Cinco motivos por los que a Rajoy le resulta tan difícil dimitir.
Una dimisión de Rajoy le situaría para la historia como el presidente que dimitió tras ganar unas elecciones asolado por la corrupción y aislamiento de su partido.
El candidato popular tiene muy poco margen para negociar un acuerdo sin realizar una enmienda sobre las políticas que ha impulsado en los últimos años.
El líder del PP sabe que una renuncia significaría reconocerse a sí mismo como la parte fundamental del problema político que atraviesa nuestro país. Además, la dimisión tendría otra interpretación que al del PP no le conviene: Rajoy estaría asumiendo por fin su responsabilidad ante la corrupción instalada en su partido.
El señor X de la corrupción del PP.
La corrupción es uno de los principales lastres que arrastra el PP ante la opinión pública y que ha mermado las posibilidades de Rajoy para llegar a acuerdos con otras formaciones políticas.
Mariano Rajoy necesita seguir en el Gobierno porque dar un paso atrás se interpretaría para la historia como el reconocimiento de una culpa. Si Rajoy se va, en su mochila se irían también Bárcenas, la Caja B del Partido Popular, un ordenador amartillado y quien sabe cuantas responsabilidades más relacionadas con los presuntos delictivos por los que se investiga a la formación conservadora.
El presidente del Gobierno no quiere cargar con ese bagaje, pasando a la historia como el político que tuvo que dimitir tras ganar unas elecciones.
Enmendarse a sí mismo.
Un paso atrás de Rajoy significaría una enmienda a sí mismo y a las políticas de recortes que ha impulsado desde el Gobierno. Rajoy ha distribuido al resto de formaciones un resumen del programa electoral del PP como escenario único de la conversación sobre un acuerdo. El gesto aclara su intención de no cuestionar su legado político.
Cuando Aznar negoció su investidura en 1996, veníamos de un Gobierno de Felipe González por lo que el político conservador podía diseñar desde cero un plan de Gobierno.
Ahora, la situación es distinta y Rajoy quiere seguir siendo presidente sin traicionar al expresidente que es.
El peculiar carácter de Mariano.
En numerosas ocasiones Rajoy ha hecho referencia a su condición de opositor y al tiempo que dedicó en su vida para superar una nota de corte que le permitiese tener la vida resuelta.
Al igual que con sus exámenes para registrador de la propiedad, Rajoy cree ahora que ha superado el examen y en su lógica hay una pregunta que lo resume. ¿Para qué voy a dimitir si he ganado dos veces? Esa convicción de vencedor es la que aleja al líder del PP de cualquier opción en la que su renuncia esté sobre la mesa.
Sucesión no resuelta.
Una virtual espantada de su líder cogería al PP sin los deberes hechos en materia de sucesión. El líder del partido ha conseguido durante los últimos años contener la guerra interna entre las diferentes almas de su Gobierno. El llamado Clan de los sorayos ha protagonizado una velada batalla con otro grupo de ministros, con García Margallo al frente, al que se calificó como G7.
En esas peleas, al igual que en las guerras internas entre dirigentes del PP sin labores de Gobierno, Rajoy se ha sabido Gobernar con la cautela de quien está en todos los bandos y en ninguno.
Como todos los líderes, Rajoy querría dejar atada su sucesión esbozando el tiempo posterior a su liderazgo. Una salida precipitada dejaría todo ese trabajo sin hacer y al PP en un escenario nuevo para aquellos que están acostumbrados a las herencias ordenadas.
La dificultad de dimitir en funciones.
La Ley del Gobierno señala a la vicepresidenta como la persona encargada de asumir el mando del Gobierno en funciones si el presidente decide marcharse. Si Rajoy se va, el mando pasa a manos de Sáenz de Santamaría, en su condición de vicepresidenta.
Con un Gobierno en funciones no se puede realizar nombramientos de ministros y mucho menos cambiar a un presidente en funciones por otro presiente en funciones.
A efectos técnicos, la dimisión de Rajoy forzaría el escenario y obligaría a definir acuerdos para la búsqueda de un presidente.