Piratas de lo público
2: la rapiña continúa.
Montoro y su equipo encarnan a la perfección eso que Joseph Stiglitz ha bautizado como el “capitalismo granuja”: todo vale para hacer negocio, especialmente hacer la ley y las trampas. Pero también revela una manera de entender el poder.
18 de julio de 2025 22:59 h. Actualizado el 19/07/2025 09:40 h
En noviembre de 2013 la editorial
Deusto publicaba 'Piratas de lo Público', 368 páginas de datos y análisis
para demostrar lo que hoy parece una evidencia, pero entonces no lo parecía
tanto: que la Gran Recesión estaba siendo aprovechada por redes organizadas de
burócratas corsarios para capturar y explotar la capacidad regulatoria del
Estado y asaltar el núcleo duro de las políticas del bienestar; igual que antes
la crisis de los ochenta fue aprovechada para tomar por asalto y repartirse el
botín del sector industrial público.
A la desastrosa realidad de los
cuadros económicos le acompañaba un discurso neoliberal corsario donde todo era
mejor que un sector público al que había que deteriorar cuestionando su
fiabilidad y equidad, descapitalizar con recortes masivos y finalmente
desmantelar para transferir el negocio a los operadores privados. Entonces lo
de los piratas me pareció una metáfora algo atrevida, hoy me parece que se
quedó corta y timorata.
En ese libro ya salían el bueno
de Cristóbal Montoro y su asesoría, o amiguetes como Miguel Ferré, cuadros que
ahora mandan en la Comunidad de Madrid o los hermanos Nadal; también Alberto,
actual superasesor económico de otro Alberto: Núñez Feijóo. Allí se contaban
las regulaciones y políticas que había facilitado a los oligopolios
energéticos, bancarios, de transportes o de telecomunicaciones capturar por
completo la regulación y el mercado para convertirnos a los ciudadanos en
rehenes que pagan cada año un precio mayor por un servicio peor. Los mismos
oligopolios y empresas que han guardado silencio y pagado estos años porque
resultan los principales beneficiarios de un sistema diseñado para que siempre
ganen y, además, acabemos pagando también el plus de su corrupción. El siglo
XXI iba a ver cómo el asalto corsario se extendía a las pensiones, a la sanidad
o a la educación.
Montoro
y su equipo encarnan a la perfección eso que Joseph Stiglitz ha bautizado como
el “capitalismo granuja”: todo
vale para hacer negocio, especialmente hacer la ley y las trampas. Pero también
revelan una manera de entender el poder, rastreable en el caso Gürtel, el caso
Kitchen o la “policía patriótica”. Esto es suyo, lo público y el Estado les
pertenecen y España entera debería darles las gracias por dejarnos disfrutarlo.
Pueden disponer de lo común cuando quieran y para lo que quieran. Pueden
venderlo, revenderlo, alquilarlo, cederlo, subcontratarlo o usarlo contra quien
no le parezca bien o se resista. Es su derecho.
Lo
público sólo es bueno cuando es bueno para los negocios, los restos es lo que
queda para los demás. No se trata de un lobby o de dos o de
trescientos. Son bandas de piratas al asalto de lo de todos en nombre de la
eficiencia, la libertad y las bajadas de impuestos. Llevan décadas saqueando lo
público usando un mapa del tesoro marcado con corrupción, fraude y privatizaciones. Ya lo dijo Montoro, “que caiga
España que ya la levantaremos nosotros” Si es que no hay
mejor ciego que quien no quiere ver.