domingo, 31 de julio de 2016

- LA IMPOSIBLE DIMISIÓN DE RAJOY.

Cinco motivos por los que a Rajoy le resulta tan difícil dimitir.

Una dimisión de Rajoy le situaría para la historia como el presidente que dimitió tras ganar unas elecciones asolado por la corrupción y aislamiento de su partido.
El candidato popular tiene muy poco margen para negociar un acuerdo sin realizar una enmienda sobre las políticas que ha impulsado en los últimos años.
La dimisión no es una palabra que figure en el código de conducta de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno en funciones se encuentra en una situación de bloqueo en la que  un paso atrás es más complicado de lo que se pudiera pensar en inicio.
El líder del PP sabe que una renuncia significaría reconocerse a sí mismo como la parte fundamental del problema político que atraviesa nuestro país. Además, la dimisión tendría otra interpretación que al del PP no le conviene: Rajoy estaría asumiendo por fin su  responsabilidad ante la corrupción instalada en su partido.

El señor X de la corrupción del PP. 

La corrupción es uno de los principales lastres que arrastra el PP ante la opinión pública y que ha mermado las posibilidades de Rajoy para llegar a acuerdos con otras formaciones políticas. 
Mariano Rajoy necesita seguir en el Gobierno porque dar un paso atrás se interpretaría para la historia como el reconocimiento de una culpa. Si Rajoy se va, en su mochila se irían también Bárcenas, la Caja B del Partido Popular,  un ordenador amartillado y quien sabe cuantas responsabilidades más relacionadas con los presuntos delictivos por los que se investiga a la formación conservadora.
El presidente del Gobierno no quiere cargar con ese bagaje, pasando a la historia como el político que tuvo que dimitir tras ganar unas elecciones.

Enmendarse a sí mismo.

Un paso atrás de Rajoy significaría una enmienda a sí mismo y a las políticas de recortes que ha impulsado desde el Gobierno. Rajoy ha distribuido al resto de formaciones un resumen del programa electoral del PP como escenario único de la conversación sobre un acuerdo. El gesto aclara su intención de no cuestionar su legado político.
Cuando Aznar negoció su investidura en 1996, veníamos de un Gobierno de Felipe González por lo que el político conservador podía diseñar desde cero un plan de Gobierno.
Ahora, la situación es distinta y Rajoy quiere seguir siendo presidente sin traicionar al expresidente que es. 

El peculiar carácter de Mariano.

En numerosas ocasiones Rajoy ha hecho referencia a su condición de opositor y al tiempo que dedicó en su vida para superar una nota de corte que le permitiese tener la vida resuelta. 
Al igual que con sus exámenes para registrador de la propiedad, Rajoy cree ahora que ha superado el examen y en su lógica hay una pregunta que lo resume. ¿Para qué voy a dimitir si he ganado dos veces? Esa convicción de vencedor es la que aleja al líder del PP de cualquier opción en la que su renuncia esté sobre la mesa. 

Sucesión no resuelta.

Una virtual espantada de su líder cogería al PP sin los deberes hechos en materia de sucesión. El líder del partido ha conseguido durante los últimos años contener la guerra interna entre las diferentes almas de su Gobierno. El llamado Clan de los sorayos ha protagonizado una velada batalla con otro grupo de ministros, con García Margallo al frente, al que se calificó como G7. 
En esas peleas, al igual que en las guerras internas entre dirigentes del PP sin labores de Gobierno, Rajoy se ha sabido Gobernar con la cautela de quien está en todos los bandos y en ninguno. 
Como todos los líderes, Rajoy querría dejar atada su sucesión esbozando el tiempo posterior a su liderazgo. Una salida precipitada dejaría todo ese trabajo sin hacer y al PP en un escenario nuevo para aquellos que están acostumbrados a las herencias ordenadas. 

La dificultad de dimitir en funciones.

La Ley del Gobierno señala a la vicepresidenta como la persona encargada de asumir el mando del Gobierno en funciones si el presidente decide marcharse. Si Rajoy se va, el mando pasa a manos de Sáenz de Santamaría, en su condición de vicepresidenta.
Con un Gobierno en funciones no se puede realizar nombramientos de ministros y mucho menos cambiar a un presidente en funciones por otro presiente en funciones.
A efectos técnicos, la dimisión de Rajoy forzaría el escenario y obligaría a definir acuerdos para la búsqueda de un presidente.

lunes, 4 de julio de 2016

- ¿QUÉ LE DAS, MARIANO?

¿Qué les das, Mariano?


A muchos se les notan demasiado las ganas que tienen de que haya un Gobierno para empezar a matarse entre ellos y darse un buen baño de sangre.

Ha pasado una semana de las elecciones y seguramente la mayor preocupación que tiene en este momento Mariano Rajoy pasa por la caída de Alberto Contador en el Tour. Era previsible que se sentase a esperar a que la presión ambiental acabase forzando a Ciudadanos o al PSOE a apoyar de alguna manera su investidura, pero a este paso va a tener que acabar dándoles número para ordenar la cola de aspirantes.
Rajoy ha ido a Bruselas a explicarles a los líderes europeos que no se arregla la chapuza del Brexit armando otra en Escocia, ha respondido un par de preguntas, ha dado unos pases toreros a la prensa anunciando llamadas y consultas indeterminadas en las coordenadas espacio-tiempo, ha efectuado una llamada universal a la tranquilidad en plan Dalai Lama y le ha propinado una colleja a un hiperactivo Albert Rivera que necesita urgentemente que alguien le informe que ha terminado la campaña electoral. Esa ha sido toda la agenda que Rajoy ha necesitado para sacarse de encima la presión y pasársela la resto de la humanidad.
No hay día que la prensa no nos cuente un plan de Rajoy para ser investido o una oferta de reforma constitucional, de Gobierno o de mediopensionista que el PSOE o Ciudadanos no podrán rechazar. En una semana le han dicho tantas veces lo que tiene que hacer que para quedarse los mismos que hace nada le decían que se fuera que los desayunos del presidente deben ser un no parar de reír.
En Ciudadanos dan ruedas de prensa cada seis horas como si les hubieran secuestrado y tuvieran que demostrar que siguen vivos. Luego de que la pomposa carta de Rivera invitando a PSOE y a PP a negociar un Gobierno fuera devuelta al remitente, no hacen otra cosa que desmentirse a sí mismos. Rajoy acabará teniendo problemas no para llegar a un acuerdo, pero sí para quitárselos de encima.
En el PSOE ya sólo queda un militante en Viveiro, Lugo, que no haya lamentado los peores resultados de la historia socialista y haya dado su opinión sobre qué hacer con la investidura de Rajoy. El silencio de Pedro Sánchez resulta lo más inteligente que han hecho los socialistas desde el 26J. A este paso su hipotética abstención serviría más para resolver otro problema interno que para investir a Rajoy. A muchos se les notan demasiado las ganas que tienen de que haya un Gobierno para empezar a matarse entre ellos y darse un buen baño de sangre.
Como era de esperar en el PP todo es paz y armonía. Hasta produce cierta ternura ver como Esperanza Aguirre anda de pedigüeña por los medios proclamándose alcaldesa de Madrid con los resultados de Rajoy. En Podemos están muy ocupados dando salida a los muebles y modelos del famoso catálogo de Ikea mientras Pablo Iglesias descubre que en la nueva política los liderazgos se intentan enterrar tan rápido como en la vieja. A ver si empieza la montaña en el Tour y empezamos a tener algo de emoción.