martes, 25 de junio de 2024

- INDEPENDIZARSE DE AYUSO.

 Independizarse de Ayuso.

Los populares animan a Feijóo a empoderarse frente a la madrileña con el pacto sobre el CGPJ en la semana en que la inquilina de Sol huyó a Alemania para poner tierra de por medio ante la declaración en el juzgado de su pareja y un fin de semana en el que le llovieron editoriales y columnas críticas por la concesión de la medalla al ultra Milei.

 Esther Palomera SEGUIR AL AUTOR/A

24 de junio de 2024 22:00h.

Ayuso huyó de Madrid para escapar del conflicto. El viento no le es favorable, se le acumulan los problemas y ha puesto rumbo a Alemania. Un viaje oficial sin agenda de trascendencia, pero que Telemadrid  jalea a bombo y platillo. Lo habitual  en cada salida de su patrona, ya sea a Navalcarnero, a Titulcia o a Cenicientos. Si cruza el charco para ir a Nueva York o Washington con su séquito habitual, ahí va también de comparsa la cadena autonómica, que para eso el viaje corre por cuenta de todos los madrileños. Esta vez no fue distinto. 

La inquilina de Sol ha puesto tierra de por medio el mismo día que su pareja tenía que declarar ante el jueza que le imputa dos delitos fiscales y uno de falsedad documental que él mismo ha confesado ante la Fiscalía. Se llama escapismo. Y eso que, al final, la titular del juzgado de instrucción número 19 de Madrid pospuso la declaración de Alberto González Amador tras aceptar un escrito presentado por el PSOE y Más Madrid donde solicitan que prosiga con las pesquisas al encontrar indicios de cuatro nuevos delitos: administración desleal, falsedad contable, corrupción en los negocios y delito contable. ¡Menudo lío! 

Con los bulos que tuvo que difundir la Puerta del Sol sobre tres delitos, y ahora serán siete. El gabinete de desinformación que acompaña a la lideresa madrileña tendrá que echar horas extra en la defensa de un delincuente confeso, pero que a su entender es víctima de una campaña de persecución de la Agencia Tributaria, la Fiscalía y los medios de comunicación.

Y no sólo eso. El viento sopla en contra de la lideresa también en la prensa afín, donde este fin de semana le han llovido las críticas desde editoriales y columnas por la estrambótica concesión de una medalla al ultra  Javier Milei. Eso no lo esperaba. Pero una cosa es confrontar con Sánchez y otra crear una especie de diplomacia madrileña al margen de España y hasta de la jefatura del Estado. Y si además con ello vinculas al PP con el extremismo, el populismo de la motosierra y el anarcocapitalismo,  no hay quien lo defienda.

En Génova creen que es el momento de que Feijóo se empodere ante la madrileña. Con un gesto, con un mensaje o con un acuerdo para renovar el CGPJ. “Esta vez, no como la anterior, tendrá de su parte a la derecha mediática y a la mayoría de los barones, que han visto con estupor la última astracanada de la presidenta madrileña”, aseguran. 

Félix Bolaños y Esteban González Pons han superado recelos del pasado y hay un espacio de confianza que es recíproca, pese a que en la dirección nacional hay voces que alertan también de que ante cualquier negociación con Sánchez “siempre  sales con la sensación de que pierdes o pierdes”. Las cartas están ya repartidas, parece que sólo a expensas de una cláusula de salvaguarda que garantice que lo que se acuerda, se cumple por ambas partes. 

Y más allá de que el pacto -si llega-  suponga que Feijóo se independice de Ayuso -y de su negativa a desbloquear el órgano de gobierno de los jueces-, en el entorno del líder del PP sostienen que la entente no dependerá ni de lo que diga la derecha mediática ni de lo que cacaree la presidenta madrileña, sino de que el líder de la oposición “no quede como un pagafantas”. Habrá que verlo porque la última vez que saltó por los aires el acuerdo fue por un titular de portada en un diario “amigo” que alertaba de la reacción de la “derecha política, judicial y mediática”. Fue un aviso para que Feijóo rompiera, y rompió el que iba a ser el primer pacto de Estado entre PSOE y PP desde que Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno. Entonces no resistió las críticas internas y de las terminales mediáticas más conservadoras que ahora parece dispuesto a sortear. Veremos...

miércoles, 5 de junio de 2024

- UN JUEZ EN CAMPAÑA ELECTORAL.

 

Un juez en campaña electoral.

  • Que el juez llame a declarar a la mujer del presidente del Gobierno en plena campaña electoral, sabiendo que en nada perjudicaría a la investigación el hacerlo una semana después, es toda una declaración de intenciones.

Joaquín Urías

@jpurias   4 de junio de 2024 22:

Los jueces no deberían participar con sus resoluciones en las campañas electorales. Pero eso sería en un mundo ideal. En el mismo en que no usarían su prestigio y sus togas para protestar contra una ley que defienda un concepto de patriotismo distinto al suyo, ni encarcelarían a cantantes de rap por sus canciones, ni dejarían de investigar denuncias de abusos policiales. Como todo esto sucede, tampoco es ya una sorpresa que un juez instructor cite a declarar a la mujer del presidente del Gobierno de la manera y en la fecha en que más pueda influir en las elecciones. Lo mínimo que se puede decir de esta decisión es que el magistrado en cuestión no ha actuado con la prudencia necesaria para mantener la confianza de la sociedad en la justicia. Al menos, de toda la sociedad.

Desconozco la ideología del juez instructor en cuestión. De hecho, prefiero no conocer la ideología de ningún juez por mucho que ellos mismos se encarguen de recordármela cada día cuando entro a alguna red social y leo sus soflamas e insultos contra los que piensan diferente. No me preocupa cómo piensen nuestros magistrados. Me preocupa que su forma de pensar se vislumbre en sus autos y sentencias, porque las decisiones judiciales deben ser imparciales y políticamente neutras para que todos confiemos en su imparcialidad. Así que hay que ir a las resoluciones en cuestión.

De este asunto en concreto conozco algunas resoluciones. Sé que el juez inició una investigación contra la esposa del jefe del Ejecutivo a partir de unos recortes de prensa que no se referían a ningún documento novedoso, saltándose así la jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre la necesidad de archivar denuncias en estos casos. Sé también que decretó el secreto de las actuaciones sin que hasta el momento nadie haya podido explicar los motivos de una decisión tan extravagante que causó un perjuicio personal y político a la investigada y a su marido. Incluso sé que la Audiencia Provincial de Madrid le ha dicho a este juez que no había ningún indicio que justificara investigar la supuesta influencia de la mujer del presidente del Gobierno en la ayuda económica a unas aerolíneas en apuros. Todos estos datos me llevan a pensar que, como mínimo, se trata de un juez empeñado en encontrar indicios delictivos contra esta señora. Seguramente lo haga por un loable afán de hacer justicia y luchar contra la impunidad, pero a uno le da la impresión de que, incluso aunque así sea, no ha valorado suficientemente el daño personal y reputacional que su investigación puede causar.

Ahora nos acabamos de enterar, a cinco días de las elecciones europeas, de que el señor juez ha citado a la investigada para declarar dentro de más de un mes. Es evidente que esta citación se podía haber realizado dentro de unos días, tras las elecciones. No soy capaz de encontrar ninguna razón procesal para no esperar una semana escasa, toda vez que ni se la citó para declarar en el momento mismo de iniciar la investigación, ni se han conocido hechos nuevos desde entonces, ni se ha tomado aún siquiera declaración a otros presuntos implicados.

Es evidente que, visto que el juez realmente necesita oír a la investigada, podía haberla citado al inicio. Podía también citarla cuando hayan terminado de declarar los demás. Incluso podía esperar a tener datos nuevos para citarla a declarar. Pero no me cabe la menor duda de que no era imprescindible citarla justo en esta semana. 

Si lo ha hecho sin tomar en cuenta el posible efecto de la citación en las elecciones, ha pecado de imprudente por no intentar minimizar el impacto político de sus decisiones. Es cierto que en nuestro país últimamente siempre hay un proceso electoral en el horizonte, pero en esta ocasión le bastaba esperar menos de una semana para acordar ese trámite sin perturbar el proceso electoral.

Los que vivimos en Andalucía tenemos experiencia en mediáticos actos judiciales que coinciden con los procesos electorales. Durante muchos años tuvimos una jueza que hacía coincidir casualmente sus resoluciones contra los dirigentes de partidos de izquierda con procesos electorales. Citó como imputado a un candidato a las elecciones locales tres días antes de la jornada electoral en la que luego, por cierto, venció un amigo suyo, también juez. Por tres veces dictó autos relevantes justo cinco días antes de elecciones locales, autonómicas o generales, tal y como ha sucedido ahora en el juzgado madrileño. No me consta que aquella jueza tuviera ninguna intención política al elegir la fecha de sus actos de impulso a la instrucción, pero es evidente que al menos no tuvo cuidado de no interferir en los comicios. La misma falta de prudencia que razonablemente se le puede atribuir ahora al juez instructor en cuestión.

La otra opción, la de que el juez haya buscado deliberadamente el impacto electoral de su medida, prefiero no considerarla siquiera. Sería un paso más, totalmente inaceptable, en la utilización política de nuestra justicia.

Nuestra judicatura está sufriendo una crisis de legitimación que crece a pasos agigantados y no es buena noticia para nadie. No obedece, como creen algunos magistrados, a una campaña orquestada, sino a una inexplicable pérdida de tacto y discreción. La confianza en la justicia es la piedra de toque de su legitimidad. Y esta confianza no se puede imponer a la fuerza, sino que hay que ganársela: esencialmente cuidando la apariencia de imparcialidad.

Los jueces que se muestran como energúmenos en los medios de comunicación defendiendo ideas políticas y minusvalorando a sus adversarios; los que escriben sin pudor en las redes sociales haciendo gala de su condición de magistrado; los que cuelan advertencias morales en sus sentencias… todos los que no se privan de hacernos saber sus preferencias ideológicas contribuyen a minar esa apariencia de que abordan los asuntos sin dejarse llevar por sus sesgos personales. Si a eso sumamos algunos jueces estrellas que parecen dictar sus resoluciones al hilo de la batalla política y para interferir en ella, la situación se vuelve complicada.

Por eso, ahora, cuando un juez irrumpe en la campaña electoral intentando mostrar urbi et orbe su convencimiento de que es posible que Begoña Gómez haya cometido un delito de tráfico de influencias a muchos les puede parecer que está haciendo política.

Los indicios contra Gómez son escasos y muy dudosos. Ni la fiscalía ni la policía especializada ven delitos. El propio juez ya ha tenido que rechazar la mitad de los supuestos delitos investigados. La oposición ha instrumentalizado electoralmente el asunto... En estas circunstancias, que el juez la llame a declarar en plena campaña electoral, sabiendo que en nada perjudicaría a la investigación el hacerlo una semana después, es toda una declaración de intenciones.

No es posible valorar la intención del juez, más allá de su imprudencia. De lo que no hay duda es de que la citación a la señora Gómez será utilizada por partidos y medios de comunicación de derechas para intentar influir al electorado el próximo domingo. Aunque la mujer del presidente goza constitucionalmente de presunción de inocencia, el auto judicial que la cita a declarar puede ser utilizado de manera espuria por los sectores más conservadores para intentar ganar el voto de los indecisos extendiendo sospechas sobre su honorabilidad. Esa afección sobre el derecho fundamental de una persona no debería ser permitida por parte de quien se supone que tiene la misión constitucional de protegerlo.

Si nuestros jueces quieren recuperar la confianza de la sociedad deben incrementar la prudencia en sus actuaciones… salvo que lo que quieran es solo la confianza de media sociedad, contra la otra media. Pero en ese caso dejarían de ser jueces y se convertirían en matones. Espero que nadie quiera eso.