonstitucional su prohibición. En consecuencia, ampara la fiesta en algunas de las comunidades que gobierna. Y no está solo, políticos de otros partidos y sectores de la cultura lo secundan.

Desde 'El Lazarillo', sabemos que la picaresca es una de nuestras más arraigadas costumbres

En tales circunstancias, tal vez tenga sentido esta modesta proposición: ¿y si nos planteamos consagrar la corrupción como "bien de interés cultural"? ¿No les parece a ustedes lamentable que españoles de bien sean detenidos y hasta encausados basándose tan solo en indicios y pruebas? Piénsenlo, declarar la corrupción bien de interés cultural, también de interés turístico y hasta patrimonio nacional a proteger, no tendría sino ventajas. Se pueden esgrimir sólidos argumentos que fundamenten la propuesta.

La tradición, en primer lugar. Desde El Lazarillo de Tormes en el siglo XVI, sabemos que la corrupción es una de nuestras más arraigadas costumbres. Nobles y villanos, reyes y presidentes, han saqueado las arcas públicas y privadas durante centurias. España puede acreditar una gran tradición en esta práctica, y es sabido que nuestro país tiene un amor por sus tradiciones sin parangón. La corrupción es, pues, "un signo identitario del pueblo español".

Nacidos para la gloria. Los corruptos, como los toros de lidia y como los toreros, gozan de una vida singular, muy superior a la de sus congéneres. Reciben un trato exquisito. Y, a diferencia de los astados que mueren ensangrentados y de los diestros que pueden salir malparados, nuestros corruptos a gran escala suelen salir casi indemnes de las cogidas. Para ello existen expertos y caros abogados prestos al quite, el reglamento con sus lagunas y humana aplicación, la cuadrilla en apoyo solidario, la afición que les admira. De hecho, muchos españoles llevan un corrupto dentro, tanto o más que un torero.

Valores estéticos. La corrupción española también es una mezcla de danza, arte y virilidad. A lomos de coches de lujo y embutidos en trabillas italianas, oro y gualda perpetuos, presuntos corruptos bailan ante nuestros ojos, marcando sus soberanos genitales. Sus capoteos mediáticos nos embelesan, nos turban.

La trascendencia. Contemplar la corrupción sirve para descargar colectivamente sentimientos positivos y negativos que relajan el espíritu. Y en esa lucha, casi religiosa, entre el bien y el mal, vemos -irritados algunos, complacientes otros- el triunfo del mal y aprendemos la realidad de la vida.

Así que, una vez declarada la corrupción de interés cultural, turístico y patriótico, habría que aplicarse en su explotación económica. Convertir España en un gran parque temático y registrar la franquicia para exportarla a tantos países que nos siguen los pasos daría trabajo a incontables guías que llevarían a los turistas a contemplar los ladrillos del litoral que han edificado millonarias fortunas particulares, el cemento que embellece el interior, los campos de golf allí donde de natural no hay agua, los vertederos de basuras y escombros por doquier, un castillo con subvenciones fantasma, la noria de los eventos con comisiones dudosas, la montaña rusa del blanqueo de dinero negro o las administraciones de lotería donde se compran boletos premiados para eludir impuestos. Además de las infraestructuras necesarias -que reactivarían el sector de la construcción-, se crearía una industria del souvenir: talonarios, sobres bajo mano, material de espionaje, camisetas, jarras y llaveros con la efigie de las estrellas de la corrupción.

Apuntemos también la posibilidad de levantar escuelas y universidades de corrupción con todas sus materias específicas (cohecho, prevaricación, soborno, tráfico de influencias, fraude fiscal, oratoria demagógica). Y academias o seminarios para quienes solo desean aprender los mecanismos de la "economía sumergida", como cobrar facturas sin IVA y otras menudencias que detraen para el bien común casi el 25% de los ingresos del Estado.

Si consiguiéramos que hasta fuera protegida como patrimonio de la humanidad por la UNESCO, la corrupción española homologaría a los grandes malversadores y especuladores mundiales. Agradecidos, dejarían de atacarnos.

Así que supongo que estarán de acuerdo en que se impone subvencionar -más aún- a los artistas de nuestra corrupción, no dejar que la fiesta muera. Sin apoyos, estos bravos ejemplares desaparecerían. España sería otra: honesta, responsable, culta. Irreconocible, en una palabra.

Cierto es que casi todos los organismos internacionales han constatado la correlación entre corrupción y deterioro de la democracia, y han llamado a atajar lo que, dicen, no puede contemplarse en ningún caso como comportamientos individuales desviados, sino como putrefacción del ordenamiento social. A gran o pequeña escala, afirman esos organismos, se roba el dinero de todos. Incluso aquí hay enemigos de tradición tan acrisolada. "La corrupción es incompatible con la democracia, hiere gravemente a los propios fundamentos del sistema", afirma Carlos Jiménez Villarejo, nuestro primer fiscal anticorrupción. Pero ¿a quién le importan todas estas jeremiadas?

En Las ciudades invisibles, Ítalo Calvino habla de un "infierno de los vivos" y sus dos formas de afrontarlo. Una, "volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo"; la otra, "buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio". En esas está España: ¿parque temático u honestidad? No me discutirán que hay razones poderosas para optar por lo primero.

Rosa María Artal es periodista y escritora.

martes, 23 de noviembre de 2010

- TU VOZ CUENTA.

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¡NI UNA MUERTE MÁS!

Si conoces algún caso, ¡¡¡¡DENÚNCIALO!!!!.

domingo, 21 de noviembre de 2010

sábado, 20 de noviembre de 2010

- CADENA PERPETUA REVISABLE.

Cadena perpetua.

CONCHA CABALLERO 20/11/2010. El País.

De pequeños nos decían que la mentira tenía las patas muy cortas y que se alcanza antes a un mentiroso que a un cojo. Pero no es cierto. A veces la mentira tiene patas de mil leguas y la verdad no la alcanza. La mentira puede triunfar en muchas circunstancias y no siempre su éxito es efímero, como nos habían enseñado.

Cualquier extranjero que leyese la prensa española podría deducir que vivimos en un país amenazado por la violencia y el crimen de forma tan dura que se hace preciso modificar las leyes e incluso la Constitución para poder combatirlo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Vivimos en uno de los países más seguros del mundo que tiene uno de los índices de homicidios y suicidios más bajos del planeta, según la Organización Mundial de la Salud. Las cifras de criminalidad en España nos han dado más de una sorpresa en los últimos años. Era fácil pronosticar que la crisis económica nos trajera un recrudecimiento de las cifras de delitos, sin embargo, hasta la fecha -crucemos los dedos- no ha sido así y la tasa de delincuencia ha ido en descenso incluso en estos dos últimos años de hierro.

Estamos tan acostumbrados a analizar los fracasos que se nos olvida sacar experiencias de los datos positivos. La bajada continuada de la delincuencia en nuestro país desde los picos máximos de 1989 tiene, quizá, mucho que ver con el descenso del consumo de crack, pero también con un sistema social un poco más incluyente en el que la educación obligatoria hasta los 16 años ha jugado un papel fundamental.

Sin embargo, se ha puesto sobre la mesa la vieja idea de establecer la cadena perpetua como una imperiosa necesidad social ante "el aumento de los delitos violentos" y la "tibieza de las leyes estatales". No es extraño que familiares de las víctimas de repugnantes crímenes, salgan a la calle exigiendo la cadena perpetua o el cumplimiento íntegro de las condenas. Lo que resulta más extraño es que el PP se encuentre detrás -o delante- de esta reclamación. Como muy bien han argumentado prestigiosos juristas la cadena perpetua (revisable o no) necesitaría toda una reforma constitucional. Pero es que, además, en el año 2003 ya se produjo una modificación legal de máximo endurecimiento de las penas. Se eliminó la redención de penas por trabajo, se endurecieron hasta la saciedad las condiciones para acceder a la libertad condicional y se elevó hasta 40 el tiempo máximo de prisión. Es decir, que esta reforma -muy discutida desde el punto de vista de la rehabilitación de los delincuentes- vino a establecer en la práctica una condena casi perpetua con escasas posibilidades de redención.

Sin embargo, el discurso de la derecha política sigue diciendo que los asesinos "entran por una puerta y salen por otra", "se respetan más los derechos de los acusados que de las víctimas" aunque los datos recientes contradigan este discurso. En el caso de la niña Mariluz se cometieron errores judiciales terribles; en el de Marta del Castillo, un fracaso doloroso de la investigación policial. Pero jugar con el dolor de las víctimas y con el miedo de la sociedad no nos conduce a mejores soluciones, sino a un evidente retroceso social. Costó siglos hacer llegar a la legislación el concepto de rehabilitación de las víctimas y un sentido de la justicia que combinara castigo con redención. Habrá muchas cosas que mejorar en este camino, pero no nos haremos mejores, ni más pacíficos, acercándonos a las viejas máximas de la venganza. Y, sobre todo, tengamos presente que en nuestro país podemos retener en nuestra memoria durante años los nombres de Marta, de Mariluz o de las niñas de Alcàsser porque son sucesos excepcionales, mientras que en otros lugares -con cadena perpetua en su legislación- los nombres de las víctimas apenas si se recuerdan porque cada semana se producen nuevos crímenes monstruosos.

martes, 16 de noviembre de 2010

- FLAMENCO.

El flamenco es declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

El Comité de la Unesco aprobó la candidatura, apoyada por más de 30.000 personas de 60 países que le dieron su voto online.

Una gran noticia para Andalucía y para España, ya que no hay que olvidar que, aunque el flamenco es genuino andaluz, también se estila por otros sitios de España y del extranjero. A ver si ahora se estudia algo en la escuela de este nuestro arte por excelencia.