La LOMCE habrá salido de la buena intención de Wert, del Partido Polar y de la Iglesia, pero no aporta nada y tambalea la estructura del sistema educativo debilitándolo. En este país hace falta mucho trabajo político para gestionar mejor las pensiones, el gasto público, la educación, la sanidad, la justicia, el consumo, el medioambiente, etc. Y así como es necesario, en estos momentos, legislación actualizada en materia de justicia porque los jueces están desbordados por el anacronismo normativo; el sistema educativo está saturado de leyes de rango superior. Lo que precisa es trabajo político técnico sobre los procesos educativos que resuelvan problemas. Estamos muy cansados de fuegos artificiales permanentes: marca España, sanidad elitista, calidad educativa, burbuja inmobiliaria y leyes orgánicas que justifican la ineficiencia.
¿No dice el preámbulo LOMCE que hay datos objetivos que aconsejan la reforma? Pues lo primero que tiene que hacer es explicar esos datos objetivos, porque lo que ya no puede admitir el ciudadano es que le digan, en una ley orgánica, que el abandono escolar de un 26,5 %, duplicando la tasa de la UE, y no destinar ni un solo párrafo al paliativo del problema: Sr Wert ¿no considerará una medida la “religión evaluable”? ¿O que cambiar el nombre de formación profesional inicial por “formación profesional básica” pueda mejorar esa lacra? Tampoco usted debe estar muy seguro de la solidez legislativa, porque un porcentaje en un preámbulo de una ley orgánica que pueda mejorar o empeorar mañana ¿a dónde le lleva? ¿A enmiendas de entuerto permanente?
Una de las torpezas LOMCE es el uso del término “tiempo escolar”; y una de las preocupaciones clave en la política educativa de los países del entorno es la gestión del “tiempo educativo”, cuestión mucho más compleja y que requiere un trabajo técnico mucho más minucioso que contar las horas de permanencia de un chico o chica, sentados en el aula. En nuestro país hay muchos y muy buenos especialistas de las más variadas disciplinas preocupados por el tiempo educativo, porque hoy la escuela ha dejado de ser la institución única de aprendizaje. Los niños y adolescentes están aprendiendo a todas las horas del día, en la calle, con sus iguales, a través de Internet. Eso no significa que la escuela haya dejando de enseñar, pero debe orientar de otra manera el tiempo, tiene que ofrecer alternativas, soluciones y respuestas de coherencia y responsabilidad: ¿Por qué con unos resultados mediocres, como los que destaca PISA, en lugar de ganar tiempo con asignaturas centrales del currículum, tenemos que perderlo con la religión? ¿Nos lo podemos permitir?
Otra de las torpezas LOMCE, por cierto, muy extendida en la clase académica y política, es confundir lo instrumental con lo procedimental. En educación, lo instrumental sirve para experimentar prácticas en talleres y laboratorios, de manera que se instrumentalizan las cosas no las personas; sin embargo lo procedimental es mucho más complejo. Si profundizamos en las pruebas PISA y salimos del charco de los resultados, vemos que las pruebas son muy procedimentales, y que nuestros alumnos tienen un nivel aceptable de conocimientos teóricos, pero inaceptable de conocimientos procedimentales, es decir que no saben aplicar la teoría. Cambiar esto supone cambiar la cultura educativa de docentes, padres y agentes sociales, nada menos; y el sistema educativo no está preparado para ello. No sólo necesitamos más tiempo, sino gestionarlo de otra manera, primando lo procedimental ¿Cómo vamos a llegar a lo procedimental desde la religión?
Salvando las distancias del tiempo, pero no del espacio, el movimiento Wert recuerda a los retrocesos de Calomarde en la generalización de la educación como derecho fundamental, o a los de Orovio a la contra de los profesores por la emblemática libertad de cátedra. La educación de la primera mitad del siglo XIX se caracterizó en materia educativa por ir un paso hacia adelante y cinco hacia atrás, y con el mismo trasfondo de hoy: antagonismo faccioso de partidos al servicio de las oligarquías, crisis de la monarquía, extensión de la pobreza, y posicionamiento de la Iglesia católica en las estructuras de poder a través de la religión en las escuelas. Las variables de contexto del XIX siguen siendo las del XXI porque para salir de la miseria, entonces, había que combatir el analfabetismo mayor del viejo continente; y hoy, hay que cualificar a más de un tercio de la población con un nivel III, con la tasa de abandono prematuro mayor de la Unión Europea ¿Hasta cuándo la caverna?
Déjese de leyes orgánicas y de religiones, Sr. Wert, es momento para la responsabilidad. Viaje, profundice en nuestro sistema comparado con los modelos que están mejor posicionados. Insisto no es un problema de resultados; sino de procesos. Nuestro sistema no funciona porque tiene cinco complejos problemas que le ahogan, desde hace décadas, y que necesitan urgente diagnóstico y tratamiento: selección de profesores, formación de docentes, currículum muy fragmentado, ratio alumno profesor, y gestión del tiempo educativo. Los profesores no queremos quebrar el sistema porque lo sufrimos y somos parte de la solución. Sr. Wert, a fuerza de no querer ver la realidad social ha perdido la senda política.
Carmen Jaulín
Politóloga y socióloga de la educación